18 de febrero de 2011



LOS MADEROS  DE SAN  JUAN.

- Apenas nacemos y, además de la leche materna, también empezamos a mamar la cultura que nos tocó en suerte. Los primeros tragos son los arrullos que brotan de los labios maternos, dulce recurso para sacarnos de circulación por un rato y así darles un respiro a las madres en esa agotadora tarea de cuidar a un bebé. Ya más creciditos, llega el turno de las abuelas que nos recetan cantillos sacados de lo más profundo de la memoria popular. Uno de ellos: Los Maderos de San Juan.

Sentados en las rodillas de la abuela y viéndola de frente, empezaba un bamboleo que se acompañaba con un canto del que hay muchas variantes pero que más o menos dice así:

Los Maderos de San Juan
piden pan y no les dan
les dan  hueso y se  atora en el pescuezo
y se ponen a llorar en la puerta del zaguán
Aserrín, aserrán y a la triqui triqui trán….

Muy surrealista eso de que unos maderos puedan pedir pan y sobre todo que tengan pescuezo y se pongan a llorar. Pero podremos entenderlo después de conocer la siguiente historia:

Cuando el cristianismo se instaló en Europa, nació la costumbre de hacer peregrinación a Roma, capital del cristianismo;  por eso a esos  viajes los llamaron romerías y a los peregrinos romeros [Roma > romeros]. Pasó el tiempo y se establecieron otros centros de veneración y aunque ya no se trataba de Roma, a las peregrinaciones se les siguió llamando romerías.

Así, entre otros, hubo romeros de Santiago y también romeros de San Juan. Estos últimos, durante su viaje iban prendiendo grandes hogueras, en un sincretismo con antiguas costumbres celtas que intentaban con esto darle una ayudita al sol, en el momento que parecía debilitarse a partir del solsticio de verano.

Como todos los demás, los romeros de San Juan para subsistir iban por el camino pidiendo vino, pidiendo pan y aserrando maderos para construir sus fogatas. De estas circunstancias nació el canto infantil que en versiones más antiguas contenía versos como:

Los romeros de San Juan
unos vienen y otros van.
Los que vienen piden vino
y los que van piden pan.

Y como reminiscencia de los romeros aserrando árboles para hacer las fogatas:

Aserrín, aserrán
los romeros de San Juan
los del rey sierran bien
los de la reina también.
Los del duque ruque, truque.

Ahora podemos entender que ese vaivén con el que las abuelas acompañaban al canto, son remembranza de los romeros aserrando árboles; se guarda también la memoria de ellos pidiendo vino y pidiendo pan.

Como suele ocurrir en los cantos populares, en cierto momento se confundió romero con madero dando lugar a la canción que habla de unos maderos con pescuezo y que cuando no les dan pan, se ponen a llorar.

Reproducido de
http://capsuladelengua.wordpress.com
Colaboración de Gladys Gutiérrez

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