7 de agosto de 2010


Rabindranath Tagore

Poeta y filósofo indio, premio Nobel, que contribuyó a estrechar el entendimiento mutuo entre las civilizaciones occidental e India. Su nombre en bengalí es Ravìndranatha Thakura y nació en Calcuta el 7 de mayo de 1861 en el seno de una familia acomodada, hijo del filósofo Debendranath Tagore. Empezó a escribir poesía de niño y publicó su primer libro a los 17 años.

Después de una breve estancia en Inglaterra (1878) donde estudió Derecho, volvió a la India, y pronto se convertiría en el autor más importante y famoso de la época colonial. Escribió poesía, cuentos, novelas y obras de teatro, y además compuso centenares de canciones populares.

En 1929 empezó también a pintar. Internacionalista decidido y educador, en 1901 fundó en su propiedad bengalí la escuela Santiniketan, para la enseñanza de una mezcla de filosofías orientales y occidentales, que en 1921 se convertiría en la Universidad Internacional Visva-Bharati. También viajó y dió conferencias por todo el mundo. Tagore escribió en lengua bengalí.

Su obra, muy imaginativa y profundamente religiosa, está impregnada por su amor a la naturaleza y a su tierra. En 1913, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura y en 1915 el rey Jorge V le nombró caballero, título al que renunció tras la matanza de Amritsar en 1919, cuando las tropas británicas mataron a 400 manifestantes indios. Muchas de sus obras fueron traducidas al español por Zenovia

Murió el 7 de agosto de 1941, un día que aún es recordado en actos públicos dentro del mundo de habla bengalí.

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Ilustración: Google

Algunas frases clásicas de Rabindranath Tagore

Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.

El Amor es el significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación.

Dormía..., dormía y soñaba que la vida no era más que alegría. Me desperté y vi que la vida no era más que servir... y el servir era alegría.

Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros; pero ya no producirá flores ni frutos.

Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor.

Déjame sólo un poco de mí mismo para que pueda llamarte mi todo.

Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad.

Agradezco no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por ellas.

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