31 de enero de 2011

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- ¿HA CAPITULADO LA IGLESIA CUBANA? -

Por Eduardo Mesa

El pasado 28 de diciembre participé en un encuentro con un grupo de laicos provenientes de la Isla, estas personas nos contaron sobre el trabajo pastoral que se realiza en cientos de casas de misión, nos contaron sobre programas de formación para la familia, sobre gestiones con las autoridades locales e incipientes proyectos para mejorar los niveles de comunicación entre la Isla y la diáspora.

Les pregunté a esos hermanos si había mermado la estima del pueblo por la Institución, me respondieron que no; según ellos, la Iglesia llega a done nadie va. Entre otras experiencias narraron esta: en uno de los pueblos con presencia misionera han instalado una lavadora para la ropa e las personas mayores, cocinan para catorce ancianos y tienen la catequesis para una treintena de niños y jóvenes. Un domingo cada quince días el cura celebra la misa y cuando el cura no pueda ir, algún misionero laico realiza una celebración de la Palabra. A los niños y jóvenes, además de la catequesis se les forma en valores. Este ejemplo se reproduce a lo largo y ancho del territorio nacional.

Sé por otros amigos sacerdotes, religiosas y laicos, con los que he hablado en los últimos meses, que funcionan en todas las diócesis experiencias educativas y proyectos de promoción humana y social, avalados algunos de ellos por prestigiosas universidades extranjeras. Se han creado comedores para ancianos, guarderías y otros servicios para los más necesitados, además de todo lo que ocurre en el ámbito de las parroquias.

¿De dónde sacó entonces el Sr. Farrar que la Iglesia ha capitulado? ¿Qué entiende el Sr. Farrar por capitulación? Y una última pregunta: ¿Es algo excepcional que los diplomáticos tengan una comprensión tan limitada de la realidad eclesial o eso es lo habitual?

Los cables de Wikileaks sobre la Iglesia Católica en Cuba divulgados ampliamente por el diario español El País y por otros medios no aportan novedad alguna, si acaso, confirman algo que ya sabíamos: la iglesia cubana tiene como prioridad fortalecer sus estructuras pastorales y evita desafiar al régimen.

¿Evita el desafío porque es una Institución interesada y miserable que sólo piensa en su propio beneficio? No, todo lo contrario, la iglesia cree que Cuba necesita un cambio profundo, un cambio que supere al de los poderes establecidos, un cambio que comience en nuestros corazones. Para propiciar este cambio la Iglesia necesita consolidar y potenciar sus estructuras pastorales todavía insuficientes.

Con los medios a su alcance la iglesia Católica va consiguiendo nuevos espacios, unos espacios todavía insuficientes pero revestidos de un importante significado en el orden del progreso político y jurídico que comienza a gestarse en las mismas entrañas el totalitarismo: el reconocimiento del derecho a la libertad religiosa.

Esta ampliación y reconocimiento de la libertad religiosa que está ocurriendo en la Isla abre una brecha para el reconocimiento y restauración de los demás derechos y libertades que han sido conculcados; como diría un viejo amigo: La marea, cuando sube, sube para todos los botes.

La Iglesia en Cuba desea y promueve el cambio, y es que los cubanos necesitamos cambiar para sustituir la arrogancia crítica por el respeto al esfuerzo ajeno, la elocuencia –que no siempre corre pareja a nuestro valor- por la escucha, el protagonismo por la concertación. Porque es tiempo de mirar la realidad de Cuba tan cual es y aceptar que ante ese laboratorio del envilecimiento colectivo, que mantienen funcionando los Castro y su pandilla, la Iglesia es la Institución que más trabaja por impedir que dicho envilecimiento sea definitivo. Un pueblo envilecido es lo que interesa al castrismo y sus nuevos gerentes, un pueblo-finca que se ofrece y se ofrecerá a otros. Una plaza abierta para los negocios sin ley y sin ética, el paraíso de los mercaderes inescrupulosos.

Cuando atacamos a la Iglesia Católica Cubana, cuando participamos de las frecuentes campañas de desprestigio que se realizan contra sus pastores, estamos machacando contra los intereses del pueblo cubano, estamos obrando en la ceguera, la insensatez y el egoísmo. El arzobispo Tomas Wenski dice con frecuencia una frase, una petición que hoy repito: Esperanza para Cuba. La Iglesia, que es vieja y testaruda, sabe que sin Esperanza y sin valores no hay cambio perdurable.

La Iglesia Católica cubana predica la Esperanza en un lugar que muere, acompaña, alienta y educa. Ella puede hacer más, también nosotros podemos hacer más, mucho más.

Eduardo Mesa
www.lacasacuba.com

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