Crisis económica en España
impone obligado regreso
a verdaderas dimensiones
en la celebración
de la Primeras Comuniones
impone obligado regreso
a verdaderas dimensiones
en la celebración
de la Primeras Comuniones
La espiral desmedida e inflacionaria retrocede y el globo del boato y la ostentación se desinfla…
El celebrar la Primera Comunión de un hijo/a fue perdiendo año tras año su intrínseco sentido religioso, alentado por unos padres que sucumbían a la seducción de no ser menos, y no escatimaban en los gastos de un traje que hiciera aparecer a su hija como novia en miniatura, o de un suculento banquete en restaurante de muchos tenedores, o fotografías artísticas por afamado fotógrafo profesional y/o hasta un posterior viajecito a Francia para que el «crío/a» disfrutara de Eurodisney.
Los preparativos que acaparan el tiempo de tan elaborada «celebración» poco espacio dejan en la mente infantil para «prepararse» interiormente y asimilar lo que realmente significa el recibir el Pan de la Eucaristía que, según la fe que profesamos los católicos, es recibir al mismo Cristo bajo las especies del pan y el vino.
Un periódico madrileño nos enumera los gastos que, antes de la actual «crisis», afrontaban los espléndidos padres cuando llegaba la edad de que un hijo hiciera su Primera Comunión. Sabemos que en los Estados Unidos algunos padres no dudan en hipotecar sus casas para afrontar el costo de una «sonada» boda. En España se ha venido dando un cariz de espectáculo similar al acto de una Primera Comunión, alentado por los negocios que aprovechan el surgimiento de un nuevo filón de ganancias.
Se calcula que, gracias a la crisis, las familias españolas se gastarán un 30% menos en las celebraciones de comunión este año, duplicando el porcentaje del 15% habido el año pasado. A pesar de ello, -y según la noticia ofrecida por ABC Madrid-, «el gasto medio por comunión oscila entre 3.500 y 4.000 euros, dependiendo del número de invitados, calidad de los servicios contratados e incluso del sexo del niño». Sobre este último detalle, desde la popular tienda española «El Corte Inglés» aclaran que «Mientras que el traje de los niños oscila entre 300 y 400 euros, en el caso de las chicas llega hasta los 1.300 euros». Si contamos que hay que sumar zapatos, ropa interior y complementos, «el atuendo de una niña suma otros 200 euros», explican. Hasta los diseñadores de postín se apuntan para ser elegidos con sus creaciones y, por consiguiente, el lujo de una etiqueta hay que pagarlo más caro. ¡No faltaba más!
Oh, pero no se desestima la consideración por aquellos padres que están en el paro (sin trabajo) y por ello ven muy limitadas sus posibilidades económicas. Para ellos, una empresa valenciana ha ideado un atuendo único de 120 euros para trajes de niño, o 150 para vestidos de niña, mientras que los propietarios de restaurantes también tratan de cooperar y ofrecen un menú económico para los banquetes posteriores al banquete eucarístico
No nos olvidemos de las fotografías que habrán de perpetuar el momento y, sobre todo, trajes y celebraciones. Las fotos en un estudio fotográfico pueden conseguirse por unos 60 euros, aunque si se hace un esfuerzo y se pueden pagar 400 euros, el recuerdo se perpetúa al completo con un álbum de fotos digitales y profesionales. ¿Quién va a contentarse con fotos de maquinas digitales de esas que posee cualquier hijo de vecino o, peor aún, con fotos de teléfonos móviles?
Por su parte, el padre Juan Ignacio Rodríguez Trillo, Director del secretariado de Catequesis de la CEE, explicó que la recesión puede ser «una oportunidad» para que los padres «descubran que lo importante de la celebración de la Primera Comunión es la ceremonia religiosa y lo que supone para un niño el acontecimiento de recibir por primera vez al Señor, y no tanto la fiesta». E insistió en que «realmente es desproporcionado lo que se está haciendo no sólo en las Comuniones sino también en los Bautizos, porque la fiesta es relevante pero no tiene por qué dar lugar al despilfarro, por decirlo de alguna manera». En ese sentido aclaró que aunque es «muy normal que se quiera hacer una celebración, eso no significa que tenga que ser una comida en un restaurante o contar con una lista de regalos». «La crisis -añadió- puede ser una oportunidad para recordar a la gente que el sentido de la fiesta puede ser otro: un acontecimiento familiar».
Ana Dolores García
Ilustración; Google
El celebrar la Primera Comunión de un hijo/a fue perdiendo año tras año su intrínseco sentido religioso, alentado por unos padres que sucumbían a la seducción de no ser menos, y no escatimaban en los gastos de un traje que hiciera aparecer a su hija como novia en miniatura, o de un suculento banquete en restaurante de muchos tenedores, o fotografías artísticas por afamado fotógrafo profesional y/o hasta un posterior viajecito a Francia para que el «crío/a» disfrutara de Eurodisney.
