5 de diciembre de 2013

Apuntes históricos sobre la serie Isabel, tve



Apuntes históricos sobre la serie "Isabel" de la tve
El Suspiro del Moro

Mabel Villagra (Asesora histórica arabista de 'Isabel' RTVE.es

El "Suspiro del Moro" da nombre a un lugar en los alrededores de Granada y a una emotiva escena que vemos en el último capítulo de “Isabel”, y que ha sido inmortalizada a lo largo de los siglos en producciones literarias, pictóricas o en la leyenda popular.  ¿Cuál es el origen de esta leyenda? ¿Cómo se transmitió a lo largo de los siglos?

El Hecho Histórico

Conquistada Granada en 1492, Boabdil parte a su exilio y desde lo alto de una colina, se emociona hasta llorar viendo el espléndido pasado y los recuerdos que deja atrás. Aixa, su madre, se percata del lloro y le increpa con una frase que pasará a la Historia: "Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre".

Las crónicas árabes al hablar de la partida de Boabdil a su exilio en Láujar, en Las Alpujarras, no mencionan este hecho, que sí ha sido recogido a lo largo de los siglos por alguno de los cronistas cristianos que hablan de la Granada Nazarí.

Una primera versión ya se conocía en vida de Boabdil, por lo que no se podría descartar que sea en parte verdad. Nos la cuenta el cronista Hernando del Pulgar, quien narra la historia de este modo: 
 
“Este día fizo el rey moro dos actos de tristeza que fueron: que tienen por costumbre los Reyes Moros, cuando pasan algún río de poco agua, que los caballeros moros les cubren los pies e los estrivos con los suyos y él no quiso consentir; é cuando suben alguna escalera, dexan los alpargares, e gelos lleva al más principal moro que allí está, y él no lo quiso consentir. É como fue a su casa que está en la alcazaba entró llorando, lo que él había perdido: é díxole su madre, que pues no había seydo para defenderlo como home, que no llorase como muger”.


La particularidad es que se desarrolla en el interior de la Alcazaba, no fuera, en lo alto de un collado.  

Años después, otro cronista, el Obispo Antonio de Guevara, mantiene este diálogo durante una visita que hace a Granada el Emperador Carlos I (y V de Alemania) para visitar los lugares de los cristianos nuevos en la ciudad de la Alhambra. Menéndez y Pelayo y más contemporáneamente, Leonardo Villena creen que la fecha es de 1526 coincidiendo con el viaje a Granada tras la boda con Isabel de Portugal. Menéndez Pelayo afirma que este relato que nos cuenta el morisco es verídico y que pudo suceder por aquellos días.  La escena del encuentro tiene lugar en el mismo lugar que hoy es “Suspiro del Moro”


 “Iban con el rey Chiquito aquel día la Reina, su madre, delante, y toda la caballería de su corte detrás; y como llegasen a ese lugar, a do tú y yo tenemos agora los pies, volvió el Rey atrás la cara para mirar la ciudad y Alhambra, como a cosa que no esperaba ya más de ver, y mucho menos de recobrar.
Acodándose, pues el triste rey, y todos los que allí íbamos con él, de la desventura que nos había acontecido, y del famoso reino que habíamos perdido, tornámonos todos a llorar, y aun nuestras barbas todas canas a mesar, pidiendo a Alá misericordia, y aún a la muerte que nos quitase la vida. Como a la madre del Rey (que iba delante), dijesen que el Rey y los caballeros estaban todos parados, mirando y llorando el Alhambra y ciudad que habían perdido, dio un palo a la yegua en que iba, y dijo estas palabras: «Justa cosa es que el Rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no pelearon como caballeros»”.


A diferencia de la versión tradicional, Boabdil en esta ocasión no está solo, la corte con sus caballeros y criados están de su lado. Y la alusión a costumbres tan medievales e islámicas como mesarse la barba, la oración a Alá o el deseo de morirse da veracidad al relato.

