Día de todos los Santos,
su origen
La enorme cantidad de mártires
cristianos que produjo la persecución de Diocleciano, llevó a la Iglesia del siglo IV a establecer
un día para conmemorarlos a todos. La
fecha elegida fue el 21 de febrero.
Posteriormente, en el año 610, la fecha se cambió al 13 de mayo, día en que el
papa Bonifacio IV consagró el Panteón Romano en donde se honraba a los dioses
paganos. El Papa lo convirtió en un templo cristiano llamándolo “Templo de la
Santísima Virgen y de Todos los Mártires”.
Más tarde, el Papa Gregorio III
(731-741) transfirió la fecha al 1 de noviembre, como respuesta a la
celebración pagana del Samhain o Año Nevo Celta, que ahora se conoce como Halloween (víspera de
Todos los Santos), y que se festejaba la noche del 31 de octubre, en la creencia
de que se producía la apertura entre el mundo tangible y el de las tinieblas, y
que los muertos venían a visitar a los vivos.
La conmemoración se amplió a todos los que por su vida de santidad son canonizados oficialmente por la Iglesia, no solamente a los mártires.
La conmemoración se amplió a todos los que por su vida de santidad son canonizados oficialmente por la Iglesia, no solamente a los mártires.
Sin embargo, los Ortodoxos
griegos conmemoran el Día de Todos los Santos en una fecha móvil: el primer
domingo después de Pentecostés.
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