La Legión del Regreso
Homenaje a Agustín Tamargo
Homenaje a Agustín Tamargo
Ana Dolores García
Probablemente ya hayan leído esta glosa otras veces porque, como es tan hermoso y verdadero lo que dice, ha circulado y circula continuamente por la web lo mismo en blogs que en mensajes personales que siguen siendo reenviados y forman una cadena interminable.
Hoy viene a la página de La Gaceta de Puerto Príncipe con una doble intención: la primera, rendir homenaje a ese gran patriota y compatriota que fue su verdadero autor: Agustín Tamargo, periodista cubano fallecido en Miami, FL, en 2007; la segunda, tratar de contrarrestar la falsa versión que circula en la web sobre su autoría, atribuyéndola a un periodista mexicano, Víctor Mona.
¿Quién publicó por primera vez este artículo afirmando que era creación de un periodista mexicano llamado Víctor Mona? Difícil de determinar. Lo cierto es que se recicla continuamente en Internet ratificando el mismo error y la misma usurpación de autoría intelectual, como lamentablemente sucede tantas veces con otros artículos. Basta que alguien lance algo a la red para que, si gusta, se reproduzca continuamente y llegue a todos los rincones del mundo cada vez más adulterado o mutilado.
Este artículo escrito por Agustín Tamargo apareció publicado por primera vez en «El Nuevo Herald» de Miami, periódico en cuya redacción trabajó por muchos años y del que fue columnista dominical de 1987 a 2005. Ha sido reproducido en incontables blogs, y así consta como ejemplo en las siguientes páginas de la web:
http://www.juanperez.com/tamargo.html
http://www.mombu.com/culture/nicaragua/t-la-legion-del-regreso-por-agustin-tamargo-3641216.html
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20090716161734AAs6nVB
En el error de atribuirlo a Víctor Mona cayó también el blog http://cubanitoweb.wordpress.com/como-son-los-cubanos, pero su realizador tuvo la honestidad de rectificarlo, publicando lo siguiente:
«Aclaración necesaria: Hasta el 10/06/2009 este artículo fue mostrado en El CubanitoWeb como realizado por el periodista mexicano Víctor Mona, sin conocer que realmente es original de un gran periodista cubano Agustin Tamargo, ya fallecido en el exilio, que muchos lo califican como gran patriota y luchador irreductible contra la tiranía cubana. Sirva esta aclaración como un acto más de reconocimiento para ese cubano que murió sin volver a su patria, como tantos otros, soñando con ver a una CUBA LIBRE. Damos igualmente nuestros más efusivos agradecimientos a la Sra. Rosy Clemente-Gimeno por indicarnos la filiación original de este magnífico artículo que nos define íntegramente a nosotros, los cubanos.»
Probablemente ya hayan leído esta glosa otras veces porque, como es tan hermoso y verdadero lo que dice, ha circulado y circula continuamente por la web lo mismo en blogs que en mensajes personales que siguen siendo reenviados y forman una cadena interminable.
Hoy viene a la página de La Gaceta de Puerto Príncipe con una doble intención: la primera, rendir homenaje a ese gran patriota y compatriota que fue su verdadero autor: Agustín Tamargo, periodista cubano fallecido en Miami, FL, en 2007; la segunda, tratar de contrarrestar la falsa versión que circula en la web sobre su autoría, atribuyéndola a un periodista mexicano, Víctor Mona.
¿Quién publicó por primera vez este artículo afirmando que era creación de un periodista mexicano llamado Víctor Mona? Difícil de determinar. Lo cierto es que se recicla continuamente en Internet ratificando el mismo error y la misma usurpación de autoría intelectual, como lamentablemente sucede tantas veces con otros artículos. Basta que alguien lance algo a la red para que, si gusta, se reproduzca continuamente y llegue a todos los rincones del mundo cada vez más adulterado o mutilado.
Este artículo escrito por Agustín Tamargo apareció publicado por primera vez en «El Nuevo Herald» de Miami, periódico en cuya redacción trabajó por muchos años y del que fue columnista dominical de 1987 a 2005. Ha sido reproducido en incontables blogs, y así consta como ejemplo en las siguientes páginas de la web:
http://www.juanperez.com/tamargo.html
http://www.mombu.com/culture/nicaragua/t-la-legion-del-regreso-por-agustin-tamargo-3641216.html
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20090716161734AAs6nVB
En el error de atribuirlo a Víctor Mona cayó también el blog http://cubanitoweb.wordpress.com/como-son-los-cubanos, pero su realizador tuvo la honestidad de rectificarlo, publicando lo siguiente:
«Aclaración necesaria: Hasta el 10/06/2009 este artículo fue mostrado en El CubanitoWeb como realizado por el periodista mexicano Víctor Mona, sin conocer que realmente es original de un gran periodista cubano Agustin Tamargo, ya fallecido en el exilio, que muchos lo califican como gran patriota y luchador irreductible contra la tiranía cubana. Sirva esta aclaración como un acto más de reconocimiento para ese cubano que murió sin volver a su patria, como tantos otros, soñando con ver a una CUBA LIBRE. Damos igualmente nuestros más efusivos agradecimientos a la Sra. Rosy Clemente-Gimeno por indicarnos la filiación original de este magnífico artículo que nos define íntegramente a nosotros, los cubanos.»
