10 de febrero de 2013

EN PAZ DESCANSE EL CENTAVO


En paz descanse el centavo

Rev. Martín Añorga

En Canadá ya se ha decretado la muerte de la moneda de a centavo, la que ha dejado de tener valor en el vecino país desde el 4 de febrero. La última moneda canadiense de un centavo fue acuñada el 4 de mayo del 2012, y se estima que debido a su cancelación se ahorrará el fisco canadiense la respetable cantidad de 4 millones de dólares al año. El proyecto en los Estados Unidos de aplicarle la “eutanasia” al viejo centavito con la venerada imagen de Abraham Lincoln ha estado por años bajo discusión y aparentemente la decisión de liquidarlo cada vez se hace más cercana, a pesar de que una notable cantidad de ciudadanos preferiría que se conservara su existencia.

De hecho, ya hay negocios y negociantes que le han impuesto la pena de muerte al centavo antes de que oficialmente se decrete su desaparición. Por ejemplo, en nuestra propia ciudad, el almacén Shell Lumber ha colocado frente a sus cajas recaudadoras un anuncio claramente legible que dice textualmente “no se aceptan centavos”. Hace algunas semanas su dueño, Andy Hasse decidió que “era demasiado”: “Cada segundo cuenta. Estábamos gastando dinero y perdiendo tiempo”, afirma en referencia al tiempo que necesitaban sus empleados para contar los centavos. “Desde entonces, todas las compras se redondean a favor del cliente. Esto reduce un poco las ganancias, pero compensa por el tiempo que tendríamos que pasar contando moneditas”, añade.

No se trata de una decisión local, pues hechos semejantes ocurren en varios otros lugares de la nación. En el conocido sitio para acampar, KOA, en Colorado, tienen en vigor desde el año 2007 la política de no aceptar centavos “No tiene sentido manejar las monedas de a centavo. En la vida real carecen de valor”, dice su dueño Jim Turner, quien afirma que “aquí nadie se ha quejado de la medida”.

Incidentalmente, si hoy día usted se encuentra con una de las oscuras monedita de a centavo con fecha del año 1909, llévela a un experto en numismática, pues pudiera valer varios miles de dólares. Al correr de los años el “penny” (de “penique en inglés), ha adoptado cinco facetas de la vida del presidente Abraham Lincoln: su cabaña de nacimiento, su presidencia, su vida profesional, sus años formativos y su tradicional perfil. Desde el año 1909, en celebración del centenario del amado décimo sexto presidente de los Estados Unidos, nacido el 12 de febrero de 1809, su imagen no ha faltado en la moneda de a centavo. Desde el 1959 hasta el 2008 la imagen en la moneda fue el monumento a Lincoln erigido en Washington. El reverso fue rediseñado en conmemoración del 200 aniversario de Lincoln en 2009, y a partir del 2010 la moneda recobró su diseño tradicional. La famosa monedita, tan venida a menos hoy, mide 19.05 de diámetro y 1.15 milímetro de grueso.

A título de curiosidad compartimos la siguiente información: se estima que existen ciento cincuenta mil millones de monedas de un centavo en Estados Unidos: El total de las mismas tiene un peso equivalente a ocho naves como el Titanic. Si se formara una línea con los centavos existentes, la misma cubriría el 60% de la distancia que hay entre la luna y la tierra, es decir, 232,500 kilómetros.

Edmond Knowles, de Flomaton, Alabama, coleccionó durante 38 años más de un millón trescientos mil “pennies” antes de llevarlos al banco a cambio de $13,084.59 en el año 2005. Se cree que ha sido la historia del mayor canje de centavos en el mundo.

En un artículo de la revista Time con fecha del 4 de febrero se trata extensamente el polémico tema de la probable desaparición del centavo. Empieza el mismo con una referencia a la planta de zinc de 350,000 pies cuadrados, situada a unas cuantas millas de Greenville, en Tenn. Desde el año 1982 la compañía “Jarden Zinc Products Manufacturing” fabrica los discos de metal que se convierten después en la moneda de un centavo en los Estados Unidos.

El valor del centavo ha ido reduciéndose por décadas. En el año 1913 la moneda tenía casi 25 veces el poder de compra que tiene hoy. de acuerdo con el Buró de Estadísticas Laborales. Alrededor del 2006 ya era más caro producir la moneda que el valor que representaba. Actualmente se calcula que cada centavo creado cuesta más de dos centavos y medio. Parcialmente este hecho se debe a la carestía del zinc y al costo laboral de manejarlo. En el año 1982 el zinc reemplazó al cobre como la materia prima para fabricar el disco de a centavo, pero el ahorro se ha desvanecido con el creciente proceso de inflación en el país.

Según la Oficina de Contabilidad General de los Estados Unidos, dos tercios de los centavos en existencia ya están fuera de circulación. Muchos, incluso, desaparecen casi en el momento en que llegan al público. Los centavos suelen ser desechados por los comerciantes y en la mayoría de los casos encuentran su destino en un pomo en el hogar de sus dueños, los que suelen olvidarlos como moneda de valor.

A pesar de las razones fiscales de los que apoyan la despedida del tradicional centavito, hay grupos diseminados en la nación que abogan por su preservación. El grupo “Americanos por el centavo tradicional” (ACC) afirma que el centavo ha sido la base histórica para grandes obras de caridad, y que todavía hoy día hay personas que se dedican a recoger las monedas que se olvidan en el piso o que simplemente son lanzadas a la calle por sus dueños, y que esa labor les ofrece dividendos que ayudan en la economía familiar.

Por otra parte, Robert Whaples, economista de la Universidad Wake Forest, condujo un estudio investigativo por medio del cual fueron consultados alrededor de 200,000 tiendas comúnmente llamadas “de conveniencia”. Su conclusión ha sido que la eliminación del centavo como moneda con valor de circulación, produciría un ahorro anual de 730 millones de dólares en el ámbito comercial nacional.

Hasta cierto punto los economistas y los oficiales del gobierno nos confunden con los números que manejan. Creemos que en el país hay muchas otras avenidas que recorrer para lograr sustanciales ahorros, y que sacrificar al inofensivo centavito que nos recuerda a Lincoln es simplemente una acción aislada que no justificaría el ahorro que produce. Quizás si se menciona un plazo razonablemente espacioso para que vayamos acostumbrándonos a la idea de que el centavito va a lograr permiso definitivo de ausencia, el asunto no sea tan espinoso como lo es actualmente.

En un pueblo ir contra sus tradiciones es un paso que provoca nostalgias, desilusiones y oposición. Borrar del mapa al viejo “penny” es lo mismo que suprimir en un juego de “baseball” el perro caliente o las rositas de maíz en un cine. Espero que por ahora no lleguemos a tanto.

Y para terminar, el consejo necesario: no bote sus “pennies” sin revisarlos. A lo mejor tiene uno del año 1909 y es rico sin saberlo.

Reproducido de libreonline.com

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