23 de noviembre de 2009

Mi Habana

Álvaro de Villa

Mi Habana duerme, el silencio
vigila en sombras la aurora.
Un farol lame el safalto
con su lengua luminosa.

Una voz se oye a lo lejos,
es una voz que pregona,
una voz triste y cansada
que parece dar la hora...

Maní... manisero se va...

Suenan las notas rendidas
de una rumbita sabrosa,
la última de la noche...
-¡No te me caigas ahora!

Uno ya viene de vuelta
y con voz estropajosa
repite la melodía
despertando al que reposa.

-¡Sió, borracho!
-¡A mucha honra!

El negro cristal nocturno
se está tiñendo de rosa.
Ya los pomos del lechero
repican dando la hora.

Ya rechinan los tranvías
y en la guagua escandalosa
resuena el grito sabido:
-¡Pasito alante, mi socia!

La mañana va naciendo
de la oruga silenciosa,
mariposa de mañana,
mañana de mariposa.

¡El Pái, Prensa, Mundo, Marina, Información, Zizá!
¡Mira cómo ganó el Almendares, oye!

El sol -puñales de oro-
con furia voluptuosa
se clava en la carne prieta
de la mulata sabrosa.

Y en la puerta del café
el negrito limpiabotas
desayuna con miradas
a la mulatica Rosa,
y lanza el primer piropo
que fácilmente le brota:

¡Alabao sea Dios, mulata,
no seas tan orgullosa,
acuérdate de la múcura,
que tanto hablar y está rota!

Hay bronca allá en el café
hablando de la pelota,
porque todo el mundo es ¨manager"
y tiene suelta la boca.

Sobre el mármol de la mesa
el periódico reposa.

Da noticias del empréstito,
de un político que roba,
de un joven muerto en la calle
casi casi a quemarropa
en el último atentado
y de la madre que llora...
¡Pero en el café la gente
sigue hablando de pelota!

Dos fanáticos discuten
y hasta se forma la bronca.

-¡No me aguanten que lo mato
y le partiré la boca!
-¡Si nadie te está aguantando,
déjate de tanta cosa!

En el solar ya se oye
el chirrín de la batea,
dos mulaticas se fajan
y una grita: -¡lo que sea!

Un pregón ya surca el aire
delgado de la mañana...
¡Botella, botellero!

En una casa modesta
se oye un radio que alborota
con la última canción
o una novelita rosa.

"-María Isabel de mi vida
debo decirte una cosa!"
"-Albertico de mi alma,
habla, di pronto, ¿qué cosa?"

Y viene una musiquita
y una voz muy melodiosa:

"Escuche usted este programa
mañana a esta misma hora."

Y por la calle el pregón
que la surca a todas horas...

¡Se va el panquelero, rico panqué!

Un apuntador se acerca.
-Cuidado que allí está el guardia,
chamuya bajo, ¿qué quieres?
-Un nique a la cucaracha.
-¿Algo más? -Peseta fija
al ocho porque la hermana
del primo de mi marido
se le "rompió" esta mañana.

Y en ese mismo momento
los coge apuntando el guardia.
-¡Guardia, me estoy defendiendo
no tengas tan mala entraña!
Y el policía -¡muy digno!-
le dice: ¡Ponme una guaña
al 23 y esta tarde
vamos a ver si me pagas!

Así va pasando el día
en esta querida Habana
y vuelve a reinar la noche
que se introduce en las barras.

Los traganíqueles suenan
con un ritmo de maracas
y el mambo estira la bemba
americana y cubana.

Los aire-libres se pueblan
de juerga, risa y jarana
y el ron caliente se cuela,
¡que el ron es sangre cubana!

Y vuelve a sonar la rumba
en los bailes de la Habana
y ya los cines nos venden
drogas de sueño y pantalla.

La Marquesa en su locura
de sombrero y carcajada
pide riendo un centavo
y así comerá mañana.

Y el Caballero de Francia
envuelto en raída capa
sueña sueños de grandeza
y quizás... llora a su dama.

Y va pasando la noche
-que todo en la vida pasa-
y otra vez resuena el grito
del manisero que canta...

Maní, manisero se va...

Hasta la rumba se aleja
de los bailes de mi Habana,
que va quedando dormida,
feliz tal vez en su entraña,
feliz a pesar de todo,
del dolor y de la farsa,
porque el cubano es así,
llanto, rumba y carcajada.

Ya mi Habana está dormida,
¡duerme, mi querida Habana,
que por tu limpio silencio
corren latidos de mi alma!

Mi Habana ya está dormida,
¡Ya despertará mañana!

Álvaro de Villa, humorista cubano,
La Habana, invierno de 1948.
Foto: Google
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