Pobre Nueva York
Por Zoe Valdés
En medio de un
descalabro mundial de la izquierda nunca antes visto -pues ya sabemos que
en España apenas existe la izquierda desde que Zapatero hundió al país, por
otro lado en Francia ningún otro presidente anterior a François Hollande había
registrado índices de fracaso tan vergonzosos, en Italia ni se habla de los
militantes, y en Estados Unidos Barack Obama barre con el bajísimo nivel de
popularidad el suelo del cuarto de los trastos, y así por el estilo en el resto
del mundo-, en New York, sin embargo, ha ganado la alcaldía un tipo que se dice
demócrata llamado Bill de Blasio. Parece el nombre de un cantante populachero
de esos de los años setenta, como Lupita de Alesio, o algo por el estilo, que
me perdone Lupita.
Pues Che
de Blasio, el camarada, como lo llaman sus amigos y miembros de su partido político,
pasó su luna de miel en Cuba al casarse con la "poetisa negra", tal
como la denomina la prensa en un alarde antirracial que más racista no puede
ser, Chirlaine McCray. El alarde antirracial lo ha encabezado el mismo recién
estrenado alcalde, que no ha vacilado en airear a su mujer negra y a sus hijos
"mestizos", tal como los clasificó la televisión francesa ayer, al mostrar
imágenes de De Blasio luciendo no a la mujer que ama, o sea a su compañera
sentimental y esposa, sino a la "negra intelectual" con la que se
casó y con la que tuvo hijos nada más y nada menos que mulatos, ¡oh, novedad!.
Como si fueran los primeros “mulatos” de Nueva York, como si el Bronx, Harlem y
hasta la Quinta Avenida no hubiesen sido descubiertos hasta hoy.
En fin, que se
comenta que ha ganado un demócrata, un liberal, etc., y todos esos epítetos
politiqueros para engañar, enmascarar la evidencia de lo contrario. Este señor
que pasa su luna de miel en Cuba con su rabiosa "poetisa negra"
comunista no es un demócrata, no, es un colaborador del castrismo y un
comunista, al igual que su mujer, exmiembro de las Panteras Negras,
exlesbiana vociferante de los grupos gays y feministas.
Y ha ganado
porque ha sido votado también por una gran cantidad de inmigrantes que, cómo
iba a ser de otro modo, ya le presentaron la lista de sus “diez deseos”. Estos
inmigrantes, por cierto, son bastante curiosos, esa lista de "diez
deseos" jamás la presentan en sus respectivos países cuando todavía se
encuentran en ellos, ni intentan cambiar las leyes migratorias de sus países tal
como lo intentan hacer en Estados Unidos, y para colmo, en lugar de aportar
alguna utilidad se la pasan pidiendo con las guitarritas entonándoles el
cerebro, viven de las ayudas y las becas, rara vez de su trabajo. Pero a estos
inmigrantes el nuevo alcalde no los lució en su campaña, ni tampoco el
presidente votado en dos ocasiones. Los usan, eso sí, y los dejan tirados como
papel higiénico cuando ya les arrebataron el voto. Pero estos inmigrantes,
desde luego, son tan brillantes que siguen votando a la izquierda con la
esperanza guindada del cortinaje de una ranchera. ¡Allá ellos!
Pobre Nueva
York
Bill de Blasio,
cuyo verdadero nombre es Warren Wilheim Jr., de ascendencia alemana por parte
de padre e italiana del lado materno, es, quién se atreve a dudarlo, un
admirador de Fidel Castro, y un sandinista adorador de la musulmanería.
Sus votantes son, de hecho, una gran cantidad de musulmanes antisemitas, y
también, ¡cómo que no!, los judíos neoyorquinos, siempre tan devotos del
sacrificio. El mulá De Blasio ya declaró
que hará de la ciudad de Nueva York un "paraíso igual para todos" y
la pondrá en un "rumbo absolutamente progresista". Léase igualitario,
o mejor, totalitario; y es que ese discurso ya lo oímos los cubanos. Por
cierto, prepárense para que la Gran Manzana desborde de espías castristas (más
de los que ya hay), y de hombres nuevos de ultramegadiseño raulista. Eso
es lo que trajo el barco.
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