22 de febrero de 2010

Camino de la Cruz

Primera Estación
Jesús es condenado a muerte
Las autoridades judías no podían dictar por si mismas una sentencia de muerte contra Jesús, por eso lo llevaron ante Pilato y se lo entregaron. Pero éste, al saber que era galileo, lo remitió a Herodes, quien después de burlarse de Jesús lo devolvió a Pilato.

Pilato pensaba liberar a Jesús, aplicándole el indulto que solía conceder por Pascua, pero la muchedumbre se puso a gritar «¡Suéltanos a Barrabás!». Pilato les habló de nuevo, pero ellos seguían gritando «¡Crucifícale, crucifícale!» Finalmente, Pilato soltó a Barrabás. Dictó sentencia contra Jesús y lo entregó para que lo crucificaran.

Y así emprendió Jesús el Via Crucis, el Camino de la Cruz, por hacer la voluntad del Padre y para la redención de los hombres.



Jesús sentenciado a muerte.
No bastan sudor, desvelo,
cáliz, corona, flagelo,
todo un pueblo a escarnecerte.
Condenan tu cuerpo inerte,
manso Jesús de mi olvido,
a que, abierto y exprimido,
derrame toda su esencia.
Y a tan cobarde sentencia
prestas en silencio oído.

Y soy yo mismo quien dicto
esa sentencia villana.
De mis propios labios mana
ese negro veredicto.
Yo me declaro convicto.
Yo te negué con Simón.
Te vendí y te hice traición,
con Pilatos y con Judas.
Y aún mis culpas desanudas
y me brindas el perdón.


¿Cuánto miedo tuviste, Señor?

Si el sudor de sangre que había humedecido tu rostro en el huerto y la agonía la estabas viviendo, ¿Cómo pude levantar mi mano contra Ti y apurar la condena? Y sigo con la mano levantada para hacerte morir en cada pobre que no ayudo, en cada gesto de molestia con el otro, en cada ruego que no escucho.

Ni una queja salió de tus labios, ni un reproche.

Dame fuerzas, Señor, para estar junto a Ti, para no quedarme fuera del palacio donde fue tu condena. Para no levantar mi mano contra otros injuriando, murmurando, envidiando.

Tu silencio, tu humildad, las necesito, Señor, para caminar junto a ti, para tomarte la mano y decirte que te quiero en cada instante que pasas a mi lado vestido pobremente, enfermo, con frío, llorando, pidiendo.

Versos: Gerardo Diego
Reflexión: Santiago Soto Obrador
Ilustraciones:
Jesús condenado a muerte, autor desconocido
La flagelación de Jesús, William Bogereau.
Via Crucis, Saint-Anne-de-Beaupré, Québec, Canada
Montaje: Ana Dolores García
Serie/PPS Cuaresma 2009
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