15 de junio de 2013

Todos los caminos del Impresionismo conducen a Pissarro



Todos los caminos del Impresionismo
conducen a Pissarro

Humilde y colosal. Así definía Cézanne a Camille Pissarro, patriarca del impresionismo. Pese a ser uno de los que redactó los estatutos fundacionales del movimiento y el único de sus miembros que participó en las ocho exposiciones impresionistas, entre 1874 y 1886, no ha tenido el mismo reconocimiento que otros de sus compañeros: fue eclipsado por la fuerza arrolladora del ciclón Monet.

El Museo Thyssen de Madrid ha querido rehabilitar la figura de Pissarro con la primera monográfica de su obra en España, y hasta el 15 de septiembre la pinacoteca vuelve a impregnarse de impresionismo con 79 obras del pintor francés, que revisan todas sus etapas. La muestra viajará después a CaixaForum, Barcelona.  

Un autorretrato de 1903 –se inmortalizó ya anciano poco antes de morir–, donado a la Tate por su hijo Lucien en 1931, cuelga, -junto a una paleta en la que el artista pintó un paisaje en 1878-, al comienzo de la exposición, que recorremos junto al comisario, Guillermo Solana, director artístico del museo. La vocación de maestro de Pissarro le llevó a enseñar a Cézanne y a Gauguin y, muy posiblemente, dio consejos a Van Gogh y Matisse. No está mal su curriculum...

El camino
Los paisajes dominan casi por completo la muestra. Como dominaron toda la producción de Pissarro. Solana ha puesto el énfasis en ese leit motiv que siempre acompañó el trabajo del artista francés: el camino. Muchas décadas antes de que la generación beat emprendiera su autodestructivo viaje On the Road, Camille Pissarro va escogiendo sus caminos y plasmándolos, literalmente, en sus lienzos. Los primeros, rurales: las calles de un pueblo, los senderos de un bosque, las carreteras que cruzan los campos...

Un rincón de Francia, Louveciennes, pasaría a la Historia del Arte como el lugar donde  nació  el  impresionismo.  Allí
pintaron mano a mano Monet y Pissarro. Hay en la exposición paisajes de ese lugar. También de Pontoise, donde se establecería durante diez años. Siempre ha cargado Pissarro con el sambenito de pintor aburrido, monótono, demasiado clásico. No sería la alegría de la huerta, pero, como explica Solana, experimentó con su pintura: hay composiciones muy osadas y modernas. Pero, como ocurre en muchas ocasiones, el hijo se come al padre: Cézanne acabará devorándolo.

Marcha a la ciudad
Apenas un puñado de retratos se cuelan entre sus caminos: pinta a su hija, a su esposa... Y el camino continúa. Se detiene Solana ante una obra de la National Gallerie de Canadá: «El antiguo camino de Ennery, Pontoise» (1877). Lo ve como el precedente de una de las obras más célebres de Van Gogh, «Campo de trigo con cuervos». Muy cerca, otra obra de Pissarro, «Sendero de la Ravinière», que perteneció a Gauguin. Otro de los lugares de Pissarro –siempre siguiendo el curso del Sena– fue Éragny, pero aquí ya el artista sufre un problema en la vista que le impide pintar al aire libre. Desaparece, momentáneamente, el camino en sus paisajes. Su pintura da un vuelco de 180 grados. 

Pissarro se marcha a la ciudad. Son los años 90. Descubre nuevos caminos: las avenidas y bulevares de París, que pinta desde los balcones de varios hoteles de la ciudad. Es su etapa más célebre y reconocida. Cuelgan en las paredes del Thyssen obras maestras como «El Bulevar Montmartre, mañana de invierno» (1897), préstamo del Metropolitan de Nueva York.  Pissarro retrata las Tullerías, el Louvre, la Rue Saint-Honoré... Pero también viaja a Rouen (donde Monet deslumbra con su serie de la catedral), Londres, Dieppe, Le Havre...

Siempre fiel a su estilo
Y nuevos caminos se cruzan en este viaje pictórico y vital de Camille Pissarro. Los últimos, los ríos y los puentes que pasan sobre ellos. Las elegantes avenidas parisinas dejan paso a los barrios proletarios e industriales. A lo largo de toda la exposición descubrimos que Pissarro no da grandes saltos estilísticos, se mantiene muy fiel a su estilo, evoluciona paso a paso, como explica Solana. Quizás Monet y Cézanne le ganaran la partida (sus obras son más famosas y cotizadas), pero advierte el comisario que Pissarro es «uno de los grandes del impresionismo; este movimiento no es solo Monet». El Museo Thyssen dedicará en un futuro exposiciones a otros destacados impresionistas, como Renoir y Caillebotte.

Un cuadro con polémica
N. P. MADRID
El barón Thyssen adquirió «Rue Saint-Honoré por la tarde, efecto de lluvia», de Pissarro, en una galería de Nueva York en 1976. Es una de las obras de la colección que compró el Estado español en 1993. La familia Cassirer sigue reclamando el cuadro, confiscado a sus antepasados por los nazis. En 1958 los Cassirer fueron indemnizados a valor de mercado por el Estado alemán por la desposesión de esta obra. Con ello perdían cualquier derecho a reclamar el cuadro. Pero no fue así. Interpusieron en California una demanda contra la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, que fue desestimada. Se recurrió la sentencia, pero parece improbable su revocación. La Fundación considera que es la legítima propietaria del cuadro.

Reproducido de abc.es

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