La misteriosa X del tesoro de Obama
Anna Grau, Nueva York, ABC, Madrid, enero 28, 2010
La campaña de Barack Obama a la presidencia batió todos los récords de recaudación (750 millones de dólares) y además estableció un hito no superado por ningún otro candidato hasta entonces: un 30 por ciento de las donaciones durante las primarias demócratas y un 34 por ciento durante la elección general eran de 200 dólares o menos. Muchos de estos pequeños donantes donaron varias veces. Algunos lo siguen haciendo, ya que la maquinaria electoral no se ha detenido. Obama no ha dejado de pedir fondos. Simplemente ha dejado de rendir cuentas de cuánto dinero recauda o de qué hace con él.
Si se hace una búsqueda en red aparecen muchos datos sobre cuánto recaudó Obama desde el lanzamiento de su candidatura en 2007 al cierre de caja electoral en 2008. El Center for Responsive Politics (www.opensecrets.org), la misma entidad que reveló que firmas como Goldman Sachs, Microsoft y Google figuraban entre los cinco primeros donantes del presidente, y que este ha colocado a sus contribuyentes individuales más generosos en destinos diplomáticos tan apetecibles como el de Madrid, informaba de que el 31 de diciembre a Obama le quedaban por pagar 434.954 dólares en deudas de campaña y le habían «sobrado» 15.466.043 dólares en efectivo.
Los problemas de Hillary
Sin duda estas cuentas tan saneadas podían dar envidia a muchos otros, empezando por Hillary Clinton, quien meses después de perder la nominación seguía pidiendo dinero por Internet (y por las esquinas) a sus seguidores. Pero en el caso de ella era para pagar las deudas contraídas, no para seguir en liza. En Estados Unidos es normal que los políticos se pasen la vida pidiendo dinero. Un servidor público pasa buena parte de su vida hábil recaudando fondos. Es la campaña permanente, y hay que saber compaginarla con las responsabilidades del cargo.
Basta un vistazo a la agenda diaria del presidente Obama –y del vicepresidente Biden- para darse cuenta de cómo los grandes compromisos de estado y las tareas de gobierno se compatibilizan con la asistencia a actos de recaudación electoral. Obama y Biden son estrellas invitadas muy codiciadas en todos los mítines de los congresistas demócratas que aspiran a la reelección en 2010.
Para ellos y para otros: Obama y Biden son estrellas invitadas muy codiciadas en todos los mítines de los congresistas demócratas que aspiran a la reelección en 2010. Y que no paran de pedir que Obama acuda a sus eventos o les firme fotos o camisetas con las que puedan arañar unos pocos dólares más.
Los candidatos a la reelección en el Congreso ya suman un total de 209.408.923 dólares. De ellos, 132.269.820 dólares los llevarían recaudados los 244 demócratas que tratan de ser reelegidos, y 77.139.103 se repartirían entre 166 republicanos. En el Senado, los 15 aspirantes demócratas a seguir allí llevan recogidos 53.204.606 dólares en total, mientras que los 11 republicanos han conseguido 26.098.552 dólares. Entre los dos partidos suman 79.303.158 dólares.
Es dinero para Obama, no para el gobierno. Su relación con los objetivos mencionados es absolutamente indirecto. Que Obama se implica a fondo en la financiación de todas las campañas demócratas es evidente. No sólo por los «bolos» en que interviene a favor de sus correligionarios, sean candidatos a congresistas, alcaldes o gobernadores, sino por los mensajes que su equipo lanza incansablemente por Internet, pidiendo dinero para sacar adelante la reforma sanitaria o para crear puestos de trabajo o, incluso, para poner en su sitio a Wall Street.
Dinero para Obama
Leídos deprisa y corriendo, estos mensajes podrían llegar a dar la impresión de que el dinero así donado va directamente a engrosar el presupuesto de la Casa Blanca. Nada más lejos de la realidad: es dinero para Obama, no para el gobierno. Su relación con los objetivos mencionados es absolutamente indirecto. Se sobreentiende que ayudar a reelegir a Obama –o a mantener la hegemonía de su partido en las cámaras- coadyuva a sacar adelante su agenda. Pero es dinero privado, no público. Tan privado es que en ningún sitio se informa de él. Entre el final de la campaña y la toma de posesión hubo un atisbo de transparencia. La oficina del entonces presidente electo se comprometió a divulgar estimaciones «mes a mes» de lo que se siguiera recaudando. Como se comprometieron en diciembre de 2008 y Obama tomó posesión en 2009, tuvieron muy poco trabajo.
El 15 de enero de 2009 informaron de que habían recibido 4.490.065 dólares y 76 centavos de un total de 59.609 donantes. Esto daba una donación media de 75 dólares y 33 centavos. La oficina de transición añadía que en aquel momento no aceptaban donaciones superiores a 5.000 dólares ni procedentes de grandes corporaciones, sindicatos lobbies o comités de campaña. Y hasta daban una lista de los donantes del momento. Y a partir de ahí, el silencio. No se ha sabido nada más.
Siguen pidiendo dinero pero es como si este fuera a parar a un agujero negro. A una caja de Pandora que a lo mejor no vuelve a abrirse hasta la próxima campaña presidencial. The Campaign Finance Institute (www.cfinst.org), otra entidad sin afán de lucro y sin adscripción a ningún partido que hace el seguimiento de las finanzas electorales, también ofrece por ahora más análisis que información sobre las cuentas de Obama. Insisten en el CFINST en que su recurso a los pequeños donantes ha sido una auténtica revolución que está siendo imitada por todo el espectro político.
Materialmente ha resultado ser un chollo: es más fácil pedir una pequeña cantidad primero y otra después y luego otra que una mayor y más disuasoria desde el principio
Un chollo
Materialmente ha resultado ser un chollo: es más fácil pedir una pequeña cantidad primero y otra después y luego otra que una mayor y más disuasoria desde el principio.Sobre todo con las maratonianas campañas estadounidenses, cuando se puede jugar la carta de la emoción a largo plazo: dame dinero hoy porque he ganado en Iowa, dame dinero en seis meses porque he vuelto a ganar no sé dónde, y dentro de diez meses vuélveme a dar porque de lo otro ya ni te acuerdas y estamos tan a puntito de la victoria...
Pero es que además la pequeña donación tiene la inestimable ventaja de la opacidad fiscal. Por debajo de esa cantidad no hay que dar la cara. Por supuesto la campaña de Obama presume de tenerlo todo registrado y controlado. Pero es un hecho que se les puede dar dinero incumpliendo la ley –por ejemplo, el requisito de que hay que ser ciudadano americano para donar- sin que nadie te pregunte. Les pasó con una tía inmigrante de Obama, que se pasó de entusiasta.
¿Cuántas «modestas» donaciones de Obama por Internet no serán en realidad grandes donaciones hechas cuidadosos añicos, es decir, blanqueadas? Es casi imposible saberlo.
En su ardiente discurso sobre el estado de la Unión, el presidente se mostró escandalizado con la reciente decisión del Tribunal Supremo de eliminar cualquier techo a las donaciones electorales legales de las grandes corporaciones, incluso si son extranjeras. Obama prometió meter mano desde el Congreso para controlar esto.
Pero no dijo ni pío de su ejército de microdonantes. A esos no les controla ni San Pedro que está en los cielos.
Ilustración: Google
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