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Una voz diferente en Washington
- por Frank Calzón
La visita de
Jimmy y Rosalynn Carter a La Habana y las controversiales recomendaciones del
ex presidente sobre la política de Estados Unidos hacia la isla han recibido la
atención de la prensa y de los especialistas en relaciones internacionales. Ahora
otra acontecimiento, quizás de mucho mayor impacto sobre la política de la
Administración Obama hacia Cuba acaba de ocurrir: la congresista Debbie
Wasserman-Schultz (D-FL) acaba de ser seleccionada por el presidente Obama para
dirigir el Comité Nacional del Partido Demócrata, la más alta entidad del
partido que controla la Casa Blanca y el Senado de Estados Unidos.
El anuncio
sobre el nombramiento de Wasserman-Schultz tuvo lugar prácticamente al mismo
tiempo que la Casa Blanca anunció que Obama se postulará para la reelección en
el 2012.
¿Por qué la
selección de Wasserman-Schultz es importante en el debate de la política
norteamericana hacia Cuba? Porque la congresista representa un distrito en el
Sur de la Florida, porque ha demostrado su capacidad de liderazgo, y que el
sufrimiento y la tragedia a noventa millas no les son ajenos. Y porque no teme
decir la verdad a los poderosos.
Mientras
Carter recomendaba paciencia sobre la condena a 15 años de un subcontratista
del programa para la democracia de la Agencia para el Desarrollo de Estados
Unidos, anunciando que Alan Gross no lo acompañaría en su viaje de regreso
porque las autoridades cubanas habían decidido no liberarlo, la congresista ya
había denunciado que “el norteamericano Alan Gross languidece en una celda
cubana desde diciembre [del 2009] sin atención médica, por el “crimen de
distribuir teléfonos celulares a la comunidad judía en La Habana”. Simultáneamente,
la congresista recababa la atención de la opinión pública para el infortunio de
“Reina Luisa Tamayo, madre de un disidente que murió en una huelga de hambre,
quien es golpeada con frecuencia cuando trata de visitar la tumba de su hijo”.
Carter
quiere darle en bandeja de plata a los Castro todo lo que piden. El ex
presidente lidera una campaña de relaciones públicas para convencer a la Casa
Blanca y al Congreso de que deben concederle todo al régimen: levantar las
restricciones que quedan del embargo, darle créditos a La Habana, permitir el
turismo norteamericano a la isla y poner en libertad a los cinco espías
castristas que cumplen sus condenas en las cárceles federales. Uno de esos
espías cumple dos condenas perpetuas convicto de conspirar para cometer un
asesinato y el grupo conocido como La Red Avispa recibió instrucciones de La
Habana para que identificaran un lugar seguro en el Sur de la Florida para el
desembarco de armas y de personal cubano.
Pero
Wasserman-Schultz piensa diferente. “Terminar el embargo ahora no solo
ignoraría las atrocidades perpetradas por el régimen de Castro, también le
daría al gobierno cubano el impulso financiero en el momento exacto en que lo
quiere y necesita. La amistad y las relaciones económicas con nuestra nación
deben ganarse, y los cubanos merecen la libertad, la democracia y los derechos
humanos que no tienen. Hasta que Cuba haya demostrado un progreso substancial,
los cambios unilaterales en la política norteamericana hacia la isla serían una
innegable recompensa para el horrible proceder del régimen”.
Además de su
muy importante papel al frente del Comité Nacional Demócrata, Wasserman-Schultz
continúa siendo un actor poderoso en la Cámara de Representantes como miembro
de las comisiones de justicia y presupuesto y al frente de “Front Line”, un
proyecto designado para ayudar a reelegir a representantes demócratas en
distritos contenciosos; y como presidenta del Comité Nacional Demócrata
seguramente tendrá mucho mayor contacto con el presidente Obama y la Casa
Blanca.
En el
pasado, Wasserman-Schultz logró salir victoriosa de su batalla contra el
cáncer. Es madre de tres niños, reside en Weston, en el Sur de la Florida, y
entre sus más importantes prioridades se encuentran Israel, el Medio Oriente,
el presupuesto federal, y el terrorismo internacional.
“Las
palabras se las lleva el viento”, dice. “Ya es hora de que el régimen castrista
reconozca a los partidos políticos, ponga en libertad a sus presos políticos. Uno
tiene que actuar en consecuencia con lo que dice”.
La pregunta
que hay que hacerse es si Jimmy Carter está prestando atención.
Director ejecutivo del Centro para Cuba Libre en
Washington D.C.
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