La ideología de prohibir
Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, nov´13 www.cubanet.org -Acerca de las absurdas y
mojigatas limitaciones impuestas a los alumnos de la Facultad de
Comunicaciones, escribía recientemente Elaine Díaz en su blog: “…los decisores
políticos se escandalizan con las cosas de los estudiantes como si la
Revolución se viniera abajo la próxima semana. Habría que preguntarse qué clase
de Revolución se viene abajo por tan poco.”
La respuesta es sencilla: una
revolución como la de Fidel Castro, que hace mucho dejó de serlo para
convertirse en una dictadura chantajista y mezquina, que si ha logrado
mantenerse 54 años en el poder es precisamente porque le teme a todo lo diferente,
se cierra a cal y canto, y no vacila en reprimir, lo mismo a un
estudiante indócil que piensa con su cabeza que a las Damas de Blanco, que para
los esbirros de la Seguridad del Estado todos son lo mismo: peligrosos enemigos
de una revolución tan frágil que no puede tolerar algo que difiera un ápice de
las ordenanzas oficiales.
Además, en su aberrante
paranoia le temen a los libros, las canciones, las artes plásticas, los blogs,
Facebook y la Internet en general. Y también a las películas en 3D.
Los mini-cines privados que las proyectaban han sido prohibidos, sin importar
las personas que perderán el dinero que habían invertido ni las que quedarán
sin trabajo. Alegaron que estos cines nunca habían sido autorizados
oficialmente, así es que ni siquiera les dieron un plazo para cerrar.
¡Allá los ilusos que pensaban
que habían quedado atrás las prohibiciones por razones ideológicas!
Algunos piensan que detrás de
la prohibición de los cines en 3D, como en el caso de la ropa importada de
Ecuador o Miami que venden los particulares, está el deseo del Estado de
eliminar la competencia de los particulares. Pero no nos engañemos: las razones
son más ideológicas que meramente comerciales. Tan ideológicas como cuando en
los 60 prohibieron la música norteamericana y por extensión la británica
también, The Beatles incluidos, faltara más.
La prohibición de los
mini-cines se veía venir. Hacía varios días, un extenso artículo (3 260
palabras) de Juventud Rebelde, el periódico de la Juventud Comunista, mostraba
la preocupación oficial al respecto. Citaba a Fernando Rojas, viceministro de
Cultura, quien acusaba a estas salas de video de promover “la frivolidad, la
mediocridad, la pseudo-cultura y la banalidad”. A pesar de que el viceministro
se pronunciaba por regular antes que prohibir, finalmente el régimen se decidió
por lo segundo.
Así, una vez más, un puñado de intelectualoides sumisos y engreídos, a
nombre de sus obsoletos jefazos, incultos y sin una gota de clase, que
han haitianizado y lo que es peor, barbarizado el país, se arrogan el derecho a
convertirse en árbitros de la calidad cultural y el buen gusto.
No es que les falte razón a los
comisarios culturales cuando dicen que en estas salas primaban los productos
banales y de baja calidad. Pero esos productos no son muy diferentes de las
películas y series pirateadas que pasan por la TV cubana o que se exhiben en
los pocos y deteriorados cines que quedan. Porque el cine high-brow (ay,Huxley)
que dicen algunos corresponsales extranjeros se ve en La Habana es bastante
escaso. Solo se ve cine de autor y películas de cierta calidad en algunos
programas televisivos, en contados ciclos cinematográficos a los que muy pocos
van y en los Festivales del Nuevo Cine Latinoamericano, que cada vez va peor y
que ahora, sin Alfredo Guevara, está en veremos.
El interés de los comisarios en
cultivarnos el gusto (siempre dentro de las coordenadas morales e ideológicas
del sistema) para hacernos “el pueblo más culto del planeta”, por falta de
organicidad y coherencia, pero sobre todo de sinceridad, ha fracasado en toda
la línea. A los aseres les resbalan
por el carapacho la Universidad para Todos, el ballet, la música sinfónica y de
cámara, el jazz y el cine de autor. Ellos prefieren el reguetón, los muñequitos Manga y las películas de vampiros y de
Jackie Chang. Y si tienen el dinero, “ponerse los espejuelitos” y ver Avatar y
Ice Age en 3D.
Las prohibiciones no van a
conseguir adecentar a los cubanos y cultivarles el gusto. Solo harán más
aburridas y miserables sus vidas. Particularmente las de los jóvenes. Tal vez
los jefes piensen que así les será más fácil controlarlos. ¡Vaya ideas que se
les ocurren!
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