(Foto: adg) |
Copenhague
- Ana Dolores García
La capital de Dinamarca, Copenhague,
nos recibió con frío y con lluvia. No fue realmente un gran comienzo,
particularmente si se aspira a conseguir buenas fotos. Fue también un feo
presagio de lo que hubiera podido ocurrir –que afortunadamente no fue- en el
resto de las vacaciones.
Por suerte, la lluvia nos
daba respiro a ratos, y nos lanzamos a caminar por nuestra cuenta. Un ómnibus nos llevó desde el barco hasta la
plaza del Ayuntamiento y una vez allí nos dispusimos a caminar para regresar de
nuevo al puerto a través de la ciudad, y llegar a él casi justo a la hora en
que el barco estaba listo para “levar
ancla”.
Copenhague fue fundada en
plena Edad Media (1167). Su fundador, Absalon
o Axel, arzobispo primado de Dinamarca y Ministro de Valdemar I, había nacido
en Selandia, isla en la que favoreció
el engrandecimiento del primitivo poblado
“Havn” para convertirlo en la incipiente Copenhague. Su estratégica
situación frente a las costas del norte de la Europa continental y a la entrada
del Mar Báltico favoreció su rápido desarrollo y la convirtió en uno de los
puertos más importantes de la región.
(Foto: adg) |
Siglos después, a
mediados del XVIII, reinaba en Dinamarca Cristian VIII, al que un buen
consejero le recordó que cuando el pueblo se
divierte no piensa en la política. El
rey llevó a la práctica la sugerencia y en 1853 quedó inaugurado un gran parque
de atracciones en las afueras de la Copenhague de entonces, hoy en su
mismo centro. El lugar, “Parque de Atracciones de los
Jardines de Tívoli”, conserva aún la
misma entrada principal de hace más de un siglo. Muy
frecuentado por los daneses, lo es también por sus vecinos suecos y, a pesar de
la brevedad del verano escandinavo, las visitas suman millones cada año.
(Foto: A. Porres) |
(Foto: adg) |
Bien cerca de los Jardines
de Tívoli está la Plaza del Ayuntamiento, presidida por un viejo y gran
edificio que data de 1905 y que es el sexto que se ha tenido que levantar en la
ciudad, ya que los cinco anteriores resultaron destruidos por incendios. El
edificio, fiel al estilo nórdico, muestra en su entrada principal una estatua
dorada de Absalón, el obispo fundador de la ciudad. Su interior acoge una hermosa sala central
donde se efectúan conferencias y conciertos. En su exterior se adorna con la
impresionante Fuente del Dragón y la columna de los Intérpretes de Lur.
De la Plaza del
Ayuntamiento salimos por la Stroget, una calle peatonal y comercial muy
importante, admirando y tomando fotos de edificios, monumentos y torres de
iglesias que sobresalían en el paisaje citadino. Así llegamos hasta el Nyhavn, o Puerto Nuevo. Es un hermoso canal rodeado de edificios
multicolores y restaurantes que expanden sus servicios por sus amplias aceras
bajo sombrillas que protegen a sus clientes del tímido sol danés. Allí hicimos
una pausa para almorzar.
Luego de reponer fuerzas, seguimos nuestro recorrido
hasta Amalienborg, el palacio donde vive
la familia real danesa. Amalienborg no es en realidad un solo palacio, sino el
conjunto de cuatro palacios similares, neoclásicos con detalles del rococó, que
enmarcan una gran plaza. En un principio se consideró que la cercana Iglesia de
Mármol también formara parte del conjunto, al igual que lo hace la estatua del
Rey Federico V que se encuentra en la rotonda.
(Foto: adg) |
Estos palacios fueron realizados
entre 1750 y 1768, como residencia de diferentes familias de la nobleza danesa.
Desde 1974, cuando el primitivo Palacio Real quedó destruido por un incendio,
Amalienborg se convirtió en la residencia de invierno de la Familia Real.
(Foto: Google) |
Nuestro pequeño grupo perdió aquí una de sus
integrantes: rendida por el cansancio
regresó al barco en taxi. Los tres restantes seguimos a pie rumbo al
puerto, al encuentro con la figura emblemática de la ciudad: la sirenita. Pero
antes de llegar a ella nos topamos con la impresionante Fuente de Gefjon, el mayor monumento de Copenhague. Su principal figura es la diosa Gefjon, y se encuentra al final del paseo
del Amaliegade, en una amplia explanada junto a la iglesia anglicana de Saint
Alban y a la bahía. Fue una donación a la ciudad por parte de la empresa
cervecera Carlsberg para celebrar su 50º Aniversario en 1908. La restauraron
recientemente en el año 2004.
Gefjun,
también Gefjon, era, en la mitología escandinava, pitonisa y diosa. La asociaban con la agricultura, las vírgenes
y la buena suerte, y muchos de los primitivos
reyes daneses blasonaban de ser sus descendientes.
(Foto: A. Porres) |
El relato mitológico se
refiere a que el rey Gylfi le había prometido tanta tierra como pudiera
arar en una noche. Gefjun no dudó en transformar a sus cuatro hijos en bueyes y así pudo arar
tierra suficiente para crear la isla de Selandia, donde se emplaza hoy
Copenhague. Tal es la leyenda y su simbolismo, por lo que Copenhague se siente
muy orgullosa de esta monumental y hermosa fuente.
Bajo breves chubascos que alternaban con cielos despejados, llegamos hasta la sirenita, la escultura más popular de Copenhague, situada sobre una piedra en la orilla del agua, en el Parque Churchill.
(Foto: adg) |
Bajo breves chubascos que alternaban con cielos despejados, llegamos hasta la sirenita, la escultura más popular de Copenhague, situada sobre una piedra en la orilla del agua, en el Parque Churchill.
Una “sirenita” que pesa
175 kilogramos y mide 1.25 metros. Así y todo, ante la inmensidad del mar que
le sirve de fondo luce tan pequeña, que se aviene muy bien en tamaño al
personaje del cuento de hadas de Andersen: “La Sirenita”.
(Foto: adg) |
La mítica leyenda fue recogida
por Hans Christian Andersen. Se refiere al amor de una bella sirena por un apuesto
marino, la que sabedora de que no era un ser humano, prefirió poseer aspecto de
mujer para conquistar el amor del príncipe. La encantadora y fantasiosa
historia no puede contarse en pocas palabras y, además, nos perderíamos la belleza
de la narración concebida por el genial cuentista que fue Andersen.
Después de las
imprescindibles fotos junto a esta mítica sirena, seguimos nuestro rumbo. Nos
quedaba una larga caminata hasta el barco, fondeado mucho más lejos, en el
puerto para los cruceros. Y el buque partía a las cinco de la tarde.
Fueron demasiado pocas las
horas en las que intentamos conocer Copenhague, por lo que nos quedamos sin siquiera ver
otros lugares también emblemáticos, como el Castillo de
Rosenborg o la Ópera, o sin entrar en el parque de atracciones de Tívoli o sin
pasear en barco por los canales de Nyhavn…. En vez de los legendarios
cantos de las sirenas, nos pareció escuchar la voz de la ciudad que nos decía,
remedando los versos de Buesa,
Pasarás por mis calles
sin saber que pasaste,
pasarás con apuro, y en
tan raudo pasar,
pensarás que me llevas en
las fotos que tomaste,
y soñarás que me has
visto… ¡y jamás lo creerás!
©2011
Ana Dolores García
Para deleite de que quienes quieran leerlo, “La Sirenita” de Hans Christian Andersen:
Las fotos se amplían haciendo clic sobre ellas.
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