Clave a Martí
Ana Dolores García
Los versos que anteceden corresponden a una clave muy popular que se cantaba en Cuba a comienzos del siglo pasado. Sobre su verdadero origen existen controversias y, al igual que nuestro pueblo rendía con ella homenaje a nuestro apóstol, los mexicanos también a comienzos del mismo siglo la dedicaban a su prócer Benito Juárez.
¿Cuál versión fue la que surgió primero? En realidad, la mayoría de nuestros paisanos desconocen el hecho de que este popular homenaje fuera compartido por dos pueblos distintos en loa a sus respectivos héroes. Como con otras muchas melodías que nos han llegado del pasado, las tarareamos, las cantamos, pero ignoramos su origen y sus autores.
El musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala brinda datos específicos que merecen ser tomados en cuenta, en un trabajo publicado en El Nuevo Herald el pasado año. Así conocemos que la clave original (clave, patrón rítmico originario de África) surgió en La Habana en el año 1880 pero que no iba dedicada ni a Martí ni a Juárez.
Por aquellos años existían en La Habana y en los barrios afrocubanos de la Isla, conjuntos musicales especializados en ese ritmo y compuestos principalmente por clarines, ya que las autoridades españolas prohibían el uso de tambores.
En uno de esos conjuntos, «El Clarín de Oro», una mujer llamada Soledad era la solista. Al fallecer ésta, un enamorado, Tereso Valdés, compuso la clave que fue cantada por todos los que acompañaron el cadáver hasta el cementerio.
La «Clave a Soledad» decía así:
Años después, en los tumultuosos tiempos de la incipiente República con su luchas políticas y partidistas, el trovador cubano Emilio Billillo retomó y adaptó los versos de la «Clave a Soledad» de Tereso Váldés, le agregó los que forman la segunda parte, que corresponden a una cuarteta que se empezó a cantar en Cuba en 1900, según lo consigna Guillermo Cabrera Infante en su introducción a la edición del Círculo de Lectores, Barcelona, 1997, de los Diarios de José Martí:
Con ese conjunto Emilio Billillo formó la «Clave a Martí».
Al mismo tiempo, en México comenzó a hacerse popular esta última cuarteta empleándose el ritmo de danzón. También tuvo su contenido político en oposición a la figura de Porfirio Díaz, que poco después de la muerte de Benito Juárez ocupó la presidencia del país por largos años. Lo que casi nadie sabe es que los versos originales son cubanos creados en el siglo XIX. Se dice que el autor de la versión mexicana lo fue Esteban Alfonso, natural de Chiapas, con arreglos posteriores del cubano Mariano Mercerón. Este danzón lleva el nombre de «Juárez» y utiliza la letra de la clave original aplicándola al prócer mexicano:
Ana Dolores García
Foto: Google
«Clave a Martí» en la voz del Dúo de las Hermanas Márquez:
http://www.youtube.com/watch?v=lr2nG30qDSg
Aquí falta señores, una voz
de ese sinsonte cubano
de ese mártir hermano
que Martí se llamó.
Pero falta el clarín de mi Cuba,
pero falta su voz,
que se apagó.
Martí no debió de morir
¡Ay! de morir
Si Martí no hubiera muerto
otro gallo cantaría,
la patria se salvaría
y Cuba sería feliz
¡ay! muy feliz.
de ese sinsonte cubano
de ese mártir hermano
que Martí se llamó.
Pero falta el clarín de mi Cuba,
pero falta su voz,
que se apagó.
Martí no debió de morir
¡Ay! de morir
Si Martí no hubiera muerto
otro gallo cantaría,
la patria se salvaría
y Cuba sería feliz
¡ay! muy feliz.
Los versos que anteceden corresponden a una clave muy popular que se cantaba en Cuba a comienzos del siglo pasado. Sobre su verdadero origen existen controversias y, al igual que nuestro pueblo rendía con ella homenaje a nuestro apóstol, los mexicanos también a comienzos del mismo siglo la dedicaban a su prócer Benito Juárez.
¿Cuál versión fue la que surgió primero? En realidad, la mayoría de nuestros paisanos desconocen el hecho de que este popular homenaje fuera compartido por dos pueblos distintos en loa a sus respectivos héroes. Como con otras muchas melodías que nos han llegado del pasado, las tarareamos, las cantamos, pero ignoramos su origen y sus autores.
El musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala brinda datos específicos que merecen ser tomados en cuenta, en un trabajo publicado en El Nuevo Herald el pasado año. Así conocemos que la clave original (clave, patrón rítmico originario de África) surgió en La Habana en el año 1880 pero que no iba dedicada ni a Martí ni a Juárez.
Por aquellos años existían en La Habana y en los barrios afrocubanos de la Isla, conjuntos musicales especializados en ese ritmo y compuestos principalmente por clarines, ya que las autoridades españolas prohibían el uso de tambores.
En uno de esos conjuntos, «El Clarín de Oro», una mujer llamada Soledad era la solista. Al fallecer ésta, un enamorado, Tereso Valdés, compuso la clave que fue cantada por todos los que acompañaron el cadáver hasta el cementerio.
La «Clave a Soledad» decía así:
«Aquí falta señores una voz
tan pura y melodiosa
tan bella y armoniosa.
Aquí falta el clarín de mi clave
aquí falta su voz, que se apagó».
tan pura y melodiosa
tan bella y armoniosa.
Aquí falta el clarín de mi clave
aquí falta su voz, que se apagó».
Años después, en los tumultuosos tiempos de la incipiente República con su luchas políticas y partidistas, el trovador cubano Emilio Billillo retomó y adaptó los versos de la «Clave a Soledad» de Tereso Váldés, le agregó los que forman la segunda parte, que corresponden a una cuarteta que se empezó a cantar en Cuba en 1900, según lo consigna Guillermo Cabrera Infante en su introducción a la edición del Círculo de Lectores, Barcelona, 1997, de los Diarios de José Martí:
Martí no debió de morir, ay, de morir.
Si Martí no hubiera muerto, otro gallo cantaría,
la patria se salvaría y Cuba sería feliz.
Martí no debió de morir, ay, de morir.
Si Martí no hubiera muerto, otro gallo cantaría,
la patria se salvaría y Cuba sería feliz.
Martí no debió de morir, ay, de morir.
Con ese conjunto Emilio Billillo formó la «Clave a Martí».
Al mismo tiempo, en México comenzó a hacerse popular esta última cuarteta empleándose el ritmo de danzón. También tuvo su contenido político en oposición a la figura de Porfirio Díaz, que poco después de la muerte de Benito Juárez ocupó la presidencia del país por largos años. Lo que casi nadie sabe es que los versos originales son cubanos creados en el siglo XIX. Se dice que el autor de la versión mexicana lo fue Esteban Alfonso, natural de Chiapas, con arreglos posteriores del cubano Mariano Mercerón. Este danzón lleva el nombre de «Juárez» y utiliza la letra de la clave original aplicándola al prócer mexicano:
Juárez no debió de morir
¡Ay! De morir
si Juárez no hubiera muerto,
otro gallo cantaría,
la patria se salvaría.
México sería feliz,
sería feliz...
¡Ay! De morir
si Juárez no hubiera muerto,
otro gallo cantaría,
la patria se salvaría.
México sería feliz,
sería feliz...
Ana Dolores García
Foto: Google
«Clave a Martí» en la voz del Dúo de las Hermanas Márquez:
http://www.youtube.com/watch?v=lr2nG30qDSg
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