La muerte del legendario Rey de las Guayaberas, Ramón Puig, ocurrida
el pasado 29 de abril, pasó inadvertida: sólo se publicó una esquela
mortuoria costeada por la familia en el diario local. Demasiado
silencio para despedir a un patriarca del buen vestir en el exilio, a
un embajador de la prestancia cubana ante el mundo.
Puig nació en 1920 en la ciudad de Sancti Spiritus, pero desde
muy pequeño vivió en el poblado de Zaza del Medio. Allí conoció a su
única esposa, a quien estuvo unido por un matrimonio de 67 años:
Juana María.
Puig tenía sólo 23 años cuando abrió su sastrería en Zaza del Medio.
Sus guayaberas pronto comenzaron ganar popularidad y el joven sastre
se aventuró a visitar las casas de sus clientes en un Chevy-Bel Air
de 1954, con el fin de confeccionarles las piezas a la medida.
En 1963, el gobierno de Fidel Castro le expropió la sastrería al
matrimonio Puig.
“Nos dijeron: Salgan por esa puerta, nada de lo que está aquí es
suyo”, rememoró su viuda, Juana María, en conversación con
CaféFuerte. “¿Compensación? Ninguna, casi nos dan un culatazo”.
La hora de sobrevivir
Durante cuatro años la familia subsistió cosiendo ropa para las
amistades. Tras pedir la salida del país, Puig se vio obligado a
trabajar por un año en labores agrícolas lejos de su hogar.
“No recuerdo exactamente adónde fue, porque he querido borrar
esos recuerdos desagradables de mi memoria”, señaló la viuda de 90
años. “Pero tuvo que sembrar caña, y guataquear por diferentes
pueblos”.
Llegó a Miami el 18 de octubre de 1968 en uno de los llamados
Vuelos de la Libertad, y como muchos cubanos exiliados empezó de cero.
Durante ocho meses trabajó en la lavandería del famoso Hotel
Fontainbleau de Miami Beach, ganando 95 centavos por hora.
No se desanimó. Poco a poco fue contactando a antiguos clientes
cubanos y empezó a hacerles ropa a la medida, mayormente pantalones y
guayaberas. En 1971 alquiló un local al lado del hoy icónico
Restaurante Versailles, en la Calle 8, y desde entonces el negocio
comenzó a prosperar hasta convertirse en el emporio que es hoy.
Puig saltó a la fama en 1983, cuando el presidente Ronald Reagan
vistió una de sus camisas. Desde entonces, comenzó a ser llamado El
Rey de las Guayaberas, y a recibir pedidos de numerosas
personalidades interesadas en adquirir la prenda tropical.
Presidentes como George Bush padre, y el colombiano Alfonso López Michelsen
se hicieron guayaberas con Puig, así como los actores Denzel
Washington y Robert Duvall.
Para 1995 la Casa de las Guayaberas había crecido tanto que tuvo
que mudarse a un local más amplio, con mayor estacionamiento, ubicado
en el 5840 SW 8 St, en la ciudad de West Miami.
Una pasión de por vida
Confeccionar guayaberas fue la gran pasión que lo acompañó hasta
el final de sus días. Puig permaneció trabajando en el negocio hasta
una semana antes de su muerte.
“Siempre desde pequeño me gustó la sastrería. No me canso de
cortar guayaberas y hacer guayaberas. A veces son las dos de la tarde
y me dicen, ¿no vas a ir a almorzar? Porque estoy tan entretenido con
las medidas y las tallas, que se me va el tiempo”, dijo Puig en una
entrevista realizada en el 2008.
Actualmente la Casa de las Guayaberas tiene un inventario que
supera las ocho mil piezas. Los precios oscilan entre 20 dólares y
150 para las confeccionadas en lino irlandés, pero las guayaberas
hechas a la medida pueden ser mucho más costosas.
Este año, Puig donó una de sus guayaberas al conocido periodista
cubano Ciro Bianchi Ross y su esposa Mayra Gómez, artífices del
Proyecto de Reanimación Cultural La Guayabera, que busca rescatar la
tradición cubana y crear un museo de la prenda en Sancti Spíritus. Bianchi
habló con él en Miami, posiblemente en la que fue la última
entrevista que haya concedido el empresario.
¿Perdurará el negocio familiar tras la muerte de Puig? “Mientras
tenga vida y salud voy a tratar de impulsar el negocio, y luego lo
hará mi hijo”, afirmó Juana María Puig. “Tenemos que hacerlo de
cualquier manera, esa era la vida de él”. Además de su viuda,
sobreviven a Puig su único hijo Luis, y un nieto de 8 meses.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario