1 de febrero de 2013

MONS. ADOLFO RODRIGUEZ HERRERA


 MONS. ADOLFO RODRÍGUEZ HERRERA

Mons. Adolfo Rodríguez Herrera fue el cuarto obispo en la historia de nuestra diócesis y nuestro primer obispo nativo. Nacido en Minas, provincia de Camagüey, el 9 de abril de 1924, Mons. Adolfo, -como cariñosa y respetuosamente le llamábamos sus feligreses-, estudió en los seminarios "Santa María" de Camagüey, "San Basilio Magno" de Santiago de Cuba y "El Buen pastor" de La Habana, de donde pasó a la Universidad Pontificia de Comillas en Cantabria, España.  

Allí fue ordenado sacerdote el 18 de julio de 1948 por Mons. Manuel Hurtado, obispo de Tarazona, diócesis de la provincia de Zaragoza, España.  Regresó a Camagüey ese mismo año y comenzó a ejercer su sacerdocio como Coadjutor de la Santa Iglesia Catedral. Más tarde, en 1950, fue nombrado párroco de Vertientes y asesor diocesano de la Federación de la Juventud Católica. Más tarde fue párroco de Ciego de Ávila, vicario general de Camagüey y gobernador eclesiástico de la diócesis por la ausencia del Obispo Carlos Riu Anglés.

 El 27 de mayo de 1963, S.S. Juan XXIII lo nombró Obispo Titular de Tiberiópolis y Auxiliar de Camagüey y  fue consagrado como tal en la Santa Iglesia Catedral de Camagüey el día 16 de julio de 1963. S.S. Pablo VI lo nombró Obispo Titular de Camagüey el 10 de septiembre de 1964.

Durante sus casi treinta y seis años al frente de la Diócesis, Mons. Rodríguez Herrera desarrolló una excepcional acción pastoral afrontando situaciones adversas y difíciles, al contar con un clero insuficiente para cubrir las necesidades espirituales de sus fieles. Su incondicional confianza en Dios (su lema en el escudo episcopal era la cita bíblica "Es bueno confiar en el Señor") le ayudó a cumplir con creces el mandato divino de "apacienta mi ovejas" que aceptó al recibir el báculo de obispo.

Cuando la diócesis fue elevada al rango de arzobispado metropolitano por el Papa Juan Pablo II el 5 de diciembre de 1998, fue nombrado primer arzobispo de Camagüey y recibió el palio arzobispal de manos del propio Juan Pablo II el 29 de junio de 1999 en la basílica de San Pedro en el Vaticano.  Ejerció como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba durante el período 1999-2001.

El 10 de junio de 2002, el Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis por razón de su edad, en conformidad al canon 401, párrafo 1, del Código de Derecho Canónico.

Falleció el 10 de mayo de 2003 a consecuencia de un paro cardíaco  en   su residencia en la calle  Cisneros, Camagüey, a su regreso de asistir a un enfermo. El funeral se celebró en la catedral  al siguiente día en horas de la tarde, en lo que fue una impresionante manifestación de duelo del pueblo camagüeyano. A continuación su féretro fue llevado en hombros hasta el cementerio general de la ciudad, contiguo a la iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Sus restos fueron trasladados posteriormente a la catedral de Camagüey.  

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