Gastón Baquero
Gastón Baquero nació en Banes, pueblo perteneciente a la antigua provincia de Oriente, zona que hoy es parte de la provincia de Holguín, en Cuba, el 4 de mayo de 1914. Estudió Agronomía, pero nunca ejerció la profesión: prefirió consagrarse a las actividades literarias y periodísticas. Fue un importante escritor y poeta cubano del siglo XX.
En los años 40 se vinculó con el grupo vanguardista de poetas e intelectuales que tomó su nombre de la revista Orígenes (1944-1956), fundada y dirigida por José Lezama Lima y en la que colaboraban, entre otros, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y Cintio Vitier. Baquero también colaboró en la creación de las revistas literarias Verbum, Espuela de plata y Clavileño.
La publicación de Poemas, en 1942, al que le siguió el mismo año Saúl sobre su espada, lo colocaron de inmediato en el grupo de poetas clave de la literatura cubana. En aquellos años su principal campo de acción fue el periodismo, en el que destaca. Llegó a ser jefe de redacción del influyente y conservador Diario de la Marina.
En la década siguiente obtuvo cargos oficiales -se relaciona con la dictadura de Fulgencio Batista- y prácticamente dejó de escribir poesía, aunque sus reseñas periodísticas -políticas, culturales y literarias- fueron recibidas con gran aclamo y solidificaron su reputación de intelectual eminente.
Contrario a la revolución de Fidel Castro, se vio obligado a irse del país: escoltado por tres embajadores acreditados en La Habana tomó un vuelo con rumbo a Madrid. Trabajó en el Instituto de Cultura Hispánica, en la Escuela de Periodismo y en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo, escribió ensayos y artículos literarios para varias publicaciones, principalmente para la revista Mundo Hispánico.
El exilio convirtió a Baquero, que en Cuba era una figura intelectual de poderosa influencia, en un hombre gris y aislado, ignorado por sus contemporáneos españoles y borrado por el gobierno de Castro de la historia intelectual cubana. Pero es en el exilio que Baquero regresó a la poesía. Poemas escritos en España apareció en 1960 y en 1966 se publicó Memorial de un testigo, uno de sus libros más aclamados.
En 1984 el poeta boliviano Pedro Shimose publicó en Madrid (Instituto de Cooperación Iberoamericana) sus poemas completos hasta aquel momento bajo el título de Magias e invenciones. Desde entonces, los jóvenes poetas y estudiantes de literatura comenzaron a buscar su compañía y rendirle homenajes, a los cuales Baquero reaccionócon su modestia habitual.
En 1988 fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1992, finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por su obra Poemas invisibles. Ese año también recibió el homenaje de la Universidad de Alcalá de Henares y fue propuesto para el Premio Reina Sofía.
Participó, junto a Octavio Paz y Luis Alberto de Cuenca, en las sesiones de lectura poética en el Palacio Real. En 1993 la Cátedra Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca celebró una semana de homenaje a su obra y al año siguiente recogió en un volumen, Celebración de la existencia, las aportaciones de los participantes.
En 1994, por primera vez desde 1959, se ofreció en la Universidad de La Habana una conferencia sobre su obra poética, y en 2001 se permitió la publicación de una antología poética, La patria sonora de los frutos (Editorial Letras cubanas), editada por Efraín Rodríguez Santana.
En mayo de 1997 el Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Estudiantes y Radio Nacional de España convocaron a un homenaje a Baquero, gesto que tal vez hubiera sido el comienzo del reconocimiento que tanto merecía. Pero ya Baquero había entrado en el hospital donde fallecería el 15 de mayo de un infarto cerebral.
Baquero mantuvo hasta su muerte un rechazo al gobierno totalitario de Fidel Castro. La manipulación por el régimen castrista de una de las figuras que más admiraba, José Martí, le llevó a escribir en una ocasión: «No hay comparación posible entre Martí y la realidad cubana actual. Es algo de pena que alguna persona se atreva a equiparar la personalidad de Martí o a poner a Martí como precursor de todo esto: de las colas, del hambre, de la dictadura».
Sin embargo, Baquero deseaba la unión cultural de las dos Cubas (la de dentro y la de fuera) con la generosidad intelectual que lo caracterizaba. En la dedicatoria de su último libro escribió: «El orgullo común por la poesía nuestra de antaño, escrita en o lejos de Cuba, se alimenta cada día al menos en mí, por la poesía que hacen hoy --¡y seguirán haciendo mañana y siempre!-- los que viven en Cuba como los que viven fuera de ella. Hay en ambas riberas jóvenes maravillosos. ¡Benditos sean! Nada puede secar el árbol de la poesía».
