El domingo de las bienaventuranzas
- Hazme bienaventurado, Señor,
con las antenas de mi vida en dirección a Ti,
y descubriendo que en la pobreza de espíritu
brota la riqueza que tú quieres en mí.
Abriéndome a Ti para no perderme,
y sabiendo que la felicidad
no siempre se alcanza en lo que el mundo me ofrece.
Que en el dolor sepa descubrir tu mano
Que en el dolor sepa descubrir tu mano
y, en el de los demás, que salga a su encuentro la mía.
Que en el llanto llore mi alma solidaria
y, en la persecución, sepa sentir tu presencia.
Hazme bienaventurado, Señor,
sencillo y humilde
para desde la simplicidad y la fidelidad,
encontrarte y hacerte de mi vida mi confidente;
y en la tribulación fuerte y combativo,
para que nunca la cruz
sea más grande que mis fuerzas,
para soportarla y hacerle frente.
Hazme bienaventurado, Señor,
imprime en mi corazón el color de tu amor
y en mi alma el brillo del Evangelio,
en mis pies la huella que marcan tus caminos,
y en mis ojos el deseo de mirarte para no perderte.
Hazme bienaventurado, Señor,
feliz, por estar junto a ti.
Feliz, de hacer lo que te gusta a Ti.
Feliz, por ir contracorriente.
¡Hazme bienaventurado, Señor!
Javier Leoz,
www.betania.es
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