13 de abril de 2011

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Una voz diferente en Washington


- por Frank Calzón

La visita de Jimmy y Rosalynn Carter a La Habana y las controversiales recomendaciones del ex presidente sobre la política de Estados Unidos hacia la isla han recibido la atención de la prensa y de los especialistas en relaciones internacionales. Ahora otra acontecimiento, quizás de mucho mayor impacto sobre la política de la Administración Obama hacia Cuba acaba de ocurrir: la congresista Debbie Wasserman-Schultz (D-FL) acaba de ser seleccionada por el presidente Obama para dirigir el Comité Nacional del Partido Demócrata, la más alta entidad del partido que controla la Casa Blanca y el Senado de Estados Unidos.

El anuncio sobre el nombramiento de Wasserman-Schultz tuvo lugar prácticamente al mismo tiempo que la Casa Blanca anunció que Obama se postulará para la reelección en el 2012.

¿Por qué la selección de Wasserman-Schultz es importante en el debate de la política norteamericana hacia Cuba? Porque la congresista representa un distrito en el Sur de la Florida, porque ha demostrado su capacidad de liderazgo, y que el sufrimiento y la tragedia a noventa millas no les son ajenos. Y porque no teme decir la verdad a los poderosos.

Mientras Carter recomendaba paciencia sobre la condena a 15 años de un subcontratista del programa para la democracia de la Agencia para el Desarrollo de Estados Unidos, anunciando que Alan Gross no lo acompañaría en su viaje de regreso porque las autoridades cubanas habían decidido no liberarlo, la congresista ya había denunciado que “el norteamericano Alan Gross languidece en una celda cubana desde diciembre [del 2009] sin atención médica, por el “crimen de distribuir teléfonos celulares a la comunidad judía en La Habana”. Simultáneamente, la congresista recababa la atención de la opinión pública para el infortunio de “Reina Luisa Tamayo, madre de un disidente que murió en una huelga de hambre, quien es golpeada con frecuencia cuando trata de visitar la tumba de su hijo”.

Carter quiere darle en bandeja de plata a los Castro todo lo que piden. El ex presidente lidera una campaña de relaciones públicas para convencer a la Casa Blanca y al Congreso de que deben concederle todo al régimen: levantar las restricciones que quedan del embargo, darle créditos a La Habana, permitir el turismo norteamericano a la isla y poner en libertad a los cinco espías castristas que cumplen sus condenas en las cárceles federales. Uno de esos espías cumple dos condenas perpetuas convicto de conspirar para cometer un asesinato y el grupo conocido como La Red Avispa recibió instrucciones de La Habana para que identificaran un lugar seguro en el Sur de la Florida para el desembarco de armas y de personal cubano.

Pero Wasserman-Schultz piensa diferente. “Terminar el embargo ahora no solo ignoraría las atrocidades perpetradas por el régimen de Castro, también le daría al gobierno cubano el impulso financiero en el momento exacto en que lo quiere y necesita. La amistad y las relaciones económicas con nuestra nación deben ganarse, y los cubanos merecen la libertad, la democracia y los derechos humanos que no tienen. Hasta que Cuba haya demostrado un progreso substancial, los cambios unilaterales en la política norteamericana hacia la isla serían una innegable recompensa para el horrible proceder del régimen”.

Además de su muy importante papel al frente del Comité Nacional Demócrata, Wasserman-Schultz continúa siendo un actor poderoso en la Cámara de Representantes como miembro de las comisiones de justicia y presupuesto y al frente de “Front Line”, un proyecto designado para ayudar a reelegir a representantes demócratas en distritos contenciosos; y como presidenta del Comité Nacional Demócrata seguramente tendrá mucho mayor contacto con el presidente Obama y la Casa Blanca.

En el pasado, Wasserman-Schultz logró salir victoriosa de su batalla contra el cáncer. Es madre de tres niños, reside en Weston, en el Sur de la Florida, y entre sus más importantes prioridades se encuentran Israel, el Medio Oriente, el presupuesto federal, y el terrorismo internacional.

“Las palabras se las lleva el viento”, dice. “Ya es hora de que el régimen castrista reconozca a los partidos políticos, ponga en libertad a sus presos políticos. Uno tiene que actuar en consecuencia con lo que dice”.

La pregunta que hay que hacerse es si Jimmy Carter está prestando atención.

Director ejecutivo del Centro para Cuba Libre en Washington D.C.

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