11 de mayo de 2010


Una sonrisa
para un tiempo de sequía


¿Sabe usted de cuántos tipos de agua hablamos cada día? Empiece a contar: agua de pozo, agua mineral, agua de violetas, agua oxigenada, agua de rosas, agua de lluvia (¿cuál lluvia?), agua hervida, agua de manantial, agua de botellón, agua de Colonia, agua reciclada (un invento de última hora es utilizar la de la lavadora para descargar el servicio), agua tratada, agua potable, techo de dos aguas, agua colorada, agua medicinal, agua caliente y agua fría, agua de socorro (el bautizo en caso de emergencia), agua de arroz, agua de coco, y hasta del agua bendita (¡que en algunas iglesias no hay!).

También hablamos del ojo de agua, del melón de agua, del huevo pasado por agua, y del agua que le echan a la leche (¿cuál leche?)

Los cubanos, cuando queremos usar una comparación para afirmar que algo es la pura verdad, decimos que «es tan claro como el agua» (será por eso que hay tantas mentiras entre nosotros, ¡porque hay cada “agua”!...); por eso la pura verdad es que, desde hace meses, «estamos pidiendo el agua por señas». La sequía es tal que muchos hablan ya de estar «con el agua al cuello», y usan mal este refrán que dice lo contrario de todo lo que nos pasa. ¿Ojalá estuviéramos con el agua aunque sea a la rodilla!


Pero quizás la culpa viene desde muy atrás, porque nosotros, al venir a este mundo, lo primero que hacemos es “romper la fuente”… y se derrama el agua. ¡Oh, el derroche de agua!, sobre todo cuando nos bañamos. El baño ya no es el baño. Cuando alguno de nosotros se va a bañar lo que dice es «Voy a jugar agua» o «voy a jugar a los bomberos». Y eso no debería permitirse, porque con el agua, igual que con el pan, no se juega.

Hablé de juego, y me acordé del dominó. Mover las fichas es ¡darle agua! ¡Le zumba!


¿Verdad que cuando llega una visita le brindamos café? ¿Y verdad que, con lo que acabo de decir, “descubrí el agua tibia”? Y si el café sale tan claro que a través de él podemos leer en el fondo de la tacita el nombre del país donde ésta se fabricó, decimos que «pasó por Santa Clara y Aguada de Pasajeros». Y al salir de la casa quizás comente con alguien: «Lo que nos dieron fue agua de jeringa o de chirre». ¡Qué manera de utilizar esta bendita palabra para cualquier cosa!

¡¡Agua!! No sólo es un grito para pedir esta preciada sustancia "inodora, incolora e insípida” (según definición de los sabios que parece que nunca han tomado agua), sino es también el grito o contraseña que muchos amigos míos usan para avisar de la cercana presencia de alguna autoridad…


¡Cuántos refranes sobre el agua!... «Tan seguro como agua en canasta” (no tener seguridad), «hacerse la boca agua» (¿hay que explicarlo?); «estar fuera del agua» (estar al margen); «entrarle agua al bote» (ponerse difícil un asunto); «traer agua a su molino» (dirigir en provecho propio aquello de que se trata), «echarle el agua al niño» (bautizar); «ahogarse en poca agua» (agobiarse por poca cosa), «¡al agua, patos!» (invitación a realizar una acción determinada); «echarse al agua» (enfrentar algún peligro), «eso es agua pasada» (algo que ya ocurrió); «Del agua mansa líbreme Dios, que de la turbia me libro yo» (¡cuidado con los mosquita-muertas!), «nadar fuera del agua», «una tormenta en un vaso de agua». «agua que no has de beber, déjala correr»… Y no sigo, no sea que por estar leyendo el Boletín, venga la pipa, ¡y me quede sin agua!

Colaboración del P. Willy Pino para el Boletín Diocesano de Camagüey,
20 de marzo de 2005.
Mons. Wilfredo Pino Estévez es hoy Obispo de la Diócesis Guantánamo-Baracoa.
Ilustración: Google
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