Eusebia Cosme,
la voz de ébano en el recuerdo
la voz de ébano en el recuerdo
Lucas Garve
Hay una mujer negra, artista refinada, que traspasó con su arte la frontera de su patria. Conocida como la Voz de Ébano, realizó una carrera plena de éxitos trascendentes hasta poco antes de fallecer en Miami, Florida, en la década de los 70.
Eusebia Adriana Cosme Almanza vio la luz en Santiago de Cuba en 1911. Fue hija única de Leocadia Almanza y de Germán Cosme y quedó huérfana temprana edad. Pero el destino de una estrella es determinante, y una familia santiaguera bien acomodada la recogió y se ocupó de darle una educación a la altura de la época.
Eusebia se fue a vivir a La Habana aún joven, y pudo concluir sus estudios de música y piano, declamación y locución en el Conservatorio Municipal de Arte de La Habana. En 1930, en pleno auge de la poesía vanguardista, la poesía de tema negro se impone y Eusebia Cosme debuta con éxito de público en el legendario teatro Payret, presentada por González Marín.
Prosigue su carrera en la radio, el teatro, y siendo ya una figura conocida, se abren para ella las puertas de la cultura, el Lyceum de La Habana, por ejemplo, donde recibe su consagración como declamadora de poesía de tema negro. Más tarde, en el teatro Principal de la Comedia, obtiene su triunfo en la escena, y desde ese momento su fama crece. Eusebia estuvo presente con su arte de la declamación en todos los escenarios de más prestigio en Cuba.
Ella recorre, de cierto modo, el camino abierto en Cuba por Berta Singermann, pero su preferencia son los poemas de tema negro de Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Félix B. Caignet, de Luís Palés Matos (Puerto Rico), de Andrés Eloy Blanco (Venezuela) y de los prominentes poetas estadounidenses Langston Hughes y Paul Laurence Dunbar, los que apuntalan el éxito de su arte declamatorio.
A partir de 1937, Eusebia Cosme, ya reconocida en la escena cubana, se lanzó a una gira internacional, despegue de una carrera de relieve brillante. En consecuencia, recorrió las capitales de Latinoamérica, Europa y los Estados Unidos para afirmar su triunfo.
En 1940, la artista se radicó en Nueva York. Trabajó en la CBS donde fundó el programa radial El Show de Eusebia Cosme. Pero no olvidó su tierra natal, ni a sus compatriotas, y ayuda a los cubanos artistas que llegaban a Norteamérica. Regresó a La Habana ese mismo año y obtuvo de nuevo, con su voz, múltiples conquistas al ofrecer recitales de poesía al público más exigente de la capital, en el Teatro Auditórium de la Sociedad Pro Arte Musical, y en el Principal de la Comedia.
Consolidada su carrera de declamadora en los años 50, hace radio y televisión e ingresa en 1955 en una compañía de teatro mexicana, para una segunda etapa de su carrera artística internacional que la lanzó al cine mejicano y estadounidense.
Los años 60 fueron sus años de tránsito en el cine, medio donde se destacó en los papeles de la Sra. Ortiz, en el filme El prestamista, de Sidney Lumet (1964); en 1966 interpretó el papel de Mamá Dolores en la película basada en la radio novela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet. Papel que le ganó aún mayores reconocimientos.
En Cuba, hoy, es una desconocida. Siendo ella quien marcó el camino del arte declamatorio, junto al maestro Luis Carbonell, quien la conoció en Nueva York en 1946. Nadie habla de ella en su patria. Sin embargo, la mayoría de sus éxitos los debió a la proyección artística de los males de la época, como la discriminación racial y la desigualdad social.
Fuente: CubaNet
Foto: Google,
Eusebia Cosme en el film «Flores Blancas para mi hermana negra» que protagonizara con Libertad Lamarque
Eusebia Adriana Cosme Almanza vio la luz en Santiago de Cuba en 1911. Fue hija única de Leocadia Almanza y de Germán Cosme y quedó huérfana temprana edad. Pero el destino de una estrella es determinante, y una familia santiaguera bien acomodada la recogió y se ocupó de darle una educación a la altura de la época.
Eusebia se fue a vivir a La Habana aún joven, y pudo concluir sus estudios de música y piano, declamación y locución en el Conservatorio Municipal de Arte de La Habana. En 1930, en pleno auge de la poesía vanguardista, la poesía de tema negro se impone y Eusebia Cosme debuta con éxito de público en el legendario teatro Payret, presentada por González Marín.
Prosigue su carrera en la radio, el teatro, y siendo ya una figura conocida, se abren para ella las puertas de la cultura, el Lyceum de La Habana, por ejemplo, donde recibe su consagración como declamadora de poesía de tema negro. Más tarde, en el teatro Principal de la Comedia, obtiene su triunfo en la escena, y desde ese momento su fama crece. Eusebia estuvo presente con su arte de la declamación en todos los escenarios de más prestigio en Cuba.
Ella recorre, de cierto modo, el camino abierto en Cuba por Berta Singermann, pero su preferencia son los poemas de tema negro de Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Félix B. Caignet, de Luís Palés Matos (Puerto Rico), de Andrés Eloy Blanco (Venezuela) y de los prominentes poetas estadounidenses Langston Hughes y Paul Laurence Dunbar, los que apuntalan el éxito de su arte declamatorio.
A partir de 1937, Eusebia Cosme, ya reconocida en la escena cubana, se lanzó a una gira internacional, despegue de una carrera de relieve brillante. En consecuencia, recorrió las capitales de Latinoamérica, Europa y los Estados Unidos para afirmar su triunfo.
En 1940, la artista se radicó en Nueva York. Trabajó en la CBS donde fundó el programa radial El Show de Eusebia Cosme. Pero no olvidó su tierra natal, ni a sus compatriotas, y ayuda a los cubanos artistas que llegaban a Norteamérica. Regresó a La Habana ese mismo año y obtuvo de nuevo, con su voz, múltiples conquistas al ofrecer recitales de poesía al público más exigente de la capital, en el Teatro Auditórium de la Sociedad Pro Arte Musical, y en el Principal de la Comedia.
Consolidada su carrera de declamadora en los años 50, hace radio y televisión e ingresa en 1955 en una compañía de teatro mexicana, para una segunda etapa de su carrera artística internacional que la lanzó al cine mejicano y estadounidense.
Los años 60 fueron sus años de tránsito en el cine, medio donde se destacó en los papeles de la Sra. Ortiz, en el filme El prestamista, de Sidney Lumet (1964); en 1966 interpretó el papel de Mamá Dolores en la película basada en la radio novela El derecho de nacer, de Félix B. Caignet. Papel que le ganó aún mayores reconocimientos.
En Cuba, hoy, es una desconocida. Siendo ella quien marcó el camino del arte declamatorio, junto al maestro Luis Carbonell, quien la conoció en Nueva York en 1946. Nadie habla de ella en su patria. Sin embargo, la mayoría de sus éxitos los debió a la proyección artística de los males de la época, como la discriminación racial y la desigualdad social.
Fuente: CubaNet
Foto: Google,
Eusebia Cosme en el film «Flores Blancas para mi hermana negra» que protagonizara con Libertad Lamarque
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