Historia de la guayabera
Ana Dolores García
Cuando las costumbres y las cosas van sumando siglos, lo que más fácilmente sucede es que sus orígenes se difuminen. Sus contornos empiezan a verse suavizados por una neblina que, si no se contrarresta con una concienzuda documentación libre de leyendas e historias superfluas, van deformándose y lo que queda en el fondo de esa nebulosa es simplemente una falacia. A los cubanos nos ha pasado a menudo. Lo hemos experimentado ya con el origen del danzón, nuestro baile nacional, y con la guayabera, una prenda genuinamente cubana, y que de ambos muchos otros países reclaman paternidad. Rectifico: no es necesario el paso de siglos. Muy recientemente nos está sucediendo de nuevo con nuestra música, que ha devenido en ser considerada global y llanamente como “salsa”.
¿Cuándo, dónde y cómo surgió la guayabera, esa prenda de vestir -ya no exclusivamente masculina-, que se usa en todo el Caribe, Venezuela, Panamá, Veracruz, Filipinas, Andalucía y parte de la costa mediterránea?
La tradición más repetida sitúa su nacimiento en Cuba en la región central de la Isla, Sancti Spíritus, a orillas del río Yayabo, que fue el que le dio su nombre original de Yayabera. Así lo explica un escritor espirituano, Rubén Díaz Abreu, y lo relata en un artículo titulado “Por qué la guayabera es puramente cubana”, publicado en (http://www.autentico.org/oa09148.php).
Basado en datos recogidos de historiadores de aquella zona, Díaz-Abreu refiere que en el año 1709 llegó a vivir a la villa un matrimonio granadino formado por Joselillo Pérez Rodríguez y su esposa Encarnación Núñez García, él, alfarero, ella, costurera. A poco de su llegada encargaron a España tela de lino, más a tono con la calurosa temperatura imperante en Cuba, con la que Encarnación hizo a su esposo unas camisas sueltas que se llevaban por encima del pantalón, de mangas largas y cuatro bolsillos, usados originalmente para guardar el tabaco, y mucho después para depositar guayabas.
Sin embargo, otro estudioso de nuestras Historia y costumbres, el Dr. Armando Casadevall, también espirituano, no cree un ápice de tal relato, alegando que ni España permitía el envío de esa clase de género, ni había comunicación marítima posible con el río Yayabo como argüía esa tradición. Es más, se sabe que la libertad de comercio necesaria para la importación de telas de hilo o lino, no comenzó hasta el año 1818. Aduce, asimismo, que «en su villa nunca hubo siembras de guayaba, ni la guayabera fue prenda apropiada para recogerlas».
Entonces, ¿Cuál fue el origen de la guayabera para Casadevall? Pues una especie de chaqueta corta, llamada Chupa, considerada como «la abuela de la guayabera». La Chupa ya era usada en Andalucía como chaleco de cuero, con cuatro faldillas. No puede ser difícil que Joselillo y Encarnación, andaluces granadinos, adaptaran esa Chupa haciéndola más sencilla y fresca.
El caso es que ya en 1856 ó 57 la prenda era conocida en toda la región del Yayabo-Camagüey-Hoguín, y Juan José Nápoles Fajardo, el Cucalambé, le cantaba a la guayabera en unas décimas publicadas en su libro “Rumores del Hórmigo”:
Sin embargo, en 1840 la Condesa de Merlín no la describía aún como prenda de vestir de nuestros guajiros, que tal eran llamados ya nuestros campesinos, mucho antes de la guerra Cubano-Hispano-Americana.
Nuestros mambises la elevaron a prenda independentista, no solamente por el generalizado uso de sus tropas sino por el simbolismo que crearon en su espalda al semejar la bandera cubana: pequeñas alforzas que representaban las tres franjas de la bandera, surgidas de la pieza de los hombros terminada en pico con un botón en el centro, y que remedaba el triángulo y su estrella solitaria.
Con el arribo de la República en 1902, la guayabera siguió haciéndose popular no solamente entre nuestros campesinos. Aunque criticada como prenda poco formal, fue introduciéndose poco a poco en ambientes sociales y oficiales.
Ya para entonces su uso se había hecho común en otros países caribeños y había llegado hasta Panamá, donde la llaman «Panameña», y hasta Yucatán, en México, donde proclaman: «Yucatán es la puerta al mundo Maya y Mérida es la capital mundial de la guayabera». En Veracruz la consideran el traje nacional, Andalucía también la adoptó como propia y los filipinos se esmeraron en bordarla.
En Cuba tuvo períodos de amplia aceptación y otros en los que se le consideró poca cosa para el vestir elegante. En ese empeño de elegantearla, hasta la proveyeron de corbata-lacito. Siendo presidente de la República, el Dr. Ramón Grau San Martín fue un decidido partidario de ella luciéndola con asiduidad, la mayor parte de las veces adornado el cuello por un lacito negro.
Hoy en día en Miami las venden de todos colores y precios. Desde las famosas e insustituibles que fabrica Ramón Puig, hasta las femeninas que, mangas cortas o largas y en diversidad de colores-pastel y diseños, con pantalones o vestidos completos llenos de alforzas, (que hay que comprar en talla XL porque al decir de la vendedora, «corren corto»), traen la inevitable etiqueta «Made in China».
Ana Dolores García
Ilustración: Google
Fuentes:
http://www.mariaargeliavizcaino.com/c-guayaberaorigen.html
http://www.autentico.org/oa09148.php
Cuando las costumbres y las cosas van sumando siglos, lo que más fácilmente sucede es que sus orígenes se difuminen. Sus contornos empiezan a verse suavizados por una neblina que, si no se contrarresta con una concienzuda documentación libre de leyendas e historias superfluas, van deformándose y lo que queda en el fondo de esa nebulosa es simplemente una falacia. A los cubanos nos ha pasado a menudo. Lo hemos experimentado ya con el origen del danzón, nuestro baile nacional, y con la guayabera, una prenda genuinamente cubana, y que de ambos muchos otros países reclaman paternidad. Rectifico: no es necesario el paso de siglos. Muy recientemente nos está sucediendo de nuevo con nuestra música, que ha devenido en ser considerada global y llanamente como “salsa”.
¿Cuándo, dónde y cómo surgió la guayabera, esa prenda de vestir -ya no exclusivamente masculina-, que se usa en todo el Caribe, Venezuela, Panamá, Veracruz, Filipinas, Andalucía y parte de la costa mediterránea?
La tradición más repetida sitúa su nacimiento en Cuba en la región central de la Isla, Sancti Spíritus, a orillas del río Yayabo, que fue el que le dio su nombre original de Yayabera. Así lo explica un escritor espirituano, Rubén Díaz Abreu, y lo relata en un artículo titulado “Por qué la guayabera es puramente cubana”, publicado en (http://www.autentico.org/oa09148.php).
Basado en datos recogidos de historiadores de aquella zona, Díaz-Abreu refiere que en el año 1709 llegó a vivir a la villa un matrimonio granadino formado por Joselillo Pérez Rodríguez y su esposa Encarnación Núñez García, él, alfarero, ella, costurera. A poco de su llegada encargaron a España tela de lino, más a tono con la calurosa temperatura imperante en Cuba, con la que Encarnación hizo a su esposo unas camisas sueltas que se llevaban por encima del pantalón, de mangas largas y cuatro bolsillos, usados originalmente para guardar el tabaco, y mucho después para depositar guayabas.
Sin embargo, otro estudioso de nuestras Historia y costumbres, el Dr. Armando Casadevall, también espirituano, no cree un ápice de tal relato, alegando que ni España permitía el envío de esa clase de género, ni había comunicación marítima posible con el río Yayabo como argüía esa tradición. Es más, se sabe que la libertad de comercio necesaria para la importación de telas de hilo o lino, no comenzó hasta el año 1818. Aduce, asimismo, que «en su villa nunca hubo siembras de guayaba, ni la guayabera fue prenda apropiada para recogerlas».
Entonces, ¿Cuál fue el origen de la guayabera para Casadevall? Pues una especie de chaqueta corta, llamada Chupa, considerada como «la abuela de la guayabera». La Chupa ya era usada en Andalucía como chaleco de cuero, con cuatro faldillas. No puede ser difícil que Joselillo y Encarnación, andaluces granadinos, adaptaran esa Chupa haciéndola más sencilla y fresca.
El caso es que ya en 1856 ó 57 la prenda era conocida en toda la región del Yayabo-Camagüey-Hoguín, y Juan José Nápoles Fajardo, el Cucalambé, le cantaba a la guayabera en unas décimas publicadas en su libro “Rumores del Hórmigo”:
Fuera de sus pantalones
mecíale la fresca brisa
las faldas de su camisa
guarnecida de botones.
Llevaba los zapatos
de pellejo de majá,
flores de guatapaná
en la cinta del sombrero
y el tal hombre era un veguero
de las Vegas de Aguará.
¡Qué bonita guayabera!
¡Qué bonita le quedó!
El sastre que la cortó
es una buena tijera.
Buena fue la costurera
que los puntos le fue dando;
y el que la fue entallando
qué buena mano tenía,
pero ¡es mejor todavía
el que la viene portando!
Y la llaman guayabera
por su nombre tan sencillo
por llenarse los bolsillos
con guayabas cotorreras.
mecíale la fresca brisa
las faldas de su camisa
guarnecida de botones.
Llevaba los zapatos
de pellejo de majá,
flores de guatapaná
en la cinta del sombrero
y el tal hombre era un veguero
de las Vegas de Aguará.
¡Qué bonita guayabera!
¡Qué bonita le quedó!
El sastre que la cortó
es una buena tijera.
Buena fue la costurera
que los puntos le fue dando;
y el que la fue entallando
qué buena mano tenía,
pero ¡es mejor todavía
el que la viene portando!
También se hizo popular esta cuarteta anónima:
Y la llaman guayabera
por su nombre tan sencillo
por llenarse los bolsillos
con guayabas cotorreras.
Sin embargo, en 1840 la Condesa de Merlín no la describía aún como prenda de vestir de nuestros guajiros, que tal eran llamados ya nuestros campesinos, mucho antes de la guerra Cubano-Hispano-Americana.
Nuestros mambises la elevaron a prenda independentista, no solamente por el generalizado uso de sus tropas sino por el simbolismo que crearon en su espalda al semejar la bandera cubana: pequeñas alforzas que representaban las tres franjas de la bandera, surgidas de la pieza de los hombros terminada en pico con un botón en el centro, y que remedaba el triángulo y su estrella solitaria.
Con el arribo de la República en 1902, la guayabera siguió haciéndose popular no solamente entre nuestros campesinos. Aunque criticada como prenda poco formal, fue introduciéndose poco a poco en ambientes sociales y oficiales.
Ya para entonces su uso se había hecho común en otros países caribeños y había llegado hasta Panamá, donde la llaman «Panameña», y hasta Yucatán, en México, donde proclaman: «Yucatán es la puerta al mundo Maya y Mérida es la capital mundial de la guayabera». En Veracruz la consideran el traje nacional, Andalucía también la adoptó como propia y los filipinos se esmeraron en bordarla.
En Cuba tuvo períodos de amplia aceptación y otros en los que se le consideró poca cosa para el vestir elegante. En ese empeño de elegantearla, hasta la proveyeron de corbata-lacito. Siendo presidente de la República, el Dr. Ramón Grau San Martín fue un decidido partidario de ella luciéndola con asiduidad, la mayor parte de las veces adornado el cuello por un lacito negro.
Hoy en día en Miami las venden de todos colores y precios. Desde las famosas e insustituibles que fabrica Ramón Puig, hasta las femeninas que, mangas cortas o largas y en diversidad de colores-pastel y diseños, con pantalones o vestidos completos llenos de alforzas, (que hay que comprar en talla XL porque al decir de la vendedora, «corren corto»), traen la inevitable etiqueta «Made in China».
Ana Dolores García
Ilustración: Google
Fuentes:
http://www.mariaargeliavizcaino.com/c-guayaberaorigen.html
http://www.autentico.org/oa09148.php
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