Los preparativos que acaparan el tiempo de tan elaborada «celebración» poco espacio dejan en la mente infantil para «prepararse» interiormente y asimilar lo que realmente significa el recibir el Pan de la Eucaristía que, según la fe que profesamos los católicos, es recibir al mismo Cristo bajo las especies del pan y el vino.
Un periódico madrileño nos enumera los gastos que, antes de la actual «crisis», afrontaban los espléndidos padres cuando llegaba la edad de que un hijo hiciera su Primera Comunión. Sabemos que en los Estados Unidos algunos padres no dudan en hipotecar sus casas para afrontar el costo de una «sonada» boda. En España se ha venido dando un cariz de espectáculo similar al acto de una Primera Comunión, alentado por los negocios que aprovechan el surgimiento de un nuevo filón de ganancias.
Se calcula que, gracias a la crisis, las familias españolas se gastarán un 30% menos en las celebraciones de comunión este año, duplicando el porcentaje del 15% habido el año pasado. A pesar de ello, -y según la noticia ofrecida por ABC Madrid-, «el gasto medio por comunión oscila entre 3.500 y 4.000 euros, dependiendo del número de invitados, calidad de los servicios contratados e incluso del sexo del niño». Sobre este último detalle, desde la popular tienda española «El Corte Inglés» aclaran que «Mientras que el traje de los niños oscila entre 300 y 400 euros, en el caso de las chicas llega hasta los 1.300 euros». Si contamos que hay que sumar zapatos, ropa interior y complementos, «el atuendo de una niña suma otros 200 euros», explican. Hasta los diseñadores de postín se apuntan para ser elegidos con sus creaciones y, por consiguiente, el lujo de una etiqueta hay que pagarlo más caro. ¡No faltaba más!
Oh, pero no se desestima la consideración por aquellos padres que están en el paro (sin trabajo) y por ello ven muy limitadas sus posibilidades económicas. Para ellos, una empresa valenciana ha ideado un atuendo único de 120 euros para trajes de niño, o 150 para vestidos de niña, mientras que los propietarios de restaurantes también tratan de cooperar y ofrecen un menú económico para los banquetes posteriores al banquete eucarístico
No nos olvidemos de las fotografías que habrán de perpetuar el momento y, sobre todo, trajes y celebraciones. Las fotos en un estudio fotográfico pueden conseguirse por unos 60 euros, aunque si se hace un esfuerzo y se pueden pagar 400 euros, el recuerdo se perpetúa al completo con un álbum de fotos digitales y profesionales. ¿Quién va a contentarse con fotos de maquinas digitales de esas que posee cualquier hijo de vecino o, peor aún, con fotos de teléfonos móviles?
Por su parte, el padre Juan Ignacio Rodríguez Trillo, Director del secretariado de Catequesis de la CEE, explicó que la recesión puede ser «una oportunidad» para que los padres «descubran que lo importante de la celebración de la Primera Comunión es la ceremonia religiosa y lo que supone para un niño el acontecimiento de recibir por primera vez al Señor, y no tanto la fiesta». E insistió en que «realmente es desproporcionado lo que se está haciendo no sólo en las Comuniones sino también en los Bautizos, porque la fiesta es relevante pero no tiene por qué dar lugar al despilfarro, por decirlo de alguna manera». En ese sentido aclaró que aunque es «muy normal que se quiera hacer una celebración, eso no significa que tenga que ser una comida en un restaurante o contar con una lista de regalos». «La crisis -añadió- puede ser una oportunidad para recordar a la gente que el sentido de la fiesta puede ser otro: un acontecimiento familiar».
Ana Dolores García
Ilustración; Google
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Mi estimada Lola: Muy acertado tu artículo sobre las primeras comuniones pero conociendo este país te puedo asegurar que aunque los presupuestos sean más bajos, las celebraciones en muchos casos seguirán siendo multitudinarias. Lo que es más lamentable es que familias que tiene a sus hijos en colegios públicos sulen hacer, comparativamente hablando, más gasto que quienes tiene a sus hijos en colegios privados religiosos.
ResponderEliminarEs una pena. Yo he presenciado como un señor pedía un préstamo bancario para ir a la romeria de El Rocio y no para ayudar a su negocio que estaba en quiebra.... esperaria que la Reina de las Marismas lo sacara del atolladero (no fue así).
Afortunadamente hace muchos años (mis hijas nacieron en el 71 y 74 respevtivamente) que no cai en la trampa de sacar esta celebración del más estricto entorno familiar, igual que los bautizos. Todos estos actos se celebraron en mi domicilio (entonces solo disponia de 80 m2, ahora del doble), todos hechos una piña. Y todo para olvidarse al poco tiempo de lo esencial.
Y de las vestimentas de algunas mamás mejor ni hablar....no se como se les permite acompañar a los hijos a recibir la Primera Comunión enseñando y marcando todo lo que no deben. No soy un beato recalcitrante, pero una iglesia no es el sitio más adecuado para enseñar los pechos.
Que quieres que te diga, igual estamos anticuados y estancados en otra época donde había más educación y respeto.
Enhorabuena.
recibe mi cariñoso saludo. Juan