Ana Dolores García
En Budapest, el Danubio azul de Strauss se tornó rojo muchas noches durante la II Guerra Mundial. Fue excepcionalmente cruel el modo como las milicias húngaras pro-nazis asesinaron a cientos de judíos arrojándolos a las heladas aguas del Danubio.
Agnes Mandi Adchi, cercana colaboradora de Raoul Wallemberg, narra la forma en que fueron ejecutados muchos de ellos: «Los nazis húngaros bajaban a la gente hasta el río, ataban a las personas de tres en tres y fusilaban a la del medio de modo que todos cayeran al agua. Si veían algún movimiento volvían a disparar para asegurarse de que murieran».
Agnes continúa relatando una de aquellas incursiones de salvamento que se realizaban bajo la dirección de Wallemberg: «estaban muy ocupados atando y fusilando personas. Nosotros nos quedamos en la orilla izquierda, más abajo. Nos acompañaban médicos y enfermeras en los carros, y personas que nos ayudaban a salir del agua. Cuatro de nosotros, tres hombres y yo, saltamos al agua y nos sostuvimos ayudados por el hielo y las cuerdas, y ayudamos a varias personas a salir del agua, pero sólo a cincuenta, porque para entonces estábamos helados y ya no pudimos seguir...»
Un extraño y patético monumento se extiende por gran parte de la margen izquierda del Danubio -del lado de Peste-. Zapatos petrificados, testigos silenciosos de un horrendo crimen.
Agnes Mandi Adchi, cercana colaboradora de Raoul Wallemberg, narra la forma en que fueron ejecutados muchos de ellos: «Los nazis húngaros bajaban a la gente hasta el río, ataban a las personas de tres en tres y fusilaban a la del medio de modo que todos cayeran al agua. Si veían algún movimiento volvían a disparar para asegurarse de que murieran».
Agnes continúa relatando una de aquellas incursiones de salvamento que se realizaban bajo la dirección de Wallemberg: «estaban muy ocupados atando y fusilando personas. Nosotros nos quedamos en la orilla izquierda, más abajo. Nos acompañaban médicos y enfermeras en los carros, y personas que nos ayudaban a salir del agua. Cuatro de nosotros, tres hombres y yo, saltamos al agua y nos sostuvimos ayudados por el hielo y las cuerdas, y ayudamos a varias personas a salir del agua, pero sólo a cincuenta, porque para entonces estábamos helados y ya no pudimos seguir...»
Un extraño y patético monumento se extiende por gran parte de la margen izquierda del Danubio -del lado de Peste-. Zapatos petrificados, testigos silenciosos de un horrendo crimen.
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Precioso tu escrito "El memorial de los zapatos vacíos". ¡Qué crimen tan deleznable!
ResponderEliminarTe felicito, querida amiga.
Está buenísima La Gaceta, estoy leyendo todos los escritos poco a poco. Hay algunos que están publicados en el blog de la UCP Nosotros Pensamos.
Un abrazo,
Martha Pardiño
¡FELIZ DIA DE ACCION DE GRACIAS PARA MAGGIE Y FAMILIA Y PARA TODOS LOS QUE NOS JUNTAMOS EN EL CENTRAL JARONU PARA DESCARGAR!
ResponderEliminarSIEMPRE SOMOS BIEN RECIBIDOS Y LOS ESCRITOS SON TODOS TAN INTERESANTES QUE NO PODEMOS DEJAR DE METER LA CUCHARETA Y PONER NUESTROS COMENTARIOS.
¡SALUD A TODOS EN ESTE DIA TAN LINDO!
Martha Pardiño