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VENDER E IRSE
- Yoani Sánchez
http://desdecuba.com
Las noticias se viven varias veces en esta Isla. Primero
se intuyen pero no se publican. Luego se anuncian lacónicamente en algún medio
nacional y con posterioridad el eco de ellas alimenta –una y otra vez- la
fantasía popular. Así ha ocurrido con la reciente información sobre
flexibilizaciones en la compra y venta de casas. Desde meses –quizás años- daba
vueltas el rumor de que una nueva ley de la vivienda estaba a punto de
aprobarse, de que este absurdo inmobiliario no aguantaba más. Pero sólo cuando
el Congreso del PCC lo incluyó en su lineamiento 297 fue que pudimos ponerle
algo de certeza a tanto titubeo. Aunque tardía, la medida nos ha arrancado una
exclamación de alivio, pero también ha destapado nuestras suspicacias.
Curiosamente, la mayoría de las personas a quienes le
comento el tema me hacen una y otra vez la misma interrogante. ¿Se podrá vender
la casa antes de irse del país? preguntan todos, como si el negocio
inmobiliario fuera apenas un escalón para cumplir el extendido sueño de
emigrar. Hasta el momento, alguien que parte definitivamente es despojado de
sus propiedades. Sólo si bajo el mismo techo –y por diez años- habitaba con un
familiar, éste último tenía la posibilidad de quedarse en la casa, pero pagando
nuevamente a la Reforma Urbana el valor de la propiedad. Los desalojos forzados
a quienes no cumplían esta regla pasaron a ser comunes en el paisaje de esta
capital. Ahora, la gran adivinanza es si el dueño del inmueble tendrá la
potestad de disponer de él en el mercado y usar ese dinero para radicarse en
otra latitud. ¿Cuánto tiempo deberá transcurrir entre esa operación comercial y
la salida del territorio nacional?
Nos han embaucado tanto, que la gente prefiere
resguardarse en el escepticismo y creer que las nuevas medidas vendrán llenas
también de restricciones. Me sorprendo optimista entre tanto recelo. Argumento
a los que dudan que el gobierno está obligado a abrir, o la realidad se lo
lleva por delante, pero ellos prefieren seguir sin ilusionarse. No obstante la
desconfianza, muchos acarician la idea de ofrecer las paredes entre las que
viven a cambio de un boleto y una visa que los saque de Cuba. Vender e irse,
trasmutar un techo aquí por un alquiler allá, usar su pequeño patrimonio para
escapar. Y todo eso antes que el banderín inmobiliario vuelva a caer, antes que
sea dado el paso atrás.
Ilustración: http://bendeasis.blogspot.com
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