1 de abril de 2012

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


Domingo de Ramos
en la Pasión del Señor

Eres Tú, Señor, que entras
a  lomos de un asno, humildemente
y  sin más pretensión que cumplir
la  voluntad de Áquel que te sostiene,
para  celebrar tu pasión, muerte y resurrección
y,  sufrir, llorar y morir
para  que no lo hagamos por siempre nosotros.

 Eres Tú, Señor, que entras,
rodeado  de música y de salmos
con  palmas en las manos, vítores y aclamaciones.
Porque  tus horas tristes, aunque sean grandes,
hoy  son anunciadas y publicadas de esta manera:
siervo  entre los siervos,
pobre entre los más pobres,
obediente hasta la muerte,
dócil en el camino hacia el madero,
fuerte  ante la debilidad de los que te rodean.

Eres Tú, Señor, que entras
y sales  al escenario de la Jerusalén,
la  ciudad que hoy te aclama
y  la urbe que mañana te dará la espalda.
La  ciudad que hoy te bendice
y  el bullicio que mañana gritará: ¡crucifícale!
Avanzas  por esa ciudad, Jerusalén,
que  son las calles por las que nosotros caminamos:
encrucijadas  de falsedades y de engaños,
de  verdades a medias que son grandes mentiras,

Eres Tú, Señor, que entras,
porque  con tu entrada triunfal en Jerusalén
nos  invitas a dejarnos enterrar,
para  que en un amanecer despertemos a la eternidad.
Porque  al ascender por nuestras calles
nos  muestras que en la cruz que te espera,
se  encuentran multitud de respuestas
ante  tantos interrogantes del hombre.

 Javier Leoz, betania.es

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