5 de agosto de 2010


Memorias de la radio cubana
( I )

Perla Cartaya Cotta,

Palabranueva.net

Cuba fue durante la época colonial de su historia el primer país hispanoamericano en emprender obras imprescindibles con respecto a su necesario desarrollo.. Y no abandonó esta preeminencia al romper sus lazos formales, nunca los sentimentales, con España. Un ejemplo de este aserto es el hecho de que, en la temprana fecha de 1918 también lo fuera al emitir sus primeras señales de radio los equipos artesanales de los radioaficionados habaneros, “[…] cuando sólo transmiten por radio Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética

Sin embargo, cuatro años tendrían que transcurrir para la inauguración oficial de la radio cubana. La radioemisora encargada de expandir por primera vez las ondas hertzianas desde esta Isla, fue la estación radiotelefónica montada por la Cuban Telephone Company –en sociedad con la RCA y la Westinghouse – en el edificio, que todavía existe, de la calle Águila; utilizando como símbolo de identificación las letras PWX.

El pueblo –aunque mayoritariamente carecía de los receptores de galena, -así se les llamaba–, que sufría en carne propia, como en cualquier época, los problemas económicos y políticos del país, recibió, con la animación que naturalmente le producen los hechos culturales, el novedoso acontecimiento que tendría lugar el martes 10 de octubre de 1922.


Ese día, a las cuatro de la tarde, el presidente de la República , Alfredo Zayas Alfonso, desde su despacho oficial pronuncia un discurso que, obviamente, desconcertaría al pueblo: lo hace en inglés, es decir, lo dedica al pueblo y Gobierno norteamericanos. Su intervención, captada en ese país “por la emisora newyorkina de Walter Lispenard “[…] marca la primera vez que el jefe de una nación se dirigía a los ciudadanos de otra a través de la radio”. Por la noche tendría ocasión, en el estudio instalado en el último piso del edificio de la calle Águila, un programa de variedades que, de acuerdo con Reynaldo González, fueron “las primeras que se transmiten en español desde América, dos años después que Inglaterra ha iniciado esa modalidad en el mundo…”

Al respecto, Oscar Luis López afirma que, aunque oficialmente la radio cubana nació ese día “[…] no es menos cierto que con anterioridad ya se estaba haciendo radio aquí por un cubano. A partir del 22 de agosto de 1922, la emisora de Luis Casas Romero, con permiso, puesto que no tenía licencia, es en ese momento, a nivel nacional, la única emisora que de forma continuada está en el aire. Después del llamado de atención, y con el cañonazo de las 9:00, tocan un acorde y dicen “las 9:00 en punto”, e inmediatamente viene el parte del Observatorio. A los cuatro o cinco días, su hija, Zoila Casas, pone uno o dos números musicales…”

Esta programación, afirma Oscar Luis López, se mantiene y se amplía hasta que en 1923, oficialmente, obtiene la licencia. La 2LC de Luis Casas se mantuvo varios años en el aire.


Volviendo a la mencionada emisión del 10 de octubre de 1922, vale apuntar como dato curioso la evocación de “un conversador de nuestra cultura”, Eduardo Robreño: nuestro primer programa artístico radial ofreció dos canciones cubanas, Rosas y violetas , del maestro José Mauri, y Presentimiento, del maestro Sánchez de Fuentes; interpretadas vocalmente por “una joven guanabacoense dotada de exquisita voz y singular temperamento”: Rita Montaner.

Y terminó aquella transmisión con la interpretación del danzón Princesita y la criolla Soy cubana , del maestro Luis Casas Romero, quien también dirigió la orquesta que acompañó, en este último número, al tenor Mariano Meléndez. Ellos, por tanto, son los primeros artistas, y Raúl Pérez Falcón el primer animador, que actuaron en la radio cubana.


Las familias que carecían de aquellos radios primigenios procuraron acercarse a los establecimientos cercanos a la Compañía de Teléfonos, que sí los poseían, para disfrutar de la novedad; o fueron a casa de algún amigo que lo tuviera. Posteriormente, bien en ocasión de acontecimientos deportivos, o de amenazas ciclónicas, los más pobres acudían a las bodegas y otros comercios –sobre todo los hombres– “para gozar con el batazo de Sagüita Hernández” o poner a tiempo las tradicionales trancas detrás de las puertas y ventanas para protegerse del viento y de la lluvia. Pero es innegable que, poco a poco, las familias humildes con una entrada mensual estable, adquirieron a plazos accesibles a ellos, radios Philco o de otras marcas

Perla Cartaya Cotta
Foto y texto: Palabranueva.org
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