Lucila Rodríguez Herrera
Con
el profundo dolor de haber perdido a una amiga muy querida trasmito, a quienes
hayan podido conocerla en vida, la triste noticia del fallecimiento de Lucila, ocurrido
anoche 29 de octubre (2014) en un hospital de Bellmore, NY, a causa de una neumonía y
otras complicaciones. Según informa su hija Elizabeth en su página
de Facebook, sus restos serán cremados y el funeral se celebrará en fecha que se dará a conocer oportunamente.
Lucila
nació en Camagüey el 23 de febrero de 1932 y estudió bachillerato en el colegio
Teresiano de esa ciudad, graduándonos en 1951. Nuestra amistad comenzó allí en
1946 y, a través de esos cinco años transcurridos en las aulas del colegio, la
amistad se cimentó con el compartir bromas y ratos buenos o temores y desasosiegos de exámenes por
rendir. Luego siguieron cuatro años más de estudiar en nuestras casas y acudir
a La Habana en junio y septiembre para aprobar o no las asignaturas de
Filosofía y Letras en su Universidad, alojándonos en la residencia universitaria
de las Madres del Apostolado. Con Bertha
Porro éramos como tres mosqueteras, siempre con igual propósito, vencido y
obtenido.
Lucila
se casó con Oscar Fariñas el 8 de diciembre de 1958 y se trasladaron a vivir a
Nueva York. Allí nació su hija Elizabeth. Allí también comenzó una nueva vida de
trabajos, estudios y esfuerzos. En su hogar hubo cabida para los padres de Oscar,
recién llegados de Cuba y hasta para su anciana abuelita. Para ello, Lucila y
Oscar contaron con la ayuda decidida de Enrique: hermano, cuñado y tío que
siempre fue apoyo y confidente. Oscar y Enrique murieron a finales de la década de los noventa.
Lucila
sacó tiempo de donde no lo había y logró obtener su título de PhD. Fue catedrática
de Lengua y Literatura Española en la prestigiosa Universidad Fordham en
Nueva York, de donde se jubiló hace algunos años. Siguió viviendo una vida difícil a causa de
su poca salud. Su tesón por vivir ha dejado huella en todos los que la
conocimos.
Le
sobreviven su hija Elizabeth y su nieta Laura, sus primas Carmen Felipe y
Beatriz Rodríguez, y otros primos en Miami y Cuba. Hasta todos ellos mi más
sincera condolencia.
Por
Lucila, mis oraciones al Señor para que su Divina Misericordia recoja su alma y
la conduzca al goce de su eterna Gloria.
Loli, te felicito por haber expresado tus sentimientos de esa manera tan delicada y al mismo tiempo tan detallada. Has dicho lo esencial; pero dejando un sentimiento bien logrado, porque de Lucila pudiéramos escribir un libro de muchas páginas con anécdotas inolvidables. Nunca la olvidaremos, como no hemos olvidado a ninguna de las que nos han precedido en el camino de la eternidad:Nora, Luzdivina, Elvia...
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