Aquella Nochebuena
de la Cuba de ayer
Martha Pardiño
Sé que […] me voy a acordar de Cuba, como todos
los cubanos que andamos regados por el mundo. Sé que me voy a trasladar a esa
casita de la Vista Alegre donde la Nochebuena era alegre y familiar. En aquella
mesa de blanquísimo mantel almidonado y planchado por mi madre, con la vajilla
y las copas y los cubiertos de fiesta, dispuestos con tanto amor y tanto esmero
por mi padre.
Me
voy a acordar del olor del lechón que traían ya asado en su tártara de la
dulcería de la Esquina de Toyos; del guanajo, del fricasé de guineos, de los
frijoles negros y el arroz blanco, de la yuca con mojo y la ensalada de
lechuga, tomates y rabanitos. Y de la parte preferida por mi hermana y por mí:
la bandeja de turrones españoles y del país, con higos, dátiles, crema de
tamarindo y almendra, todos artísticamente colocados por papá, y que de tan
solo mirarlos se le hacía a uno la boca agua.
Y
aunque aquí pueda poner una mesa igual, o tal vez más abundante, a aquella mesa
de Nochebuena de mi niñez y de mi juventud en mi Habana querida, no es igual,
no será nunca igual, porque nos falta ese calor de la familia, de los amigos y
de la patria que dejamos atrás.
Hemos
dejado esos recuerdos allá en nuestra isla pero siempre vienen a nuestra mente
en estos días aunque a veces nos den tristeza. Es más, estoy segura que
necesitamos recordarlos, para no marchitarnos y morirnos de nostalgia.
Hoy, en mi querida patria, todos serán
recuerdos también por los que nos hemos ido; tristezas de no poder celebrar la
Nochebuena con una mesa familiar llena de alegría y de abundancia. Hoy en mi
Cuba querida todo será oscuridad y añoranzas de un tiempo mejor que nunca
llegará.
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