LA LEGIÓN DEL REGRESO
Por Agustín Tamargo
Por Agustín Tamargo
Salen de una isla pequeña y se han diseminado por toda la tierra grande. Uno, es profesor en una universidad de Australia; otro, abrió en Alaska un restaurante. Nada los arredra, ni el frío ni el calor. Los seduce el trópico de la Florida pero soportan igualmente a pie firme los hielos de Boston y Nueva York. No mendigan: trabajan.
Los que allá eran pobres, aquí son ricos. Los que allá eran medio pelo, aquí son pelo y medio. Ningún obstáculo sujeta su laboriosidad beligerante si la oferta es digna. Uno es rector de la Universidad; otro, maquilla muertos. Cambian, pero en la superficie.
En Miami, siguen jugando bolita, peleando gallos escondidos y enviando los hijos a la escuela privada.
En Madrid, están contra José Luis Rodríguez Zapatero y en Caracas, contra Hugo Chávez. Siempre en la oposición.
Se les critica y se les envidia pero en el fondo se les admira. Gallegos por el trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir constituyen una legión empecinada que no se deje ignorar.
Traen la música calurosa, el ruido, los frijoles negros y la palomilla con moros y maduros. Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la laboriosidad.
¿Quiénes son? Son los cubanos del destierro,la única población mundial trasplantada que (salvo los hebreos) en un tercio de siglo no ha perdido su identidad.
Los que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de pujanza latinoamericana, los que veian a Cuba como un milagro étnico y cultural donde todo parecía un relajo pero todo funcionaba bien, ya no tienen que ir a Cuba para conocerla. Aquí la tienen. Esta es Cuba. Estos son los cubanos.
Exagerados, fanfarrones, ruidosos, sí. Pero también vitales, intensos y profundamente creadores. Qué no han hecho en estos 46 años los cubanos del destierro para sobrevivir con dignidad? ¿Qué actividad manual o intelectual no han ensayado, en éste o en aquel país, por complicada que pareciera, para no quedarse detrás, para no dejarse discriminar?.
En algunas de esas actividades han llegado tan lejos que superan a emigraciones que los precedieron por cerca de medio siglo. No hay hospital en Estados Unidos donde no haya hoy un médico cubano. No hay periódico donde no haya un periodista cubano, ni banco donde no haya un banquero cubano, ni publicitaria donde no haya un publicitario cubano,ni escuela donde no haya un maestro cubano,ni universidad donde no haya un profesor cubano, ni comercio donde no haya un manager cubano.
En las Grandes Ligas del béisbol el nombre de más color y brillo es el de un cubano. En Madrid, el primer poeta latinoamericano es un negro cubano. En la Coca Cola, el presidente fue un cubano. Hasta en el Congreso de Washington se sienta en su modestia y en su eficiencia una cubana.
En las tierras prestadas el extranjero parece llevar siempre en la frente la marca del sitio de donde viene. Los cubanos llevan a Cuba. Pero la enaltecen y la honran, porque además de en la frente la llevan en el corazón.
Pero hay algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior aún a esa actividad profesional triunfante. Y es su odio al despotismo del que huye, su amor a la tierra que dejó. Eso lo separa y lo define. Eso da a sus triunfos en medio del desarraigo, una grandeza que de otro modo no tendría.
¿Por qué, preguntan algunos, no se acaban de quedar tranquilos los exiliados cubanos? ¿Por qué no aceptan de una vez que perdieron la batalla, que Castro les ganó, y que con los medios de que disponen nunca podrán vencer a la tiranía?
¿Por qué no acaban de afincarse definitivamente en estas tierras hospitalarias que los han acogido y donde viven en lo material muchas veces mejor que como vivían allá?.
Los que preguntan no conocen a los cubanos. El cubano sabe esto: aún teniéndolo todo, si le falta Cuba, no tiene nada. Sabe más todavía. Sabe que esa prosperidad de que disfruta, lejos de su isla hambreada y aterrada, es en cierto modo una forma de traición. Por eso, si se mira bien, se verá que a veces parece que el cubano ríe, pero en realidad está llorando.
