13 de enero de 2012

LA SERVILLETA



LA SERVILLETA

Cuento por: Elsa M. Rodríguez
Hialeah, 11 de Enero de 2012

Acabo de tirar la servilleta. Era una servilleta blanca con calados muy finos tales que hacían parecer al papel como un trozo de encaje primoroso, una servilleta de esas que en los locales elegantes colocan debajo de las tazas de café o té. Tenía allí anotada la dirección de Internet de ella, de Sylvia.

A Sylvia la conocí en el vestíbulo del Hotel Hilton en Praga, República Checa. Estábamos todos reunidos en ese lugar esperando que nos comunicasen la llegada de los autobuses que nos trasladarían desde Praga hasta Nürenberg en Alemania donde tomaríamos el barco que nos llevaría en un viaje fascinante por el río Danubio. Confieso que nunca soñé que un día podría verme viajando por este río, ni siquiera cuando comencé a estudiar piano y aprendí unos acordes del famosísimo vals Danubio Azul de Johann Strauss. También debo agregar que el Danubio no es tan azul como todos creemos.

Desde muy joven me gustaba tratar con “gente mayor”, para escucharles y aprender de ellos, no sé si lo hacía pensando que me gustaría también que me tratasen bien cuando yo lo fuera . En el caso de Sylvia y Paul, su esposo, sentí algo parecido, me acerqué a ellos porque les vi solos, desvalidos, con dificultad para moverse, en fin, era una pareja singular, de esas personas octogenarias que se espera ver en los Hogares para Ancianos, y no en una aventura como ésta de un crucero por el río europeo.

 Una vez en el barco, todas las tardes, nos reuníamos mi esposo y yo con esta pareja especial, tomábamos el aperitivo y luego tratábamos ambos de conseguir un buen asiento en la mesa del comedor para que ellos no tuviesen que apresurarse y pudiesen bajar con calma.

Durante el tiempo que duró el crucero por el Danubio, hicimos una bonita amistad, y Sylvia me confesó que la razón primordial para ella hacer este viaje era porque tenía un sueño, el de visitar Salzburgo, la famosa ciudad Austríaca que fue el ambiente donde se desarrolló la película “The Sound of Music” en la cual muchos de nosotros encontramos fascinantes no solo la historia de un amor como el de la Institutriz y el Baron VonTrapp y sus siete hijos, sino también nos deleitamos por la belleza de sus verdes colinas y sus azules lagos. Recuerdo su cara de tristeza en la puerta del barco viendo que ni ella ni Paul podían siquiera acceder a la orilla para subir el autobús camino de Salzburgo.

Cuando regresamos a casa, busqué la delicada servilleta donde Sylvia había escrito su dirección cibernética y le envié varias fotos de Salzburgo, de sus valles, de sus lagos, de la iglesia donde se casaron el Baron y la Institutriz, del parque donde Julie Andrews cantó el famoso Do, Re, Mi… en la tal renombrada película.

Creo que recibieron mi mensaje, pero no me contestaron. Aun así creo ver la sonrisa de Sylvia viendo las fotos de aquel lugar que le hacía tanta ilusión, y solo el pensar en eso me hace feliz.

1 COMENTARIOS

Anónimo Jan 13, 2012
Muy bonito Elsa, ya puedes empezar a escribir un libro. Maggie

1 comentario:

  1. Anónimo1/13/2012

    Muy bonito Elsa, ya puedes empezar a escribir un libro. Maggie

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