28 de diciembre de 2009


Décimas del peso cubano

Yo soy el peso cubano
y aunque aún me llame así,
hoy queda de lo que fui
tan sólo un recuerdo vano.
Yo era orgullo del cubano
que iba conmigo a un hotel,
a un restaurante, a un burdel;
compraba carros, mansiones,
y hasta el pasaje de aviones.
¡Yo jugaba mi papel!

Yo tuve el mismo valor
que el dólar americano,
siempre a mano de la mano
del pueblo trabajador.
Hoy me duele el deshonor
que se reniegue de mí,
verme desplazado así
del sitio que yo ocupé,
y que tan refrito esté
sin ser ya lo que yo fui.

Pues cuando Castro llegó
haciendo alarde de amigo,
me convirtió en un mendigo
y mi valor destruyó.
Su victoria no bastó
para saciar su arrogancia
y con esa petulancia
de cinismo vil y cruel,
me ha dejado hecho un papel
sin la menor importancia.

Tan destrozado me vi,
que resulto al fin y al cabo
valer menos que un centavo
del peso que siempre fui.
Me arrojan de un puntapié
de cualquier cafetería,
y es tan poca mi valía
que con todo lo que integro
sólo en el mercado negro
compro alguna bobería.

Soy paga del pobre obrero
que no goza de mis bienes:
él vive igual si me tiene
que si no tiene dinero.
Me desprecia el mundo entero;
no alcanzo p’a comprar nada,
-ni siquiera jamonada-,
carne de soya y tal vez
alguna pieza de ropa
que aquí llaman reciclada.

Viaja el dólar de etiqueta
en guaguas que son mansiones,
yo sólo viajo en camiones
camellos y bicicletas.
Al dólar se le respeta:
él es todo un caballero;
donde él llegue, lisonjero ...
-«¿Que desea usted, señor?»
A mí en cambio, ¡Qué horror!:
-«¡No puede entrar, compañero!»

Hoy me siento relegado
a un tercer mísero plano
por otro peso cubano
que es un dólar disfrazado.
El pueblo lo ha bautizado
con el mote de chavito,
pues como a mí, al pobrecito
le pasa de igual manera,
que al salir de mi frontera
no vale ni un centavito.

Y es por eso que reniego
a nombre de un pueblo triste
que no sabe en qué consiste
comer bien y hablar sin miedo.
Que vive mal,sin sosiego,
sin tesón y con desgano,
para que un loco tirano
que al final es su enemigo,
haya acabado conmigo,
el pobre peso cubano.

Autor desconocido
Ilustración www.juanperez.com
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