La commedia è finita,
la tragedia sigue
Ana Dolores García
La puesta en escena duró tres días e incluyó mucha fanfarria, recibimiento militar, exhibiciones de ballet, apretones de manos hipócritas, intercambio de regalos y entrevistas no programadas o tal vez no deseadas para las que hubo que fabricar tiempo en atención a los dos moribundos, mientras que no quedaba tiempo para otras cosas que pudieran ocasionar disgusto.
La puesta en escena duró tres días e incluyó mucha fanfarria, recibimiento militar, exhibiciones de ballet, apretones de manos hipócritas, intercambio de regalos y entrevistas no programadas o tal vez no deseadas para las que hubo que fabricar tiempo en atención a los dos moribundos, mientras que no quedaba tiempo para otras cosas que pudieran ocasionar disgusto.
La puesta en
escena, muy bien planeada. Todo bien atado y medido. Un orden perfecto porque
nuestro pueblo está bien entrenado para obedecer, aparte de que muchos de los extras
que aparecían en las escenas de las plazas sabían muy bien su libreto: vigilar
el silencio. El silencio de los obedientes, que habían sido advertidos de
portarse bien y de que oyeran el mensaje que
el Papa les traía. Silencio que se unía al de los que estaban allí exclusivamente por mandato.
Una muestra
magistral de poderío e intimidación, para cuyo preparativo se emplearon días y
días de amenazas y encierros. Todo salió
a pedir de boca de quienes montaron la puesta en escena. Lástima que lo echara
a perder un asalariado del imperio que se atrevió a gritar contra el comunismo
en la plaza Antonio Maceo de Santiago antes de que el Papa comenzara la Misa, y
antes de que le entraran a golpes los agentes de seguridad, uno de ellos
disfrazado de miembro de la Cruz Roja. O el grupito que llegó a corear “Libertad”
en la Plaza Cívica de La Habana cuando ya el Papa marchaba al concluir la liturgia.
La palabra del
Papa Benedicto se repetirá (y se rumiará, como un sacerdote comentarista de la
televisión aconsejara), en los círculos semicerrados de los templos y las casas
de misión. "Semi" cerrados, porque ninguno de ellos deja de estar infiltrado. Para
los extras de las plazas, los que fueron movidos por la curiosidad, o por las órdenes
que recibieron, poco quedará de la palabra del Papa.
Los mensajes
que ha dejado Benedicto, cautelosos y crípticos, son para leerse en sus
entrelíneas. A su libreto, aunque de
factura independiente de los directores de la comedia, no le quedó más remedio
que avenirse a la generalidad para no herir susceptibilidades, como cuando
recordó a los presos y a quienes no podían estar presentes en la Misa. Así y
todo fueron mensajes de esperanza y, a pesar de sus años y el cansancio de su
voz, habló fuerte de la única Verdad que es la de Cristo: la única que puede conducirnos
a la plena libertad. Libertad, una palabra que mencionó más de catorce veces en
su homilía en La Habana. Pero de contra, ya se sabe que por un fallo técnico la
homilía se oyó defectuosamente en la plaza. ¿Cómo pudo haber habido un fallo técnico en
la difusión del mensaje papal, cuando todos los detalles habían sido preparados
tan minuciosamente?
No le quedó más
remedio al anciano Pontífice que actuar el papel que le habían señalado. Desempeñándolo,
es casi seguro que concedan a la Iglesia de Cuba un poco más de espacio y
declaren el Viernes Santo día de asueto. Tal vez no sea este año, pues las empresas
del gobierno (todas son del gobierno) acaban de regalar dos días a sus
empleados para que acudieran en masa a las Misas y la tele mundial pudiera
enseñar la libertad religiosa que nos gastamos. ¿Instrucción religiosa en las
escuelas, o implementación de escuelas privadas? Para esos cambios habrá que ir
más despacio, tal como el mismo Papa recomienda para los cambios que se dice
han de venir.
El avión de Ali
Italia ya va cruzando el mar. En Cuba, las Damas de Blanco volverán a ser
hostigadas en su dominical asistencia a las iglesias y los disidentes seguirán
siendo calumniados y asediados. La reconciliación permanecerá como un tema de propaganda mientras nadie se
atreva a hablar mal del gobierno donde lo oigan.
Y ya nos
cuidaremos de que no nos roben la sonrisa.
La commedia è finita, la tragedia
sigue.
Excelente exposición, la mejor que he leído.
ResponderEliminarMaría del Carmen Expósito
¡BRAVO! ¡BRAVO! ¡BRAVO!
ResponderEliminar!Magnifico!
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