9 de febrero de 2010


Historia de los anillos

Ana Dolores García

Se sabe que ya los egipcios tenían la costumbre de usar anillos desde hace unos 4,800 años. Para ellos, al igual que para todos los pueblos y religiones, el círculo era un símbolo de eternidad puesto que no tiene principio ni fin. Ése es igualmente el simbolismo del intercambio de anillos de compromiso de los matrimonios.

Las excavaciones arqueológicas indican que también fueron usados por los persas y los fenicios. Y, desde luego, posteriormente por los griegos, los romanos y todas las civilizaciones que han venido detrás hasta nuestros días.


Los anillos más preciados fueron los de oro, tanto para los egipcios como para los romanos. Sin embargo, según el historiador Tertuliano, la mujer romana no usaba el anillo de oro cuando estaba en la casa, sino uno de hierro. En Roma, en un principio, el anillo era del uso exclusivo de los personajes nobles, luego se extendió a los miembros del ejército, y por último a todos los ciudadanos romanos.

Ya desde antiguo los anillos se adornaban con diversos motivos. Algunos anillos romanos poseían una llave en miniatura que estaba soldada al cuerpo del aro. Esto no tenía un significado romántico como si la esposa poseyera la llave del corazón del marido, sino que ella tenía derecho a tomar de la alacena de la casa, digamos, un saco de granos o una pieza de lino. Era pues casi símbolo de un contrato matrimonial.


Los antiguos hebreos colocaban el anillo de bodas en el dedo índice, mientras que en la India la costumbre es colocarlo en el dedo pulgar. Nuestra costumbre de llevarlo en el dedo «anular» nos llega de los griegos a través de los romanos. Los médicos griegos, ya desde el siglo III antes de Cristo creían que cierta vena, que ellos comenzaron a llamar «vena del amor» iba directamente al corazón desde el dedo anular, al que ellos consideraban «tercer dedo». Y es por ello también que se acostumbra a usarlo en la mano izquierda, del lado del corazón.

Fue durante la época medieval que se hizo más popular el grabar los anillos, aunque existen muestras de anillos encontrados en las catacumbas romanas en los que ya aparecen grabados símbolos cristianos.

También fue durante la Edad Media cuando la incrustación de piedras preciosas comenzó a ser común en los anillos de los grandes personajes, tal como se hacía en los mejores tiempos de Grecia. Para la confección de los aros, al oro se unieron otros metales, primordialmente la plata. El uso del bronce y el hierro ya era conocido, y hasta se ensayó confeccionando anillos de marfil o de ámbar.


Los cristianos continuaron la costumbre griega de colocar el anillo en el dedo «anular», aunque añadiéndole un nuevo simbolismo o ritual religioso en las liturgias matrimoniales, a lo que se llamó «fórmula trinitaria», no practicada actualmente. El novio colocaba primeramente el anillo en la punta del dedo índice de la novia, mientras decía: «En el nombre del Padre». Luego pasaba el anillo al dedo medio diciendo: «del Hijo», y por último, lo depositaba en el dedo anular concluyendo la fórmula con: «Y del Espíritu Santo, amén.»

Se cuenta que en los tiempos modernos fue el Archiduque Maximiliano de Austria quien puso «de moda» en Europa el anillo de compromiso al entregarle uno con diamantes a María de Burgundy en 1477.

Los anillos han tenido y tienen muchos más usos que los que implican un compromiso amoroso. Los usan los obispos y sacerdotes para señalar sus bodas con la Iglesia y los reyes los usaron profusamente como «sello» con el que autentificaban sus rúbricas, según se reseña ya en la Biblia. Se les consideraba sagrados, y si se encontraban en un botín, se reservaban a Dios.

Hay quienes se los cuelgan al cuello pendientes de una cadena, otros los usan en varios dedos, y hay quienes se los ponen en los dedos de los pies. Los griegos y los romanos los usaban en la mano izquierda, mientras que los hebreos acostumbraban a hacerlo en la mano derecha. Y en Venecia, el «dux» de turno, como dueño y esposo del mar, tiraba al Adriático un anillo de oro el día de la Ascensión.

La leyenda china

Existe hasta una leyenda china que trata de explicar el porqué los anillos de compromiso se llevan en el dedo «anular». Me limito a copiarla, tal como la he encontrado en un blog:

«Los pulgares representan los padres. Los índices representan los amigos y hermanos. El dedo medio te representa a ti mismo. El dedo anular representa la unión con tu pareja. El dedo meñique representa a los hijos. Une las manos palma con palma, después, une los dedos medios nudillos con nudillo. Intenta separar los pulgares, se separan pues los padres no están destinados a vivir contigo hasta el día de tu muerte. Ahora intenta separar igual los dedos índices que representan a tus hermanos y amigos, notarás que también se abren porque ellos se van, y tienen destinos diferentes como casarse y tener hijos.

Separa ahora de la misma forma los dedos meñiques (representan a tus hijos), estos también se abren porque tus hijos crecen y cuando ya no te necesitan se van, únelos de nuevo.

Y, finalmente, trata de separar tus dedos anulares (el dedo que representa a tu pareja) y te sorprenderás al ver que simplemente no puedes separarlos… Eso se debe a que una pareja está destinada a permanecer unida hasta el último día de su vida y es por eso por lo que el anillo se usa en este dedo.»

Anécdota final

Se cuenta una anécdota de un joven que entró a una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le presentó la mejor joya que tenía, aquel joven la contempló y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó por el precio y se dispuso a pagarlo. El joyero le preguntó, ¿se va a casar usted pronto? -No, respondió el muchacho-, ni siquiera tengo novia. El joyero se quedó mudo y muy sorprendido con la respuesta del comprador. El joven se sonrió y dijo: es para mi madre; cuando iba a nacer estuvo sola; alguien le dijo que me matara antes que yo naciera, así se evitaría muchos problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida, tuvo muchos problemas. Fue padre y madre para mí; amiga y hermana, mi maestra. Me hizo ser lo que hoy soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso que ella nunca tuvo. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. El joyero no dijo nada, sólo ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento exclusivo a los clientes importantes.

Ana Dolores García
Ilustración: Google
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