Otro cronista que recogió viva esta tradición
también de labios de algunos moriscos ancianos, durante la Conquista de Granada o a los hijos de aquellos que vivieron aquellos eventos, es Luis Mármol y Carvajal; éste parece continuar el relato de Hernando del Pulgar en donde lo dejó y añade el uso del árabe, lengua que conoce, para darle mayor verosimilitud:

“Algunos quieren decir (el rey Boabdil) volvió primero a la ciudad y que entró en una casa donde tenía recogida su familia en la Alcazaba; mas unos moriscos muy viejos, que, según ellos decían se hallaron presentes aquel día, nos certificaron que no había hecho más de hacer reverencia al Rey Católico y caminar la vuelta de la Alpujarra, porque cuando salió de la Alhambra había enviado su familia delante, y que en llegando a un sitio que está cerca del lugar del Padul, que es de donde últimamente se descubre la ciudad, volvió a mirarla, y poniendo los ojos en aquellos ricos alcázares que dejaba perdidos, comenzó a suspirar reciamente, y dijo Alabaquibar, que es como si dijéramos Dominus Deus Sabaoth, poderoso Señor, Dios de las batallas; y que viéndole su madre suspirar y llorar, le dijo: «Bien haces, hijo, en llorar como mujer lo que no fuiste para defender como hombre.»  Después llamaron los moros aquel sitio el Fex de Alabaquibar en memoria deste suceso”.


Falsa imagen de Boabdil

Son por estas historias arriba descritas por la que nos ha llegado la imagen errónea de un Boabdil débil, “zugaybi” (en árabe desdichadillo”, pusilánime, frente a su madre Aixa, mujer de carácter, enérgica y sobre todo una auténtica madre-coraje que luchó contra las rivalidades de harén y de palacio.

No es del todo cierto el retrato que de ambos, y en especial de Boabdil, se desprende en la famosa frase de Aixa, porque, por ejemplo, en las últimas semanas del reino nazarí en Granada,  Hernando de Baeza nos muestra, en el fragmento final de su libro, a un rey que sale decidido a morir combatiendo en la Guerra Santa frente a los cristianos y a dar la vida, si es preciso, por su reino ("Es mejor morir una vez, que vivir muriendo varias veces”, dirá Boabdil a su Madre).

Boabdil toma esta decisión de combatir por él mismo, se ha lavado ritualmente, purificado y, justo antes de salir, una llorosa Aixa le ruega que se quede, que no quiere perderle a él y que no comprometa a su pueblo si no quiere tener en Granada un final parecido a lo ocurrido en Málaga. Baeza da a entender que, con aquel gesto, Aixa pudo mostrarse más favorable a pactar con los cristianos, así favoreció los primeros diálogos entre los Reyes Católicos y los visires y representantes nazaríes para tratar los acuerdos de la Capitulación.

Entonces, ¿mito o realidad?
Hoy en día, aquella colina Fax Allah Akbar que Mármol mencionara citando fuentes moriscas es conocida como "Puerto del Suspiro del Mor". Sin embargo, hay autores que rechazan tanto el mito del Suspiro como la localización el mismo: es el caso de Leonardo Villena, escritor y profesor granadino, quien en su libro El último suspiro del Rey Boabdil pone en duda esta opinión de Menéndez Pelayo.

Mármol considera que la narración fue un bulo inventado por el obispo Guevara, para atraerse la atención del Emperador y su esposa, y que acabó convirtiéndose en leyenda, aunque olvida la mención que ya a finales del XV y principios de XVI, hace Hernando del Pulgar.

Incluso rechaza que la ruta tradicional sea la actual que aparece en las carreteras y mapas: «Es falso lo del famoso 'Suspiro del Moro' (en la antigua carretera Granada-Motril) porque Boabdil no pasó por ese lugar,  Boabdil, sólo se detuvo para ver Granada en unas crestas serranas de El Padul, en el puerto de 'El Manar', porque por allí discurría el camino de la Alpujarra», señalaba el escritor en 2011 para el diario “Ideal”.

Falso mito o verdad a medias, la leyenda de “El suspiro del moro”, sigue cautivándonos a pesar del paso de los siglos, por ser una de las más emotivas que hayan dado juntas la Historia y la Literatura: Aún hoy la frase de Aixa resuena como refrán en aquellas situaciones que lamentamos y que se tornan imposibles en la vida diaria.

Sin referirse precisamente a Boabdil, “Los Puntos” nos cantan la historia de un moro cuya alma está encantada por perder un día Granada y al que cuando  el sol se va se le escucha hablar, paseando su amargura por la Alhambra, recordando y llorando por Granada…

La canción fue uno de los grandes éxitos del cuarteto español “Los Puntos” en la década de los años 70´s.  Nos la conserva Youtube:

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario