Gertrudis Gómez de
Avellaneda,
la primera mujer a la
que la RAE dijo no
Pablo L. Orosa, A Coruña
«Estoy seguro de que habrá más mujeres en la
Academia porque es lo natural, lo normal». Las palabras del secretario general
de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, encierran una
"injusticia" histórica que arrancó en 1853 con una escritora cubana,
la primera a la que la Academia dijo no: Gertrudis Gómez de Avellaneda.
«Fue la
lumbrera del siglo XIX. La dramaturga más importante de la época», subraya a
Efe el guionista de origen cubano Manuel Lorenzo Abdala, quien tras estudiar
varios años la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda ha elaborado un relato
de la vida y obra de la escritora.
Nacida en
Puerto Príncipe, hoy Camagüey (Cuba), el 23 de marzo de 1814, Gertrudis Gómez
de Avellaneda llegó a España en 1836, instalándose en A Coruña. El ambiente
conservador de la ciudad desagradó a la escritora cubana que tras un periplo
por Andalucía decidió fijar su residencia en Sevilla.
En 1840 se
trasladó a Madrid y en solo unos meses se movía ya en los círculos literarios
del Madrid de mitad del XIX con el respeto y admiración de los grandes
intelectuales de la época: Alberto Lista, Juan Nicasio Gallego, Manuel
Quintana, Bernardino Fernández de Velasco, Nicomedes Pastor Díaz o José
Zorrilla.
El éxito
literario alcanzado en aquellos años, con obras como "La verdad vence
apariencias" (1852), "Errores del corazón" (1852), "El
donativo del diablo" (1852) o "La hija de las flores" (1852) y
"La Aventurera" (1853) no fueron argumento suficiente para convencer
a los académicos de que Gertrudis -entonces era el propio interesado el que
proponía su candidatura- merecía entrar a formar parte de la academia.
Intensos
debates sobrevinieron a su propuesta. La propia escritora avivó la polémica:
"La presunción es ridícula, no es patrimonio exclusivo de ningún sexo, lo
es de la ignorancia y de la tontería, que aunque tiene nombres femeninos, no
son por eso mujeres".
La
reacción de los académicos fue categórica: en la Academia no había plazas para
mujeres. Esa norma, nunca escrita, se aplicó a las que posteriormente lo
intentaron: Emilia Pardo Bazán o María Moliner. No fue hasta 1979 cuando la RAE
aceptó el ingreso de la primera mujer en la institución: Carmen Conde.
Después lo
hicieron Elena Quiroga, en 1984, y Ana María Matute, en 1998. Dos años más
tarde sería elegida académica la historiadora Carmen Iglesias y en 2001, la
científica Margarita Salas.
Para
Gertrudis Gómez de Avellaneda era ya demasiado tarde. Su figura había caído en
el olvido desterrada de la memoria colectiva por su condición de
"apátrida" tras el desastre del 98.
«En Cuba
la veían como española y en España como cubana», apunta Abdala a Efe.
El
recuerdo de Gertrudis, la más famosa de las escritoras de mitad del XIX, fue
diluyéndose sin que hoy pocos la incluyan junto a Rosalía de Castro o Gustavo
Adolfo Bécquer como representantes del romanticismo español. «Es una
injusticia», subraya Abdala, aludiendo a las palabras del máximo responsable de
la RAE.
Por ello,
coincidiendo con el tricentenario de la institución y el bicentenario del
nacimiento de la autora cubana, Abdala ha reclamado la inclusión de Gertrudis
Gómez de Avellaneda como "Académica honorífica", un reconocimiento
que hasta ahora ha sido concedido a doce hombres -además del caso excepcional
de María Isidra de Guzmán, admitida como académica honoraria en 1784 pero que
nunca llegó a ocupar el sillón honorario-.
Un sillón
que vendría a resarcir un olvido histórico, apostilla Abdala.
Reproducido de La Razón, Madrid
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