Dos monedas, dos realidades
Por
Yoani Sánchez
La
señora cuenta las monedas antes de salir de casa: tiene cincuenta y cinco
centavos de pesos convertibles. Es el equivalente al salario de toda una
jornada laboral y apenas si ocupa una pequeña parte de su bolsillo. Ya sabe qué
va a comprar… lo mismo de siempre. Tiene para dos cuadritos concentrados de
sopa con sabor a pollo y para un jabón de baño. De manera que ocho horas de
trabajo le servirán sólo para darle gusto al arroz y lograr un poco de espuma
en el baño. Pertenece a esa Cuba que aún calcula cada precio a partir de la
moneda nacional, a una parte del país que carece de remesas, privilegios,
familiares en el extranjero, negocios privados o entradas ilegales.
Justo
antes de llegar a la tienda para comprar sus cubitos Maggi, se queda mirando a
los que toman cerveza en la cafetería. Cada lata de esa refrescante bebida
equivale a dos jornadas de trabajo. Sin embargo el lugar está lleno, abarrotado
de parejas o grupos de hombres que hablan alto, beben, degustan algún entremés.
Es la otra Cuba, con moneda fuerte, con parientes en el extranjero, con
empresas por cuenta propia o alguna entrada económica ilícita. El abismo entre
ambas es tal, el divorcio tan mayúsculo que parecen discurrir sin tocarse.
Tienen miedos propios, sueños diferentes.
Cuando
esta semana se anunció el principio de un cronograma para erradicar la dualidad
monetaria, los dos países que convergen en esta Isla reaccionaron de forma
diferente. La Cuba que sólo vive de su mísero salario sintió que al fin se le
empezaba a poner fecha final a una injusticia. Son aquellos que no pueden
siquiera imprimir una foto del día de su cumpleaños, costearse un taxi
colectivo ni imaginarse viajando a ningún lado. Para ellos, todo proceso de
unificación de las monedas sólo entraña esperanzas, pues ya no podrían estar
peor que ahora. El otro país en pesos convertibles recibió la noticia con mayor
cautela. ¿A cuánto quedará la relación cambiaria con el dólar o el euro?
¿Cuánto se devaluará el poder adquisitivo de los que hoy viven mejor?… pensó
con pragmatismo.
En una
sociedad donde los abismos sociales son cada vez más insondables y las
desigualdades económicas se acrecientan, ninguna medida ayuda a todos, ninguna
flexibilización le hace la vida mejor a cada cual. Veinte años de esquizofrenia
monetaria han creado también dos hemisferios, dos mundos. Habrá que ver si un
simple cambio de billetes podrá aproximar esos dos países que están incluidos
en nuestra realidad, acercar esas dos dimensiones. Lograr que la señora que
come -casi siempre- arroz con cuadrito de sopa, pueda un día sentarse en la
cafetería y pedir una cerveza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario