Acebo y Muérdago
La introducción del acebo como planta navideña se atribuye a la Iglesia Católica en un intento por sustituir al pagano muérdago, que era un símbolo utilizado por los druidas en las festividades del solsticio de invierno. Pronto la costumbre se generalizó en toda Europa y en América. No obstante, el acebo ya era utilizado por los antiguos celtas en sus celebraciones del solsticio de invierno.
Durante las celebraciones de Navidad, calles y plazas se llenan de guirnaldas y adornos. Junto con el clásico árbol de Navidad o la decorativa flor de Pascua, también encontramos ramos de acebo con sus hojas puntiagudas y sus pequeños frutos rojos. Existe incluso un canto navideño en inglés, «Deck the Halls with Bucks of Holly», o sea, «Decorad los salones con ramos de acebo», ya que holly es el nombre de esta planta en inglés.
Existen más de 400 variedades de acebos. La más popular por identificarse con la Navidad en postales y adornos, es el Ilex aquifolium, conocido también como falso muérdago. Se trata de un arbusto en vías de extinción precisamente por el excesivo uso que de él se hace para las decoraciones navideñas. Sus frutos son rojos y carnosos y sirven de alimento a los animales de los bosques durante la época del invierno. Sin embargo, se les considera venenosos para el consumo humano.
Es un arbusto de rápido crecimiento y de follaje perenne formado por decorativas hojas verde brillante, coriáceas, provistas de dientes espinosos en sus márgenes. Flores pequeñas y blancas, en racimos axilares, que se transforman en atractivos frutos rojos, globosos, que persisten largo tiempo.
Una antigua historia celta "El rey Roble y el rey Acebo" que se representaba de forma popular al comienzo del invierno, contaba cómo el Rey Roble reinaba sobre la mitad luminosa y cálida del año, cuando sus hojas verdes estaban en su mayor esplendor, y cómo el rey Acebo reinaba sobre la parte oscura y fría del año, cuando el Roble perdía sus hojas y el Acebo, sin embargo, mantenía el verde de sus hojas y se adornaba de bayas rojas.
Muérdagos
En Europa no es extraño ver en plena época navideña ramas de muérdago adornando puertas y ventanas, o colgando en el techo, ya que esta planta es considerada como «símbolo» de la buena suerte, sobre todo en unas fechas festivas tan especiales.
Es una planta parásita. Una de sus características es su capacidad para enraizar sobre el tejido vivo de otras plantas y no sobre la tierra.
Sus bayas, primero verdes y blancas, al madurar contienen una sustancia gelatinosa, con la que se pegan a los troncos, para luego germinar y echar raíces. Crece preferentemente en las ramas de encinas, pinos, manzanos y robles, en lo que a simple vista parece una madeja de tallos en forma de pelota, y se alimenta de la savia de éstos, de ahí su carácter parasitario.
Desde tiempos ancestrales, el muérdago ha sido considerado por los celtas como una planta sagrada, asociada a la fertilidad (debido a su permanente color verde), y que, además, trae muy buena suerte. Hay leyendas que le atribuyen poderes mágicos debido a sus particulares características: no se consideraba ni del cielo ni de la tierra, ya que sus raíces no tocan nunca el suelo, pero tampoco se mantiene por sí mismo en el aire. De ahí el hábito de recogerlo sin permitir que caiga al suelo, y después colgarlo del techo.
La tradición navideña dice que aquella mujer que recibe un beso bajo el muérdago en Nochebuena encontrará el amor que busca o conservará el que ya tiene. Si se trata de una pareja, será obsequiada con el don de la fertilidad.
En Estados Unidos o en América Latina se implantó a mediados del siglo XIX, importada de los países del Norte y Centro de Europa. Durante el siglo XIX, en Inglaterra y Francia, los mendigos pedían dinero durante la Navidad con ramas de muérdago en la mano.
Fuentes: Web
Fotos: Google
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