30 de enero de 2011

Postales a Lorca


- Las postales, casi en desuso, eran la mejor manera de decirle a alguien que se le tenía presente en la distancia. Pero si el que las escribe o recibe es alguien como Federico García-Lorca, son eso y mucho más. 

Las postales eran en 1900 lo que ahora son los SMS y los e-mails: básicas para comunicarse. Además, como no había televisión, y los periódicos -poco más que gacetillas- no llevaban fotografías, todo el mundo tenía la costumbre de coleccionarlas en un afán de cartografiar el mundo que iban descubriendo amigos y conocidos.

El poeta Federico García Lorca no estuvo al margen de esa moda, y usaba las postales para mandar y recibir breves mensajes de familiares y compañeros desde París, Nueva York, Guatemala, México y Madrid, entre muchos otros destinos. Las familias García Lorca y De los Ríos han conservado unos 800 de esos documentos de correspondencia entre el poeta y allegados, y hasta el 13 de marzo se puede ver una selección en el Espacio Caja Madrid, de Aranjuez -luego itinerará por los centros culturales de la entidad en Zaragoza y Ciudad Real-.

Un Lorca más cercano

Al estar distribuidas de forma  cronológica, las postales van trazando la vida de Lorca desde una perspectiva alternativa: la de los viajes, las estancias en el extranjero, la de sus preocupaciones diarias -que comentaba a los artista coetáneos-, y la de las novedades domésticas de su familia que, al estar lejos, le iban poniendo al día mediante tarjetas postales.

También se descubre un Lorca amistoso, al que Gerardo Diego no duda en llamar simplemente "¡¡¡sinvergüenza!!!"en una postal mandada desde Gijón, donde él hacía de catedrático de Lengua y Literatura, y un Lorca despistado al que su hermano le reclama noticias con aire jocoso ("Yo escribo poco, pero tú mucho menos. Si no escribes no vuelvo a acusar señales ni de vida. Paco", le dice su hermano menor).

Con su madre, los Lorca guardaban más las formas, y le mandaban postales que luego podían ser amuletos, al estar ilustradas con santos, como la Purísima Concepción, y les contaba a sus padres, Federico, que estaba "perfectamente", en Barcelona, sin mucho que contar pero escribiéndoles porque "no quiero que pasen días sin que sepáis de mí". Esos centenares de postales trazan, en definitiva, la vida del Lorca hijo, amigo y colega. Porque Lorca eran muchos, y aquí se descubrirán a unos cuantos más.

De ADN.es

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