Le nace el hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad, pero el cubano suspira: ¡Ah, si estuviera en Cuba! Compra una casa, su auto, o su lancha, y sigue suspirando: ¡Ah, si los tuviera en Cuba!
De una manera misteriosa, que no puede definir, hay un vínculo con aquello que tira de él hacia allá. Ahora que la perdió sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de noche, y le agiganta los valores, y la embellece y la idealiza, y se culpa de no haberla entendido mejor, y la recrea en sus cantos y bailes, y la revive en sus historias, en sus costumbres y en sus comidas.
¿Por qué compran hoy los cubanos más libros cubanos que nunca?¿Por qué tienen sus casas, sus negocios y sus oficinas, llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retratos de Martí? ¿Por qué escarban en la Historia? ¿Por qué redescubren a Guiteras y adquieren viejas colecciones de Bohemia? ¿Por qué se reúnen en los municipios borrando antiguos antagonismos de partido o clase? Porque el cubano sabe que lo único auténticamente suyo es Cuba y que a ella tiene fatalmente que regresar.
Ahora la tiranía castrista anda en sus estertores finales, se ve claramente que el cubano se ha estado preparando siempre, aunque no lo supiera, solo para esto: para el momento del regreso.
No hablan de otra cosa. No les importa que les digan que todo lo que dejara la tiranía es hambre y ruina. No les preocupa que le devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían. No admiten que el rescoldo de odio que deja el comunismo acaso los quemara. Lo único que desean es volver.
La casa donde nació está derruida, al pueblo se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero no importa. El exiliado quiere de todos modos a esa casa, a ese pueblo y a esa tumba. La Patria empieza ahí.
En el exilio tropezó, erró, y se equivocó, pero está salvado también porque en el fondo de su ser nunca traicionó a Cuba. Barco, avión o balsa, no lo sé. Pero el abrazo está próximo.
A los que les molesta a veces el llamado predominio cubano en Miami yo les digo: Paciencia, ya falta poco. Aquí va a haber muy pronto para ustedes miles de puestos vacantes y de casas vacías.
¡Y qué les aproveche!
Foto: www.cuadernodecuba.com
Los que allá eran pobres, aquí son ricos. Los que allá eran medio pelo, aquí son pelo y medio. Ningún obstáculo sujeta su laboriosidad beligerante si la oferta es digna. Uno es rector de la Universidad; otro, maquilla muertos. Cambian, pero en la superficie.
En Miami, siguen jugando bolita, peleando gallos escondidos y enviando los hijos a la escuela privada.
En Madrid, están contra José Luis Rodríguez Zapatero y en Caracas, contra Hugo Chávez. Siempre en la oposición.
Se les critica y se les envidia pero en el fondo se les admira. Gallegos por el trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir constituyen una legión empecinada que no se deje ignorar.
Traen la música calurosa, el ruido, los frijoles negros y la palomilla con moros y maduros. Pero traen sobre todo la simpatía, la cordialidad y la laboriosidad.
¿Quiénes son? Son los cubanos del destierro,la única población mundial trasplantada que (salvo los hebreos) en un tercio de siglo no ha perdido su identidad.
Los que admiraban a Cuba desde lejos como ejemplo supremo de pujanza latinoamericana, los que veian a Cuba como un milagro étnico y cultural donde todo parecía un relajo pero todo funcionaba bien, ya no tienen que ir a Cuba para conocerla. Aquí la tienen. Esta es Cuba. Estos son los cubanos.
Exagerados, fanfarrones, ruidosos, sí. Pero también vitales, intensos y profundamente creadores. Qué no han hecho en estos 46 años los cubanos del destierro para sobrevivir con dignidad? ¿Qué actividad manual o intelectual no han ensayado, en éste o en aquel país, por complicada que pareciera, para no quedarse detrás, para no dejarse discriminar?.
En algunas de esas actividades han llegado tan lejos que superan a emigraciones que los precedieron por cerca de medio siglo. No hay hospital en Estados Unidos donde no haya hoy un médico cubano. No hay periódico donde no haya un periodista cubano, ni banco donde no haya un banquero cubano, ni publicitaria donde no haya un publicitario cubano,ni escuela donde no haya un maestro cubano,ni universidad donde no haya un profesor cubano, ni comercio donde no haya un manager cubano.
En las Grandes Ligas del béisbol el nombre de más color y brillo es el de un cubano. En Madrid, el primer poeta latinoamericano es un negro cubano. En la Coca Cola, el presidente fue un cubano. Hasta en el Congreso de Washington se sienta en su modestia y en su eficiencia una cubana.
