26 de febrero de 2010

 
Camino de la Cruz

Tercera Estación

Jesús cae por primera vez



Mi alma espera en el Señor;
espera en su palabra;
mi alma aguarda el Señor,
más que el centinela la aurora.
(Salmo 129, 5-6)
A tan bárbara congoja
y pesadumbre declinas,
y tus rodillas divinas
se hincan en la tierra roja.
Y no hay nadie que te acoja,
en vano un auxilio imploras.
Vibra en ráfagas sonoras
el látigo del blasfemo,
y en un esfuerzo supremo
lentamente te incorporas.
Como el Cordero que viera
Juan, el dulce evangelista,
así estás ante mi vista
tendido con tu bandera.
Tu mansedumbre a una fiera
venciera y humillaría.
Ya el Cordero se ofrecía
por el mundo y sus pecados.
Con mis pies atropellados
como a un estorbo le hería.
 
 

Las piedas que he puesto en tu senda
y el peso de mis faltas
han doblado tu cuerpo y has caído,
cansado por mi abandono.

Dame fuerzas, Señor, para endulzar el camino
de los que van cargados con sus cruces,
y para aliviarles el peso de sus penas y quebrantos.
 
Dame fuerzas para no abandonar mi propia cruz,
no permitas que me quede acariciando ilusiones,
mientras veo, indolente, cómo otros caen.

Deja que mi cansancio sea el reposo de otros,
y mi dolor sea su alivio.

Y cuando me doble bajo el madero de mi cruz,
acude en mi socorro
para que no me quede sin sostén en mis flaquezas.
 
Versos, Gerardo Diego
Reflexión, Santiago Soto Obrador
Jesús cae por primera vez,
óleo de Raphael, Museo del Prado, Madrid
Tercera Estación, Sainte-Anne-de Beaupré, Québec, Canada
Montaje: Ana Dolores García
Serie/pps Cuaresma 2009 
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