El Colegio de Belén celebra
cincuenta años en Miami
Laura Isensee
El Nuevo Herald
En su primer trabajo como entrenador en 1969, Carlos
Barquín llevaba a los muchachos de La Pequeña Habana a Crandon Park en Key
Biscayne. No tenían un campo deportivo propio y tenían que llegar primero al
parque. O no practicar.
Barquín dirige ahora los programas deportivos en la misma
escuela, el Colegio Preparatorio Jesuita de Belén en Miami. El recinto de la
escuela ha cambiado drásticamente, de dos edificios en la Calle Ocho —uno de
los cuales tenía fama de haber sido un almacén donde Al Capone escondía bebidas
alcohólicas— a un vasto recinto de 33 acres en el extremo oeste de Miami-Dade.
“Todo ha crecido y mejorado”, afirmó. “Pero lo que hace
especial a Belén son los estudiantes, los sacerdotes, el claustro de
profesores. Es como una familia”, indicó Barquín, quien conoció a los jesuitas
en Miami tras haber arribado de Cuba a los 14 años en un vuelo de la Operación
Pedro Pan. Los padres jesuitas dirigían uno de los campamentos en que él se
quedó.
Este año, el Colegio de Belén celebra sus 50 años en
Miami. Barquín y otros leales a Belén dicen que el espíritu de la escuela no ha
cambiado. El centro trata de inculcar a sus estudiantes el lema de “Formar
hombres para los demás”, de modo que, no importa cuál sea la carrera que
elijan, los muchachos y los hombres de Belén trabajarán para mejorar las vidas
de sus congéneres.
Durante las últimas cinco décadas, la escuela católica
para varones se ha convertido en una de las escuelas privadas más prestigiosas
de Miami-Dade, un campo de entrenamiento para sacerdotes, funcionarios públicos
y políticos. Este fin de semana, la escuela comienza una serie de eventos
culturales que cubrirán un año entero para celebrar su medio siglo.
Originalmente, los sacerdotes jesuitas fundaron el
Colegio de Belén en La Habana en 1854. Empezó dentro de un convento, pero con
el tiempo se expandió a un complejo conocido como el Palacio de Educación.
Fidel Castro es (tristemente) su estudiante más famoso.
Pero cuando Castro llegó al poder, los jesuitas tuvieron
que marcharse. Nueve sacerdotes fundaron de nuevo la escuela en Miami en 1961.
Su primera sede fue el cuarto piso de la escuela parroquial de la Iglesia
Católica Gesu en el downtown de Miami. En el lugar donde se alzaba ese
edificio ahora hay un estacionamiento.
En el otoño de 1962, la escuela se trasladó al corazón de
La Pequeña Habana. Entonces la matrícula
y registración era de $155 por estudiante, muchos de ellos de familias
inmigrantes. La matrícula cuesta ahora $12,000. Cada año, el fondo de becas
ayuda a más de 300 estudiantes. El año pasado, repartieron más de $1.8 millones
en ayuda financiera. También hay un programa de tutoría para muchachos en
períodos de prueba por razones académicas o disciplinarias.
La escuela, con 1,500 estudiantes del sexto al 12 grado,
continúa evolucionando. El año próximo, todos los estudiantes usarán iPads. El
complejo incluye un teatro, una galería de arte y una biblioteca con una
Colección Cubana especial. También hay una “pared de los mártires” dedicada a
los estudiantes de Belén en Cuba y Estados Unidos que han muerto en guerras o
disturbios políticos.
El padre Guillermo M. García-Tuñón, conocido como el padre
Willie, es el director de la escuela. También se graduó en Belén, y puede
jactarse de ser un graduado de Belén de cuarta generación. Su abuelo y su
bisabuelo se graduaron de Belén en Cuba; su padre y García-Tuñón lo hicieron en
Miami.
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