En las tierras prestadas el extranjero parece llevar siempre en la frente la marca del sitio de donde viene. Los cubanos llevan a Cuba. Pero la enaltecen y la honran, porque además de en la frente la llevan en el corazón.
Pero hay algo en el desterrado cubano, a mi juicio, superior aún a esa actividad profesional triunfante. Y es su odio al despotismo del que huye, su amor a la tierra que dejó. Eso lo separa y lo define. Eso da a sus triunfos en medio del desarraigo, una grandeza que de otro modo no tendría.
¿Por qué, preguntan algunos, no se acaban de quedar tranquilos los exiliados cubanos? ¿Por qué no aceptan de una vez que perdieron la batalla, que Castro les ganó, y que con los medios de que disponen nunca podrán vencer a la tiranía?
¿Por qué no acaban de afincarse definitivamente en estas tierras hospitalarias que los han acogido y donde viven en lo material muchas veces mejor que como vivían allá?.
Los que preguntan no conocen a los cubanos. El cubano sabe esto: aún teniéndolo todo, si le falta Cuba, no tiene nada. Sabe más todavía. Sabe que esa prosperidad de que disfruta, lejos de su isla hambreada y aterrada, es en cierto modo una forma de traición. Por eso, si se mira bien, se verá que a veces parece que el cubano ríe, pero en realidad está llorando.
Le nace el hijo, le crece, se le gradúa en la Universidad, pero el cubano suspira: ¡Ah, si estuviera en Cuba! Compra una casa, su auto, o su lancha, y sigue suspirando: ¡Ah, si los tuviera en Cuba!
De una manera misteriosa, que no puede definir, hay un vínculo con aquello que tira de él hacia allá. Ahora que la perdió sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de noche, y le agiganta los valores, y la embellece y la idealiza, y se culpa de no haberla entendido mejor, y la recrea en sus cantos y bailes, y la revive en sus historias, en sus costumbres y en sus comidas.
¿Por qué compran hoy los cubanos más libros cubanos que nunca?¿Por qué tienen sus casas, sus negocios y sus oficinas, llenas de palmas, de banderas, de escudos y de retratos de Martí? ¿Por qué escarban en la Historia? ¿Por qué redescubren a Guiteras y adquieren viejas colecciones de Bohemia? ¿Por qué se reúnen en los municipios borrando antiguos antagonismos de partido o clase? Porque el cubano sabe que lo único auténticamente suyo es Cuba y que a ella tiene fatalmente que regresar.
Ahora la tiranía castrista anda en sus estertores finales, se ve claramente que el cubano se ha estado preparando siempre, aunque no lo supiera, solo para esto: para el momento del regreso.
No hablan de otra cosa. No les importa que les digan que todo lo que dejara la tiranía es hambre y ruina. No les preocupa que le devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían. No admiten que el rescoldo de odio que deja el comunismo acaso los quemara. Lo único que desean es volver.
La casa donde nació está derruida, al pueblo se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero no importa. El exiliado quiere de todos modos a esa casa, a ese pueblo y a esa tumba. La Patria empieza ahí.
En el exilio tropezó, erró, y se equivocó, pero está salvado también porque en el fondo de su ser nunca traicionó a Cuba. Barco, avión o balsa, no lo sé. Pero el abrazo está próximo.
A los que les molesta a veces el llamado predominio cubano en Miami yo les digo: Paciencia, ya falta poco. Aquí va a haber muy pronto para ustedes miles de puestos vacantes y de casas vacías.
¡Y qué les aproveche!
Foto: www.cuadernodecuba.com
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¡Bravo Lolita!, ya es hora que este error (o plagio) se corrija, seguiré tu ejemplo poniendo otra aclaración al respecto en cjaronu".
ResponderEliminarEl tal Victor Mona no existe, como escritor debería aparecer en Google infinidad de veces al investigar su nombre, y solo sale el plagio.
Recomiendo a tus lectores que entren aquí:
http://www.juanperez.com/tamargo.html#top
Maggie, no basta ningún esfuerzo para que resplandezca la verdad y no siga circulando en la web este plagio. Somos varios quienes hemos tratado de corregir este error cada vez que recibimos un «fwd» atribuyendo este bello artículo a un falso autor.
ResponderEliminarPublicando notas como éstas en nuestros blogs, la rectificación llegará a más lectores y es posible que logremos hacer conocer a todos que no es otro sino Agustín Tamargo el autor de «La Legión del Regreso». Confiemos.
Por lo pronto, cada vez que reciba un nuevo email atribuyendo la autoría a Víctor Mona, no dudaré en replicar con una copia de esta entrada.