Halloween como negocio
Una cultura de consumo que propicia y aprovecha
las oportunidades para hacer negocios, sin importar cómo. Hollywood ha
contribuido a la difusión del Halloween
con una serie de películas en las cuales la violencia gráfica y los asesinatos
crean en el espectador un estado morboso de angustia y ansiedad.
Estas películas
son vistas por adultos y niños, creando en estos últimos miedo y una idea
errónea de la realidad. El Halloween
hoy es, sobre todo, un gran negocio. Máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y
demás artículos necesarios son un motor más que suficiente para que algunos
empresarios fomenten el “consumo del terror”. Se busca además favorecer la
imitación de las costumbres norteamericanas por considerarse que esto está bien
porque este país tiene chapa de “superior”.
Ante todos
estos elementos que componen hoy el Halloween,
vale la pena reflexionar y hacernos algunas preguntas. ¿Qué experiencia (moral o
religiosa) queda en el niño que para “divertirse” ha usado disfraces de
diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados
principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el
cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral? ¿Qué
experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del Halloween?
Es que
nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia,
portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en
donde todos sus elementos hablan de temor, horror, miedo y oscuridad ¿Cómo darle a los hijos una enseñanza
auténtica de la fe cristiana en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan con
un propósito verdaderamente cristiano? ¿Qué podemos enseñarles a los niños
sobre esta fiesta?
Ante la realidad que inunda nuestro medio y que
es promovida sin medida por el consumismo nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos
los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su
presencia y no darle mayor importancia a este “juego”? ¿Debemos prohibirles a
nuestros hijos participar en el Halloween
mientras que sus vecinos y amigos se “divierten”? ¿Serían capaces los niños de
entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a
participar en esto?
Debemos explicarles de manera sencilla y clara,
pero firme, lo negativo que hay en el Halloween
y la manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que
seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los
monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios.
Proponemos a los padres de familia una opción
para sus hijos, pues seguramente los niños querrán salir con sus amigos en la
noche del Halloween: Los niños pueden
disfrazarse de ángeles o santos y preparar pequeñas bolsas con dulces, regalos
o tarjetitas con mensajes y pasar de casa en casa, y en lugar de hacer el “obsequio
o truco” o de pedir dulces, regalarlos a los hogares que visiten.
Aunque este cambio no será sencillo para los
niños, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los
más pequeños tomen como algo natural la connotación negativa del Halloween. Con valor y sentido
cristiano, podemos dar a estas fechas, el significado que
tienen en el marco de nuestra fe.
Los
cristianos debemos no solo desenmascarar el mal sino ser además luz en las
tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la
Fiesta de todos los Santos que
comienza en la noche del 31 de octubre. Los niños se pueden disfrazar de
un santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el fin
de imitarlas. Tradicional y antiguamente en España y en algunas
comunidades de Latinoamérica, solía irse de puerta en puerta
cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para celebrar
misas para las ánimas del Purgatorio.
Fuente: revistaecclesia.com
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