8 de febrero de 2010


El alma trémula y sola

Por Marlene María Pérez Mateo

Mil ochocientos noventa y uno da a la luz la más carismática muestra de esplendor en la obra martiana: "Versos Sencillos", "Nuestra América, "Los Pinos Nuevos": van a formar el encrespado mundo de las letras donde Cuba y América fueron amor y agonía.

Narrar sus "Memorias" es siempre reto para todo hombre. El género biográfico difícil y comprometedor ha arrancado a muchos escritores las más íntimas páginas de su existir. Es real y fantasioso a la vez, el volver los ojos hacia adentro en el mundo de sí mismo, comprometidos con la sinceridad y enjuiciados por los que esperan encontrar el ideal de una vida.

No sabemos si para Martí, en aquel verano de 1890 esta empresa resultara fácil, ni siquiera si se la propuso al escribir un libro de cuarenta y seis poemas enumerados, dedicado a dos de sus mejores amigos: Manuel Mercado de México y Enrique Estránzulas del Paraguay, en un refugio campestre de las montanas de Catskill, cuando ".....enfermo, en mortal agonía, deambulando por las agrestes soledades, en plena comunión con lo divino, rememora su pasado con la pureza de perspectiva que el tiempo pone en los hechos. De cuanto lo ha herido o ilusionado, escribe síntesis sustanciosas. Cada página es un guión de su existencia y, todas juntas, precioso breviario de un alma que en medio de las mayores crudezas alcanza la quietud y la serenidad de las que saben que la tierra no es morada."(*4)

Permítome llegar hasta el décimo de esta colección poemaria, quizás una de las mas conocidas obras de Martí y la preferida por Darío. Con una forma no muy elaborada, la redondilla, pero maravillosamente preñada de metáforas e imágenes, se dibuja con mágico perfil el baile de una sevillana que arrebató el New York de 1890, como bien explica el poeta y crítico nicaragüense Ernesto Mejías Sánchez en una publicación del periódico " El Partido Liberal" del 16 de julio de ese mismo año: "... Los franceses la aplauden, y sus españoles, y los alemanes y los yankees frenéticos. Va para un año de este entusiasmo, y no hay manera de dejar de hablar de él, porque hoy es Sarony que la fotografía y mañana Sarget que la pinta con su saya amarilla y su chaqueta roja; o es la aristocracia de Tuxedo quien se la lleva a bailar ...., a que va la germanía de la ciudad habituada a los cantos y la franqueza de la escena alegre donde baila hoy ante un coro deslucido, "La Perla de Sevilla.".(*3); y el propio Martí en carta al Director del diario "La Nación" fechada el 13 de noviembre de 1890: "Está Nueva York en el verano indio,.....donde triunfa la Otero, la española con cara de virgen ....., la que seduce con el poder de los ojos más que con el canto y el baile, al público enamorado del museo de Eden."

Nace en 1871 Carolina Otero en la pobreza de una aldea española. Luego se traslada a Francia y de allí a la fama. Casi un siglo de diferencia nos separa del esplendor de su gloria. Muchos pudieran ser los motivos para recordar a "La bella Otero": el poema que le escribió Rainer Maria Rilke, el retrato que le hiciera Zulanga en el Madrid de 1902, sus amores con el Zar Nicolás y Eduardo VII, rey de Inglaterra, y quizás más vecino a nosotros cuando Lorca la compara con la bella zapatera de su obra teatral " La Zapatera Prodigiosa". En cambio pocos recuerdan a "La Otero", siquiera su nombre salta a la memoria de los que admiran el fascinante mundo del baile. Ha sido sólo la obra de Martí la que le inmortalizara.

Insospechadamente acude el Apóstol a una función del Teatro Eden Music de la calle 23 en la hoy ciudad de los rascacielos; le acompañaban Adelaida Balart, y su hermano y a la vez amigo del Maestro, Luis Alejandro Balart con su esposa Blache Zacharce; siendo esta última quien plasmó la vivencia de estos hechos en su libro "El Martí que yo conocí ". La fortuna hizo que para una de las funciones no se desplegara desde lo alto del teatro la bandera española, expresándose con alivio en la segunda estrofa de la obra cuando dice:

Han hecho bien en quitar
El banderón de la acera;
porque si está la bandera
no sé, yo no puedo entrar.

Trece estrofas van recorriendo el tablado y no hay gesto que no se dibuje y quede borroso para estos versos, que baten al viento cada fleco de la "capa carmesí " de esta musa española. La estampa celestial de esta mujer marca en Martí una encantadora impresión, que le arrebata hasta el delirio:

¿Cómo dicen que es gallega?
Pues dicen mal; es divina.

La fiesta taurina va en el baile. En lo enérgico y lo entregado; en lo audaz y lo atrevido; en un sombrero de viriles aristas que viene a tapar por unos instantes la femenina gracia de esta flor:

Lleva un sombrero torero
Y una capa carmesí:
Lo mismo que un alelí
que se pusiese un sombrero.

Se recrean los rasgos de la ancestral presencia árabe en la península ibérica en el rostro de la artista. Viene a la mente un lejano enlace entre esta "mora traidora" y la de Trípoli de "La Edad de Oro". Tienen estos "Versos Sencillos" algo de profético. No sólo respecto a Martí, que llega hasta preconizar su muerte "de cara al sol" (*1), sino también en este caso para una segunda persona, quien como la mora chipriota arrojó al mar su perla que luego lloró hasta la locura, en alas del juego en los casinos de Montecarlo donde sólo en una noche de 1900 perdió un millón de francos oro y trece años después treinta millones; apostó a los naipes su hotel particular, sus mejores caballos, sus escandalosas joyas, su bolero de 1500 dólares, sus trajes confeccionados por los mejores modistos de la época, Paquin y Bowet, hasta quedar en la mas absoluta miseria.

Se ve, de paso, la ceja,
Ceja de mora traidora:
Y la mirada de mora:
Y como nieve la oreja.

La descripción de la escena, del trabajo entre candilejas para el juego de luces y la entrada de la intérprete:

Preludian, bajan la luz,

La salida, el impacto comparable con la madonna española:

Y sale en bata y mantón
La Virgen de la Asunción
Bailando un baile andaluz.

El gesto llena el espectáculo. Vibran las tablas. Se estremece el mundo. Palpita cada corazón en el pisado de los danzantes tacones. Brillan las pupilas. El paso atrevido y retador se irradia al expectante público. Se mece púrpura al aire la policromada manta.

Fue llevada a la plástica tanto a la fotografía como a la pintura "La Bella Otero"; en antiguos periódicos y revistas se recogen aún algunas de estas obras, pero creo que sin deslucir la magnificencia de estas formas artísticas, es Martí quien mejor ha podido dibujar el arrebatado movimiento y captar en su poesía lo firme y lo sereno de la danza en esta exquisita ninfa:

Alza retando la frente;
Crúzase al hombro la manta:
En arco el brazo levanta:
Mueve despacio el pie ardiente.

Repica con los tacones
El tablado zalamera,
Como si la tabla fuera
Tablado de corazones.

Y va el convite creciendo
En las llamas de los ojos,
Y el manto de flecos rojos
Se va en el aire meciendo.

Súbito de un salto arranca:
Húrtase, se quiebra, gira:

Y luego la forma afrancesada, país donde nace y muere la fama de "La Otero" para decir de su sencillo traje de lana fino:

Abre en dos la cachemira,
Ofrece la bata blanca

Acaba el baile y el júbilo. Va en retirada el entusiasmo. La lentitud del final. El rostro deseoso. La boca tentadora:

El cuerpo sede y ondea;
La boca abierta provoca;
Es una rosa la boca,
Lentamente taconea.

Recoge, de un débil giro,
El manto de flecos rojos:
Se va, cerrando los ojos,
Se va , como en un suspiro....

Baila muy bien la española;
es blanco y rojo el mantón:

Final de función. –“Quiero retirarme en la gloria”- dijo "La Otero". Esa noche volvió a su camerino de donde había salido para bailar. Así fue también su vida, volvió "fosca, a su rincón", a un cuartico de una humilde pensión francesa, donde en 1953, en ocasión del centenario del Maestro, la descubre un periodista cubano que la entrevista, y cuando sus años no le permitieron más fue llevada a un asilo donde fue visitada por la actriz María Félix, quien se propuso hacer una película sobre la vida de este perdido cisne. Celebró con gran regocijo la belleza de la mexicana y se dejó retratar. Muere en 1965 a la edad de 94 años.

Insospechable para los que le vieron en pleno esplendor. Sólo Martí tuvo visión para saber que todo sería pompa pasajera, que quedaría en la leyenda de su estrofa donde el primer y el último verso, casi un siglo después, fueron signo del nacer y el ocaso de esta "...alma, tremula y sola."

Marlene María Pérez Mateo,
Nueva Jersey

Bibliografía.
*1 Martí Pérez, José Julián; Versos Sencillos XXIII. Edición Acana, Camagüey, Cuba: p. 45: 1991.
*2 Martí Pérez, José Julián: La Edad de Oro, La perla de la mora: Editorial Letras cubanas, La Habana, Cuba, p. 49: 1979.
*3 Mejías Sánchez, Ernesto: Periódico El Partido Liberal; 16 de julio de 1891; Nueva York.
*4 Prats Sariol, José; Por la Poesía cubana. "Marti, Rilke y la bailarina española": Editorial Unión: Cuba, 1988, Paginas 86-93.

Foto: Google
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5 comentarios:

  1. Anónimo2/08/2010

    Me gustaría que la autora del post hubiera hecho énfasis en la actitud patriótica de Martí cuando dice que si está la bandera española él no asistiría al evento.
    Me agrada sobre manera el estilo de su blog. Pero me gustaría también se hiciera eco de los problemas acusiantes en la isla sobre su libertad y la permanencia en la prisión de Kilo 8 de nuestros valiosos presos políticos. Como dijera nuestro apóstol, "cuando de la libertad se trata, todo al fuego, hasta el arte".

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  2. Aclaración: el comentario anterior fue remitido por «Lori» pero apareció originalmente en la entrada que corresponde a «La Nevada de las 36 horas», y por tanto lo he copiado para que aparezca en el lugar que corresponde. Lori, como es natural, lo he tenido que entrar como «Anónimo» y por tanto no aparece tu nombre ni el bello tocororo que te identifica.

    Me agrada mucho que sigas visitando este blog y que te guste el estilo que trato de mantener. Te lo agradezco.

    Tienes razón en tu queja sobre la poca mención que se hace en él de nuestros presos políticos: no basta que los tengamos siempre presentes en la franja derecha del blog. Por eso me animo a pedirte que colabores y mandes un comentario sobre el tema para incluirlo como entrada.

    Aunque el monstruo de las galletas (también en la franja de la derecha) diga que un blog se alimenta de los comentarios, yo pienso que se quedó corto: también se alimenta, y mucho más, de colaboraciones, así es que arriba, escribe algo sobre el tema de nuestros heróicos prisioneros de conciencia en Kilo 8 y todas los demás ergástulos en que los mantiene encerrados la actual dictadura castrista.

    Pasaré tu comentario a la autora de «El alma trémula y sola».

    Saludos,
    Lola

    Puedes enviarlo a mi correo:
    lagarx2@verizon.net

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  3. Anónimo2/09/2010

    La autora de "El Alma Tremula y Sola" escribio una narracion usando un lenguaje muy hermoso y poetico y mencionando muchos datos informativos sobre el tema. Hizo un trabajo excelente.

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  4. Me ha encantado el escrito de Marlene María Pérez Mateo titulado "El alma trémula y sola". Yo no podía haberme imaginado a Martí de otra manera cuando vió bailar a la bailarina española.

    Felicito a la autora de este bellísimo artículo. Lo ha bordado.

    Martha Pardiño

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  5. Anónimo7/10/2010

    Estimada Senora Farinas:
    Altamente agradecida estoy de usted por su elogioso comentario sobre mi articulo "El alma tremula y sola". Estoy feliz de que mi sentir martiano llegara a mi publico lector de tan bella manera. Saludos, Marlene Maria

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