11 de septiembre de 2009

.

¿Por qué decimos...?




Nuestra popular frase «Hogar, dulce hogar» proviene directamente del inglés y es algo más antigua de lo que comúnmente pensamos. Forma parte de una ópera estrenada en Inglaterra en 1823, cuyos autores fueron el norteamericano John Howard Payne que se encargó de los versos, y un Sir inglés, Henry Bishop, responsable de la melodía. El nombre de la ópera fue: «Clari, Maid of Milán».

Tal como su autor, la letra cruzó los mares. Aunque no se recuerde la ópera, la melodía «prendió» en el gusto popular con su dejo de añoranza. En Inglaterra la cantaban los soldados que peleaban por Europa las guerras del Reino, y en Norteamérica era igualmente favorita de los soldados -Confederados o del Sur-, a quienes la guerra civil separaba de sus hogares.

Llegó al siglo veinte gozando de igual popularidad. Se la puede escuchar imaginariamente en un filme silente de 1909, en uno de los primeros experimentos de Thomas A. Edison. En él se muestra la frase «Toca “Hogar, dulce Hogar”», y la toma siguiente es la de un violinista que simula tocar la melodía.

Sí se le escucha casi al final de The Wizard of Oz (1939), como fondo musical para que Dorothy nos diga que «no hay lugar como el hogar». La melodía también está presente en el filme de 1944 «Arsenic and Old Lace» -Arsénico para los viejos- , del que muchos malpensados creemos se está preparando una reprise.

Pero eso no es todo. Si tan a menudo la repetimos, -ya sea con ironía o con añoranza-, o la bordemos en cojines o cuadros para adornar ese tan querido hogar, definitivamente los japoneses nos han ganado. Allá su título se pronuncia «Hanyu no Yado» y es uno de los himnos favoritos en las bodas, cuando a éstas se les quiere dar cierto toque occidental.

Ana Dolores García
Ilustración: Google

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario