26 de abril de 2010


El nuevo billete de cien dólares,
mágico


El billete en cuestión combina los últimos avances tecnológicos en diseño e impresión electrónica con detalles de seguridad que le hacen mágico. «Tenemos que ir por delante de los que quieren falsificarlo y creo que lo hemos logrado», senaló un vocero de la Reserva Federal.

Las nuevas medidas de seguridad y la tecnología de "microimpresión" hacen, cuando se observa de cerca, que el billete parezca que se mueve, que la cara de Benjamín Franklin casi te sonría y las cifras del uno y los dos ceros se escurran.

Si se le agita de arriba abajo, los números bailan y si se le sacude de izquierda a derecha parece, incluso, que los ceros se van a caer del billete.

Seguramente todo es una percepción óptica y que por mucho que se le zarandee no hay nada que se mueva. Pero sus diseñadores de la Casa Nacional de Monedas y los agentes del Servicio Secreto, la oficina policial federal que se encarga de perseguir a los falsificadores, quieren enviar un mensaje a los cacos de que es imposible copiarlo.

El Benjamín no se ve habitualmente en las calles norteamericanas y en muchos lugares no se acepta porque hay sospechas de que gran cantidad de que los que circulan son falsos.

No hay nada más que ver la cara de cualquier empleado de un restaurante o de una tienda para constatar las dudas que levanta el billete. Cuando alguien lo entrega para pagar una compra lo aceptan con desagrado y lo tocan, doblan, estiran, miran al trasluz y lo giran varias veces a la espera de que alguno de los detalles se caiga y el verde de su color se difumine.

Ilustración y texto: adn.es
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