20 de octubre de 2010


EL PALACIO PRESIDENCIAL DE LA REPÚBLICA DE CUBA

- Ana Dolores García

- El Antiguo Palacio Presidencial de la República Cuba, convertido hoy en “Museo de la Revolución”, fue construido por el arquitecto cubano Rodolfo Maruri y el belga Jean Beleau, a quien también se debe el hermosísimo edificio del Centro Gallego de La Habana.

Los presidentes que había tenido la República hasta su construcción, Tomás Estrada Palma y José Miguel Gómez, habían vivido en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales, es decir, la residencia oficial del más alto mandatario español en los tiempos de la Colonia. Palacio que aún subsiste en la que fuera –y conserva el nombre- Plaza de Armas de La Habana, y que alberga hoy las oficinas del Historiador de la Ciudad. 

Entre tanto y ya desde 1909, el general Ernesto Asbert, que a la sazón desempeñaba el cargo de gobernador de La Habana, había dispuesto la construcción de un edificio que acogiera la sede del Gobierno de la Provincia. 

Esa obra de los arquitectos Maruri y Beleau despertaba la admiración de todos los habaneros y, más aún, de la señora Mariana Seva, convertida en Primera Dama de la Nación por su matrimonio con Mario García Menocal, que fuera el tercer presidente de nuestra historia republicana al asumir el cargo en 1912. 

¿Podría ser posible que el edificio del Gobierno Provincial sobrepasara en belleza y suntuosidad al de la Presidencia de la Nación? Ésta fue probablemente una razón más que suficiente con la que Mariana Seva arguyó para convencer a su esposo. El edificio se destinó, en efecto y desde entonces, a servir de mansión a los más altos dignatarios del país que se sucedieron hasta el 1 de enero de 1959. El Palacio Presidencial de la República de Cuba quedó inaugurado oficialmente en el año 1920 por el propio Mario García Menocal, primer inquilino de tan fastuoso edificio. 

Explica Alberto Boix Comas en su estudio “Así es Cuba” que el edificio puede ser catalogado como un exponente barroco-churrigueresco. Otros autores prefieren calificar su estilo como "ecléctico", pero todos coinciden en el gran realce que le dan sus dimensiones y sus cuatro pisos labrados en piedra blanca tallada, así como la gran cúpula que los remata, adornada con láminas de oro de 18 kilates y revestida con piezas de cerámica vidriada. En su tiempo fue una de las más altas de La Habana y su construcción fue un aditamento no incluido en los planes originales. 


 Salón de los Espejos.
En el techo, alegoría del "Triunfo de la República", 
obra de Armando García Menocal.

El exterior de este palacio no es todo lo que deslumbra, sino también los tesoros artísticos que encierra. Los mejores pintores de la época, como Armando García Menocal, Leopoldo Romañach, Esteban Valderrama y otros no menos importantes decoraron paredes y techos con sus hábiles pinceles. Sobresale en especial la alegoría al “Triunfo de la República” que cubre todo el techo del Salón de los Espejos. Es una obra de 22 metros de largo y 7 de ancho, pintada sobre siete paneles de lienzo que luego de terminados fueron pegados al techo del salón, realizada por Armando García Menocal. 

Los otros detalles de la decoración interior estuvieron a cargo de la casa “Tiffany Studios”. Espléndido marco para esa decoración lo fueron los pisos y escaleras de mármol de Carrara. El presupuesto total de la obra sobrepasó el millón y medio de pesos cubanos, cuyo valor en aquella época igualaba al del dólar. 

El antiguo Palacio Presidencial, el Capitolio Nacional y los edificios del Centro Gallego y del Asturiano, -ninguno en el uso para el cual fueron construidos-, se yerguen con justo orgullo entre las ruinas de La Habana actual. Unas ruinas que no dejan de ser otra cosa que el testimonio elocuente del fracaso de la llamada revolución.

Fotos: www.guije.com, y Flickr

1 comentario:

  1. Anónimo1/23/2012

    muy vonito cuba deberia aver un poquito de mas libertad saludos cubanos los quiero mucho,,,,,,,,,

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