Texto editado de Wikipedia
Foto: Google
En los años 40 se vinculó con el grupo vanguardista de poetas e intelectuales que tomó su nombre de la revista Orígenes (1944-1956), fundada y dirigida por José Lezama Lima y en la que colaboraban, entre otros, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y Cintio Vitier. Baquero también colaboró en la creación de las revistas literarias Verbum, Espuela de plata y Clavileño.
La publicación de Poemas, en 1942, al que le siguió el mismo año Saúl sobre su espada, lo colocaron de inmediato en el grupo de poetas clave de la literatura cubana. En aquellos años su principal campo de acción fue el periodismo, en el que destaca. Llegó a ser jefe de redacción del influyente y conservador Diario de la Marina.
En la década siguiente obtuvo cargos oficiales -se relaciona con la dictadura de Fulgencio Batista- y prácticamente dejó de escribir poesía, aunque sus reseñas periodísticas -políticas, culturales y literarias- fueron recibidas con gran aclamo y solidificaron su reputación de intelectual eminente.
Contrario a la revolución de Fidel Castro, se vio obligado a irse del país: escoltado por tres embajadores acreditados en La Habana tomó un vuelo con rumbo a Madrid. Trabajó en el Instituto de Cultura Hispánica, en la Escuela de Periodismo y en Radio Exterior de España. Al mismo tiempo, escribió ensayos y artículos literarios para varias publicaciones, principalmente para la revista Mundo Hispánico.
El exilio convirtió a Baquero, que en Cuba era una figura intelectual de poderosa influencia, en un hombre gris y aislado, ignorado por sus contemporáneos españoles y borrado por el gobierno de Castro de la historia intelectual cubana. Pero es en el exilio que Baquero regresó a la poesía. Poemas escritos en España apareció en 1960 y en 1966 se publicó Memorial de un testigo, uno de sus libros más aclamados.
En 1984 el poeta boliviano Pedro Shimose publicó en Madrid (Instituto de Cooperación Iberoamericana) sus poemas completos hasta aquel momento bajo el título de Magias e invenciones. Desde entonces, los jóvenes poetas y estudiantes de literatura comenzaron a buscar su compañía y rendirle homenajes, a los cuales Baquero reaccionócon su modestia habitual.
En 1988 fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1992, finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por su obra Poemas invisibles. Ese año también recibió el homenaje de la Universidad de Alcalá de Henares y fue propuesto para el Premio Reina Sofía.
Participó, junto a Octavio Paz y Luis Alberto de Cuenca, en las sesiones de lectura poética en el Palacio Real. En 1993 la Cátedra Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca celebró una semana de homenaje a su obra y al año siguiente recogió en un volumen, Celebración de la existencia, las aportaciones de los participantes.
En 1994, por primera vez desde 1959, se ofreció en la Universidad de La Habana una conferencia sobre su obra poética, y en 2001 se permitió la publicación de una antología poética, La patria sonora de los frutos (Editorial Letras cubanas), editada por Efraín Rodríguez Santana.
En mayo de 1997 el Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Estudiantes y Radio Nacional de España convocaron a un homenaje a Baquero, gesto que tal vez hubiera sido el comienzo del reconocimiento que tanto merecía. Pero ya Baquero había entrado en el hospital donde fallecería el 15 de mayo de un infarto cerebral.
Baquero mantuvo hasta su muerte un rechazo al gobierno totalitario de Fidel Castro. La manipulación por el régimen castrista de una de las figuras que más admiraba, José Martí, le llevó a escribir en una ocasión: «No hay comparación posible entre Martí y la realidad cubana actual. Es algo de pena que alguna persona se atreva a equiparar la personalidad de Martí o a poner a Martí como precursor de todo esto: de las colas, del hambre, de la dictadura».
Sin embargo, Baquero deseaba la unión cultural de las dos Cubas (la de dentro y la de fuera) con la generosidad intelectual que lo caracterizaba. En la dedicatoria de su último libro escribió: «El orgullo común por la poesía nuestra de antaño, escrita en o lejos de Cuba, se alimenta cada día al menos en mí, por la poesía que hacen hoy --¡y seguirán haciendo mañana y siempre!-- los que viven en Cuba como los que viven fuera de ella. Hay en ambas riberas jóvenes maravillosos. ¡Benditos sean! Nada puede secar el árbol de la poesía».
Texto editado de Wikipedia
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