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CUANDO LO POLÍTICO SOCAVÓ LO MILITAR
Por Mario U. Tápanes
El Lunes 17 de Abril de
1961, la Brigada de Asalto 2506 integrada por 1300 cubanos, desembarcó en Cuba
por la Península de Zapata al Sur de la Provincia de Matanzas, uno de los
escondites del pirata francés Gilberto Girón en la Bahía de Cochinos que debe
su nombre a la variedad de peces que abundan en sus aguas llamados “cochinos” y
no porque allí habiten cerdos jíbaros que atacan a las personas, como algunos
autores han escrito.
Fue un Proyecto creado,
planeado, dirigido y financiado por la Agencia Central de Inteligencia de los
Estados Unidos (CIA). Su objetivo inmediato consistía en establecer una cabeza
de playa sostenible donde funcionaría un Gobierno Provisional Cubano que sería
reconocido por los Estados Unidos y países amigos que le darían ayuda. Y con
una pista de aterrizaje para continuar el apoyo aéreo a las ulteriores acciones
militares contra el régimen castrista.
Su éxito dependía de que
la Fuerza Aérea de la Brigada tuviera el control absoluto del aire destruyendo
todos los aviones enemigos con ataques previos a sus bases en tierra. Y ésto no
se logró debido a las restricciones impuestas al plan por consideraciones
políticas. Aunque el Presidente Kennedy pronto asumió públicamente la responsabilidad
por el fracaso, en privado culpó a la CIA y a los Jefes del Estado Mayor
Conjunto señalándoles, entre otras faltas, el no hacerle comprender lo vital e
indispensable que era el exclusivo poderío aéreo de la Brigada.
La primera vez que el
Presidente Kennedy conoció de un plan secreto anticastrista fue después de ser
nominado como candidato presidencial demócrata. El Director de la CIA, Allan
Dulles, el 23 de Julio de 1960 le informó en general del proyecto que 4 meses
atrás había aprobado el Presidente Eisenhower, entonces limitado a la
unificación de los grupos de exilados, propaganda, el entrenamiento e
infiltración de grupos de guerrillas y su abastecimiento aéreo y marítimo.
La segunda vez, como
Presidente Electo, Dulles con Richard M..Bisell, Jr.,- responsable principal en
la CIA del proyecto,- el 27 de Noviembre de 1960 le reportaron de nuevo a
Kennedy cuando ya había evolucionado hacia una fuerza de asalto aeromarítimo
con la posible toma de la Isla de Pinos. Por eso se incorporó a un Jefe Militar
con experiencia de la Infantería de Marina, el Coronel Jack Hawkins, quien al
estudiar los planes tentativos, sometió a la CIA el 4 de Enero de 1961 un
extenso memorando que resultó profético: “En operaciones anfibias el control
del aire y el mar en la zona del objetivo es axiomático y absolutamente
requerido”...” “que se resista firmemente cualquier intento de reducir los
aviones disponibles” ...”que la operación sea abandonada si el plan no contiene
el uso del adecuado apoyo aéreo”.
El 28 de Enero de 1961,
Kennedy, siendo Presidente, recibió el primer reporte sobre el proyecto cubano
en una reunión en la que estaban el Vice-Presidente Johnson, los Secretarios de
Estado y Defensa Dean Rusk y Robert McNamara, el Consejero Nacional de
Seguridad McGeorge Bundy, el Jefe del Estado Mayor Conjunto (JCS) Gral.
Lemnitzer, los Secretarios Asistentes Mann y Nitza. Y por la CIA, su Director
Dulles y Tracy Barnes. Después de una larga discusión, el Presidente Kennedy
autorizó a la CIA para continuar sus actividades, y que sometiera un plan de
acción al Estado Mayor Conjunto (JCS) para su análisis, el cual fue favorable
con ciertas recomendaciones.
Desde ese momento hasta
el mismo desastre final, comenzó la oposición a minar el proyecto. La encabezó
Dean Rusk alegando graves repercusiones, entre otras, que la América Latina
acusaría al “imperialismo yanki” de agredir a una pequeña nación, más las
reacciones adversas de la Unión Soviética y China en Berlín, Laos, Vietnan y
otros asuntos; que sufriría grandemente la reputación y el prestigio con que se
había inaugurado la nueva Administración; se violaban tratados de la
Organización de Estados Americanos, y el Código Federal. etc... De aquí que si
se ejecutaba la acción militar, tenía que realizarse de forma que la participación
de los Estados Unidos no se descubriera, y si lo fuera, la acusación pudiera
ser desmentida creíblemente.
Esta insistencia en la
“doctrina de la clandestinidad” llevó al Presidente a rechazar el llamado “Plan
de Trinidad” que presentó Bissell el 11 de Marzo. Abarcaba la toma de la ciudad
donde la población mayoritaria era favorable y como base del Gobierno
Provisional; bombardeos masivos para destruir la fuerza aérea castrista; así
como depósitos de municiones, puentes y otros objetivos estratégicos. Y era una
zona cerca del posible refugio del Escambray. El Presidente consideró el plan
muy espectacular, como una invasión de la 2da. Guerra Mundial, prefería un
desembarco discreto, con poco “ruido”, que luciera una operación de guerrillas
y un alzamiento popular cubano, sin complicidad de los Estados Unidos, cosa ya
del dominio público.
El alto mando de la CIA
y el JCS buscaron alternativas según los deseos del Presidente y pronto se
llegó al Plan Zapata, en la Bahía de Cochinos, modificando el preferido de
Trinidad. El desembarco sería en la noche; los bombardeos se limitarían a
destruir los aviones enemigos en sus bases. Con 16 aviones y unas 48 acciones
aéreas, se atacarían durante 3 días las bases de Columbia, San Antonio y
Santiago de Cuba empezando 2 días antes del arribo de la Brigada cuando un
ficticio desertor de la fuerza aérea castrista aterrizaría en la Florida
aparentando que se trataba de una sublevación interna y de guerrillas. Tomada
la cabeza de playa con la pista de aterrizaje de Girón, de allí saldrían los
sucesivos ataques aéreos y se establecería el Gobierno Provisional.
En la reunión del 4 de
Abril, el proyecto se aprobó por 12 de los asistentes, excepto Rusk. El
Presidente insistió en su “cubanización”; autorizó la continuación y evaluación
sin dar su aprobación final reservándose el derecho de cancelarlo con 24 horas
antes de su inicio. Los dos responsables de la CIA por la implementación, el
Coronel Hawkins, Jefe Militar, y en lo Civil Jake Esterline, al estudiar el
nuevo plan, concluyeron que su éxito era casi imposible, y si no se suspendía
renunciarían. El 8 de Abril, por 3 horas discutieron los pro y contras con
Bissell quien les dijo que era muy tarde, que no podían ser sustituidos, que
seguiría con o sin ellos, cuestionó su lealtad y les pidió que no lo
abandonaran. Después que Bissell les aseguró que no habrían más restricciones,
desistieron de sus renuncias como buenos soldados.
En la reunión del 12 de
Abril con el Presidente, el Secretario de Estado Rusk, el Consejo Nacional de
Seguridad, y el JCS, Bissell analizó con más detalles las operaciones señaladas
para el Lunes 17 de Abril con inicio del ataque a las bases aéreas al amanecer
del Sábado 15. Se discutió otra vez el “ruido” que harían. El Presidente
tampoco dio su aprobación final, pero si cancelaba, sería antes de las 3 p.m.
del Viernes 14. En una conferencia de prensa ese mismo día 12, Kennedy anunció
que bajo ninguna circunstancia las fuerzas de los Estados Unidos intervendrían
en Cuba.
El Coronel Hawkins viajó
a Centroamérica a inspeccionar la Brigada y reportó el día 13 que estaba bien
entrenada y equipada y sobre todo con un alto espíritu de combate y moral
excepcional como lo demostrarían después los valientes brigadistas hasta que se
les acabaron las balas. Al siguiente día 14, el Presidente llamó a Bissell y
dio su aprobación final diciéndole que no usara los 16 aviones en los ataques,
que los redujera al mínimo. Acordaron que irían la mitad.
Sólo 3 escuadras de 2
aviones cada una, bombardearon al amanecer del Sábado 15 las bases enemigas,
mientras el presunto “desertor” llegaba a Miami. El Embajador Cubano en la ONU
denunció la agresión imperialista americana mientras el de los Estados Unidos
Adlay Stevenson defendía la falsa versión del desertor. Al comprobarse la
verdad, Stevenson llamó sumamente irritado a Rusk culpándolo del engaño que lo
había humillado y ridiculizado.
En la base de la Brigada
en Centroamérica, los pilotos se preparaban para una segunda oleada de ataque
antes de la puesta del sol del mismo Sábado, pero llegaron órdenes “muy
superiores” cancelándola y también las del siguiente día. Tarde el Domingo 16,
el Secretario de Estado Rusk llamó por teléfono al Presidente y en extensa
conversación hizo que Kennedy cancelara también los ataques aéreos de la mañana
del 17, a pesar de saberse que la mitad de los aviones castristas estaban
intactos. La protesta airada de Stevenson causó esta sentencia de muerte para
la Brigada. Rusk encargó a Bundy la comunicara a Bissell y al Gral. Cabell
quien actuaba de Director de la CIA porque Dulles estaba en Puerto Rico. Eran
las 9 de la noche del 16 de Abril.
Cabell y Bissell
acudieron a Rusk para que se revocara la cancelación advirtiéndole de sus
fatales consecuencias. Rusk no cedió y en su presencia llamó de nuevo al
Presidente expresándole los argumentos de Cabell y Bissell, pero repitiendo su
recomendación de mantener la cancelación. Kennedy reafirmó su decisión y Rusk
les extendió el teléfono a los dos para que directamente hablaran con el
Presidente, lo que declinaron por no molestarlo inútilmente. Bissell, como él
mismo reconoció, fue cobarde, pues no tuvo el valor de darles la noticia al
Coronel Hawkins y Jake Sterline. Y la encargó a Cabell. Al oírla, Hawkins
exclamó “es negligencia criminal”.
El resto es historia
bien conocida. El Lunes 17 la aviación castrista bombardeó los barcos de
abastecimiento y ametralló la Brigada. El Almirante Burke desde su portaviones,
pidió permiso al Presidente para lanzar dos jets y destrozar al enemigo
negándolo Kennedy porque los Estados Unidos “no podían estar envueltos”, a lo
que replicó el Almirante “¡Maldición!, Señor Presidente es que ya estamos
envueltos”. Y el Miércoles 19, el “disposal problem” de Dulles quedó resuelto.
Se ha culpado del
desastre a la falta de acciones y ayuda de la resistencia por no habérsele
avisado del desembarco. Este argumento falla, porque en operaciones militares,
es esencial que los atacantes tengan bajo su dominio todo lo necesario para
lograr el objetivo y en ninguna forma pueden subordinase a hechos que están
completamente fuera de su control. Además en el caso concreto cubano, los jefes
más importantes de la clandestinidad estaban presos desde hacía un mes,
incluyendo a Rogelio González Corzo, (Francisco) el Coordinador General. En
conclusión, que en este caso, al igual que en otros de esta gran Nación, lo
político socavó lo militar.
Reproducido de Libreonline.com
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