5 de marzo de 2010

Camino de la Cruz
5ª Estación

Jesús es ayudado
por el Cireneo



«MIS OJOS
SE DESHACEN EN LÁGRIMAS…»

[Cántico de Jeremías,  Jr  14, 17]
 

Ya no es posible que siga
Jesús el arduo sendero.
Le rinde el plúmbeo madero.
Le acongoja la fatiga.
Mas la muchedumbre obliga
a que prosiga el cortejo.
Dure hasta el fin el festejo.
Y la muerte se detiene
ante Simón de
Cirene,
que acude tardo y perplejo.


Pudiendo, Jesús, morir,
¿por qué apoyo solicitas?
Sin duda es que necesitas
vivir más para sufrir.
Yo también quise vivir,
vivir siempre, vivir fuerte,
y grité: -Aléjate, muerte.
Ven Tú, Jesús
cireneo,
ayúdame, que en ti creo
y aún es tiempo de quererte.



Ningún amigo se acercó a ayudarte.
Lo hizo un desconocido.
Señor, ¡qué quieres que te diga!
Si yo no soy capaz de confortarte.

Te necesito. Sé, Tú, mi cireneo.
Es tanta mi pobreza, es tanta mi flaqueza,
que mi corazón precisa tu grandeza.
Mírame con compasión.
Dame la fuerza para acercarme a tu cruz, 
con la mía.

Dame la luz que necesito
para entender que eres Tú mi único descanso,
que tu cruz es un tesoro,
que abrazado a ella es que te adoro.
Concédeme la gracia de ser, yo, un cireneo
para cuanto hombre vea vacilar,
para el huérfano que pide, 
para la viuda que llora,
para el enfermo que implora, 
para el que tirita de frío,
para el que la existencia se le ha hecho seca,
como el estío.
Versos, Gerardo Diego
Reflexión, Santiago Soto Obrador
Jesús ayudado por el Cireneo, óleo sobre lienzo,

Tiziano, Museo del Prado, Madrid 
Via Crucis, 5ª Estación, Jesús es ayudado por el Cireneo
Sainte-Anne-de-Beaupré, Québec, Canada

Montaje: Ana Dolores García
Serie/pps Cuaresma 2009
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