Breve
Historia
de
la Música Cubana
(3ª
Parte y final)
Por el Dr. Aurelio de la Vega
Florecimiento en el Siglo XX
Pero es en el siglo veinte que
la música cubana finalmente florece. Hasta los años de la Segunda Guerra
Mundial, toda una falange de compositores cubanos de música popular habían
creado enormes colecciones de canciones, danzones, sones, boleros, guajiras,
guarachas, pregones, sones montunos, guaguancós, cha, cha, chás, mambos,
rumbas, congas y tangos congos. De Jorge Ankermann (1877-1941), María Cervantes
(1885-1981), Manuel Corona (1880-1950), Osvaldo Farrés (1902-1985), Sindo Garay
(1887-1968), Eliseo y Emilio Grenet (1893-1950 y 1901-1941, respectivamente),
Miguel Matamoros (1894-1971), Benny Moré (1920-1963), Dámaso Pérez Prado
(nacido en 1922), Rodrigo Pratts (1910-1980), Antonio María Romeu (1876-1955),
Moisés Simons (1844-1944) y René Touzet (nacido en 1916) a Celia Cruz, Willy
Chirino, Paquito D'Rivera, Chano Pozo, Israel López (Cachao) y Gloria Estefan,
la cantidad, variedad, resonante éxito e influencia de los miles de obras por
ellos compuestos, y las tendencias estilísticas que han creado con sus
actuaciones como cantantes y/o instrumentistas, son realmente notables.
Antes de explorar el mundo de
la música de arte cubana deben mencionarse dos compositores quienes, aunque
primordialmente actuaron dentro de las fronteras de la música popular y
comercial, se aventuraron a crear obras musicales de mayor envergadura y
quienes por tanto, ocasionalmente, se adentraron en el campo de la música
cubana clásica. Fueron ellos Gonzalo Roig (1890-1970), cuya opereta cubana
"Cecilia Valdés" (1932) y cuyo "Quiéreme mucho" (1911) han
circunnavegado el globo, y Ernesto Lecuona (1895-1963), cuyas obras de teatro
lírico crearon una importante colección de zarzuelas cubanas, y cuyas mejores
piezas para piano se han hecho mundialmente famosas.
Es también dentro del marco del
siglo veinte que la música de arte cubana se desarrolló como una de las
contribuciones importantes a la historia de Cuba. Los dos primeros compositores
cubanos de música de arte que abrazaron las técnicas contemporáneas (en este
caso la música de Stravinsky y de Bartók) son Amadeo Roldán (1900-1939) y
Alejandro García Caturla (1906-1940), cuyas ricas y atrevidas paletas
armónicas, su uso de las grandes formas sinfónicas, y su magnética manipulación
de las fuerzas orquestales lograron situar por vez primera a la música cubana
dentro de la música de arte contemporánea universal. Los dos ballets de Roldán
"La Rebambaramba" (1928) y "El Milagro de Anaquillé"
(1929), y el poema sinfónico de Caturla "La Rumba" (1933) permanecen
siendo imponentes y valiosísimos documentos de la música de arte cubana.
Del binomio Roldán-Caturla al
presente, la música culta cubana ha continuado creciendo en poder e
imaginación, despertando un creciente respeto y admiración internacionales.
Tras estos dos compositores mencionados, la música de arte cubana se mueve a
través de los años de actividad de José Ardévol (1911-1981), compositor catalán
radicado en Cuba desde los años 30 que fue fundador y mentor del primer grupo
integral de compositores cubanos de música de arte. Ardévol y este grupo de
compositores jóvenes compartían credos estéticos y técnicos comunes, creando así
una verdadera escuela de compositores que se agruparon bajo el nombre de Grupo
de Renovación Musical.
El Grupo de Renovación incluyó a algunos de los
compositores que actualmente son los decanos de la música de arte cubana.
Muchos de ellos permanecieron en Cuba tras el triunfo de la revolución
castrista, y entre éstos hay que mencionar al también musicólogo y crítico
musical Edgardo Martín (nacido en 1915); a Harold Gramatges (nacido en 1918),
quien recientemente fue galardonado con un prestigioso premio internacional
creado por la Sociedad General de Autores y Editores de España; a Gisela
Hernández (1912-1971); a Hilario González (nacido en 1920); y a Argeliers León
(1918-1988), quien fue también un importante musicólogo e investigador.
