Diez años del expolio del
Centro Cultural en La Habana
Entre los aniversarios que se cumplen el 11 de
septiembre, hay que contar el de la incautación
del Centro Cultural de España en La Habana por las autoridades castristas.
Hace diez años, los funcionarios españoles que trabajaban en él se vieron
obligados a abandonarlo, después de que tres meses antes, Fidel Castro decidiera su cierre,
alarmado por el éxito de las
actividades que en él se desarrollaban tenían entre la población cubana
menos afecta al castrismo e incluso entre algunos cargos del régimen, que
podían mantener algunas tímidas posiciones críticas.
En realidad, la medida de Fidel Castro fue una consecuencia del deterioro de las relaciones entre
España y Cuba, después de que la Unión Europea adoptara una serie de
medidas sancionadoras contra La Habana, a raíz del fusilamiento de tres
secuestradores y de la detención de 75 disidentes en la llamada Primavera
Negra. Castro consideraba que el principal impulsor de esas medidas -que
incluían la invitación a disidentes a las fiestas nacionales de las Embajadas
europeas- era el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar. Algunas fuentes
hablan de que incluso llegó a plantearse la ruptura de relaciones diplomáticas con España. Finalmente, no se
decidió a hacerlo, pero buscó una manera de expresar su malestar a Aznar.
El entonces presidente cubano argumentó que en el
Centro Cultural de España se llevaba a cabo “un programa de actividades no relacionadas con su función original, en
abierto desafío a las leyes e instituciones cubanas”. Sin expresar casos
concretos, el régimen acusaba al Centro de “injerencia” en los asuntos de Cuba y de haberse desviado de su
función original que –entendían- era la de promover la cultura española y no la
cubana.
El Ejecutivo español
rechazó siempre esas acusaciones y en una
nota verbal de protesta entregada a Cuba, lamentaba que se tratara de “impedir
a los propios intelectuales y artistas cubanos el acceso a un espacio plural de
encuentro cultural”. A lo largo de algo más
de ocho años de funcionamiento habían pasado por allí numerosos
intelectuales, pintores, músicos y otros artistas cubanos y españoles. Entre
otros, participaron en sus actividades Joaquín Ruiz Jiménez, Pedro Almodóvar o
Hugo Thomas, por ejemplo.
De nada sirvieron las protestas de España. El
personal del Centro tuvo que abandonar
las instalaciones, ubicadas en el Palacio de las Cariátides, un edificio
situado en el malecón de La Habana, y que había quedado embellecido tras la
rehabilitación llevada a cabo, con una inversión cercana los cuatro
millones de dólares. Diez años después, el
edificio, con un cierto grado de deterioro, alberga el Centro Hispanoamericano
de Cultura, plenamente controlado por las autoridades cubanas.
España, que entonces dijo reservarse el derecho a emprender acciones legales
por la incautación, no ha recibido
ningún tipo de indemnización por parte de Cuba. Seis meses después, el
PSOE ganó las elecciones generales y el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, emprendió una
política de acercamiento al régimen castrista, que, sin embargo, no sirvió para lograr la devolución del
centro.
El actual Gobierno tiene entre sus objetivos
lograr esa devolución de las instalaciones y también lo ha reclamado, pero los
avatares de las relaciones, incluido el “caso Carromero”, no ha propiciado el
mejor escenario para abordar el asunto.
ABC, Madrid
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