El último estoico
Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -
Nunca por esperada, la muerte deja de sorprendernos, de abatirnos, de motivarnos a reformular todas y cada una de las acciones que nos llevaron a ella. La muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, es una de las que marca un antes y un después, en el escenario cubano.
-«Ni un caramelo mamá»- retumbará en la memoria de los verdugos y de la nación.
Zapata Tamayo articuló en esa frase, la idea de su voluntad y carácter, en el Hospital Amalia Simoni de Camagüey, ante su madre, Doña Reina Tamayo Danger.
La base ética de un estoico como Zapata, es el principio de que el bien no está en los objetos externos, sino en la condición del alma en si misma, en la sabiduría y el carácter. Mediante ellos, la persona se libera de las pasiones y deseos que perturban la vida corriente. Zapata hizo dejación de todo, hasta de la vida, a partir de su visión de la importancia de la promoción de los derechos humanos y la democracia.
En medio de la simulación, el silencio y el pragmatismo de la sociedad cubana, brillan con luz propia las cuatro virtudes cardinales de la filosofía estoica del mártir: la sabiduría, el valor, la justicia y la templanza, clasificaciones derivadas de las enseñanzas de Platón, en la Grecia antigua.
Un rasgo distintivo del estoicismo de Orlando, durante sus siete años de encierro y sus 85 días de huelga de hambre, es su vocación universal por el bien, el amor fraternal y la ayuda mutua, ponderando la concordia de la cubanía y la igualdad natural de todos los seres humanos.
El martirologio de Orlando Zapata Tamayo, define el estoicismo de la clase política prodemocrática cubana. Él, es sólo un último exponente.
En esa lista se incluyen Pedro Luis Boitel, muerto en huelga de hambre en 1973 y cientos de patriotas que a través de diversas acciones de sacrificio personal, trazaron el camino de la resistencia cívica y la construcción democrática. Descansa en paz, Zapata, el último estoico.
Ilustración: Google
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -
Nunca por esperada, la muerte deja de sorprendernos, de abatirnos, de motivarnos a reformular todas y cada una de las acciones que nos llevaron a ella. La muerte por huelga de hambre de Orlando Zapata Tamayo, es una de las que marca un antes y un después, en el escenario cubano.
-«Ni un caramelo mamá»- retumbará en la memoria de los verdugos y de la nación.
Zapata Tamayo articuló en esa frase, la idea de su voluntad y carácter, en el Hospital Amalia Simoni de Camagüey, ante su madre, Doña Reina Tamayo Danger.
La base ética de un estoico como Zapata, es el principio de que el bien no está en los objetos externos, sino en la condición del alma en si misma, en la sabiduría y el carácter. Mediante ellos, la persona se libera de las pasiones y deseos que perturban la vida corriente. Zapata hizo dejación de todo, hasta de la vida, a partir de su visión de la importancia de la promoción de los derechos humanos y la democracia.
En medio de la simulación, el silencio y el pragmatismo de la sociedad cubana, brillan con luz propia las cuatro virtudes cardinales de la filosofía estoica del mártir: la sabiduría, el valor, la justicia y la templanza, clasificaciones derivadas de las enseñanzas de Platón, en la Grecia antigua.
Un rasgo distintivo del estoicismo de Orlando, durante sus siete años de encierro y sus 85 días de huelga de hambre, es su vocación universal por el bien, el amor fraternal y la ayuda mutua, ponderando la concordia de la cubanía y la igualdad natural de todos los seres humanos.
El martirologio de Orlando Zapata Tamayo, define el estoicismo de la clase política prodemocrática cubana. Él, es sólo un último exponente.
En esa lista se incluyen Pedro Luis Boitel, muerto en huelga de hambre en 1973 y cientos de patriotas que a través de diversas acciones de sacrificio personal, trazaron el camino de la resistencia cívica y la construcción democrática. Descansa en paz, Zapata, el último estoico.
Ilustración: Google
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