Dos compositores que crearon su
música independientemente de los postulados estéticos de Ardévol y su grupo,
son Julián Orbón (1925-1991), quien vivió en Ciudad México y Nueva York, y
murió en Miami, y Aurelio de la Vega (nacido en 1925), quien reside en Los
Angeles desde 1959. Ambos son, según afirma el musicólogo Gérard Béhague, los
dos más conocidos compositores cubanos de música de arte de la segunda mitad
del siglo veinte. Orbón, de modo muy efectivo e interesante, mezcló Canto
Gregoriano, viejas formas musicales españolas, modalidad, avanzadas armonías
contemporáneas y melo-ritmos cubanos para crear una música poderosa enmarcada
por una magnífica y refinada excelencia técnica. Entre otros honores, Orbón fue
elegido como miembro de la prestigiosa Academia Norteamericana de Artes y
Letras. De la Vega escribió las primeras composiciones cubanas atonales y de
inmediato dodecafónicas, y ha compuesto varias obras electrónicas e importantes
obras sinfónicas que son tocadas muy a menudo por numerosas orquestas a través
de todo el mundo.
Dos veces, De la Vega ha sido
galardonado con el codiciado Premio Friedheim del Kennedy Center for the
Performing Arts.
Otro compositor cuyas
actividades profesionales tuvieron lugar fuera de Cuba es Joaquín Nin-Culmell
(nacido en 1908), clasificado por muchos como un compositor cubano-español.
Creador prolífico, sus obras, de corte neo-clásico, incluyen ballets, óperas,
música coral, música de cámara, música vocal y composiciones para piano,
guitarra y órgano.
Un valioso y variado grupo
joven de compositores cubanos de música de arte continúan la tarea de expandir
la dimensión y el alcance de este tipo de música. Constituyen una generación
profundamente afectada por el triunfo de la revolución castrista.
Este nuevo
contingente de compositores cubanos de música culta incluye a Sergio Fernández
Barroso (nacido en 1946), residente del Canadá por muchos años, cuya música
para computadoras le ha traido mucho reconocimiento y triunfo; a Tania León
(nacida en 1943), quien vive en Nueva York, es consejera de numerosas orquestas
sinfónicas e instituciones musicales norteamericanas, actúa asimismo
continuamente como directora de orquesta, y es autora de una ópera que se
estrenó en Ginebra en 1999; y a Raúl Murciano, Orlando Jacinto García, Julio
Roloff, Armando Tranquilino y Viviana Ruiz, todos residentes en Miami.
Entre los que permanecen en
Cuba hay que mencionar a Leo Brouwer (nacido en 1939), quien reside por
períodos de tiempo en Córdoba, España, donde fundó y dirige una orquesta, y
cuya importante carrera internacional como guitarrista y director de orquesta
iguala su fama como compositor; a Alfredo Diez Nieto (nacido en 1918), cuyas
composiciones incluyen obras sinfónicas, música de cámara y obras vocales; a
Carlos Fariñas (nacido en 1934), cuyas composiciones orquestales son poderosas
y bien realizadas; a Roberto Valera (nacido en 1938), creador de excelentes
obras corales, y a Juan Piñera (nacido en 1950), autor de importantes obras
para piano.
Estilísticamente, todos estos
multifacéticos compositores cubanos de música de arte, de Roldán al presente,
han colocado a Cuba en la vanguardia de la composición musical universal de
nuestros días, utilizando politonalidad, atonalidad, procedimientos seriales,
elementos aleatorios, medios electrónicos, formas abiertas, notación
proporcional y gráfica, y medios de expresión post-seriales y post-modernistas.
Por encima de tendencias, modos
de hacer, postulados estéticos y actitudes histórico-políticas, tanto dentro
del marco de la música popular como dentro del de la música de arte, la música
cubana permanece vigorosa, activa, pujante, importante, potente e influyente.
Si se toma en cuenta las dimensiones físicas de Cuba y la cantidad de sus
habitantes, contando todos los que están dentro y fuera de la isla, el número
de compositores, instrumentistas, cantantes y conjuntos musicales que ha
producido Cuba es realmente notable.
Es de esperar que la intensidad y la
expresividad de la música cubana y el prestigio mundial de que goza continúen
creciendo en años venideros. Baste señalar que, en el presente, la música de
Cuba, en todas sus manifestaciones, constituye una poderosa revelación de la
originalidad de la cultura cubana.
(De la Vega es un compositor
cubano de amplia y reconocida trayectoria creativa y profesional. Muchas de sus
obras están editadas y grabadas comercialmente en discos, y a partir de 1960
casi todas sus composiciones han sido comisionadas por orquestas, grupos de
cámara, instrumentistas y cantantes de reconocida fama internacional,
instituciones y mecenas. En la actualidad es Profesor Emérito Distinguido del
Sistema Estatal Universitario de California (Cal State). Su ficha biográfica
aparece en Contemporary Composers y en The New Grove Dictionary of American
Music).
www.contactomagazine.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario